La experiencia colectiva y anónima del arte surgida como expresión gráfica y propaganda política en Chile, desde mediados de los ’50 hasta nuestros días, ha pasado por distintos momentos. Durante todas estas décadas, los muros de las ciudades han sido el soporte para un tipo de manifestación popular y rebelde que ha tenido importantes hitos, en tanto su valor estético y social. Desde el trabajo desplegado por las brigadas muralistas Ramona Parra y Elmo Catalán a finales de los ’60 y principios de los ’70, hasta la acción masiva que diversos y diversas artistas –tanto anónimos como firmantes– realizaron durante la revuelta social de octubre de 2019. El arte callejero era el medio y el mensaje.
Todas estas expresiones buscaban recomponer parte de nuestra memoria colectiva a través de la estética urbana y la comunicación gráfica divulgada por los movimientos sociales, asociadas innegablemente a las ideologías de la izquierda. Es justamente por este sentido identitario intrínseco de este tipo de expresión, que resulta anacrónico ver hoy en algunas paredes rayados y afiches asociados a la campaña desplegada por quienes apuestan por el Rechazo de salida al nuevo texto constitucional.
Y no tan solo eso resulta sorprendente y deshonesto. El “estilo” gráfico que grupos de ultraderechistas están utilizando para su propaganda es una clara apropiación cultural de imágenes, símbolos, eslóganes y frases que históricamente han sido utilizadas por los movimientos sociales vinculados a la izquierda, como el símbolo del puño en alto o, sin ningún tipo de vergüenza, la tipografía del No utilizada en la campaña del plebiscito de 1988 que, paradójicamente, negó la continuidad del dictador Augusto Pinochet y la Junta Militar en el Poder Ejecutivo; misma figura que hoy se busca rematar exterminando una de las arterias de su gris legado manchado con sangre en la Constitución de 1980.
Robar la expresión creativa del pueblo
En el libro “El afiche político en Chile”, el investigador y diseñador Mauricio Vico comenta que “el afiche como soporte nunca fue un medio que la derecha considerara como recurso comunicacional de alto impacto”. Una realidad que ha cambiado considerablemente desde que grupos de extrema derecha decidiesen, en alguna medida, disputar el espacio público no solo con manifestaciones y concentraciones en puntos estratégicos, sino también a través del uso de las paredes de la ciudad como soporte para entregar sus mensajes, específicamente para el despliegue de la campaña del Rechazo.
Miguel Ángel Kastro, artista visual y grafitero, autor de la ya famosa obra ‘Guernica chileno” (cuyo mural es la fachada del Museo del Estallido Social), conceptualiza este fenómeno actual: “Tiene que ver con cómo hoy es más importante la percepción de la realidad que la realidad, la postverdad que la verdad, lo que se aparenta de lo que realmente es”. Además, sostiene que “este juego tiene que ver con las redes sociales y con cómo en este mundo tan lleno de mentiras y de posibilidades de ser engañados por el sistema, se subvierte con el mensaje”.
En tanto, para el ilustrador Max Feito el hecho de que estos grupos estén copiando el ideario gráfico de la izquierda para sus propósitos, no le es una sorpresa. “La derecha en este país, desde que tengo uso de razón, no tiene una veta artística muy desarrollada o lograda, entonces no les queda otra que copiar o ser tan burdos de robar gráficas «de la competencia», como se podría decir, y la ocupan para ellos”, sostiene.
El diseñador justamente hace la comparación en relación a la estética usada para el plebiscito de 1988, indicando que “nuevamente estamos viendo esa carencia creativa y visual por parte de la derecha. Nos podemos remontar a la campaña que se hizo para el Sí y el No, donde no hubo creatividad, o quizás la que hubo fue enfocada en el miedo y en usar las herramientas de los otros. Y eso se ha ido replicando por siempre, desde esa campaña a lo que pasa ahora con el Apruebo y el Rechazo”.
También consultada, la muralista Juana Pérez refuerza esta idea sosteniendo que esta apropiación de simbología por parte de la campaña del Rechazo le parece “muy simbólica y potente”, ya que -explica- “evidencia cómo la derecha, por años, se ha enriquecido y se sigue apropiando de cosas culturales que son del pueblo”.
En ese sentido, Feito apunta que es de conocimiento público que la gran mayoría de artistas y creativos del país están más ligados a la izquierda, y que ahí se puede ver todo un desarrollo creativo y gráfico. “No sé si en otros países pasa lo mismo, pero acá en Chile está más que claro que la derecha no tiene creatividad, solamente tienen desarrollada su área económica, pero al momento de hacer campañas no tienen las herramientas o quizás no tienen la preparación o las cabezas pensantes para proponer algo. Entonces, claramente se ve que no tienen herramientas, habilidades blandas, ni sensibilidad para crear algo nuevo o presentar una propuesta diferente a lo que está pasando al otro lado”, argumenta el diseñador y autor de “Contingencia Ilustrada”.
#AsíNoApruebo
En nuestra época, el acceso a la información pasó a ser parte de la sociabilidad en las redes, donde no hay contextos ni jerarquías, sino retazos de historias y opiniones que son escaneadas –y, con mucha suerte, leídas–. En ese contexto, Miguel Ángel Kastro afirma que “lo que estamos viviendo tiene que ver con el exceso de información: el superávit de mensajes, de contenidos, de capital cultural de imágenes”. Esto lo ejemplifica de la siguiente manera: “Ves algo en Internet, pasas por ello, pero no nos detenemos a pensar, entonces lo que nos queda es la sensación que nos produce. Esto es a lo que apela la campaña del Rechazo ocupando imaginario de la izquierda, como para generar una sensación. Como esa frase «miente, miente que algo queda»; bueno, acá algo queda también. La gente que está haciendo esta campaña está aprovechando el lenguaje que hoy se utiliza”.
En este sentido, Max Feito es directo al señalar que la derecha “es patética a nivel de creatividad” y que solo basta ver en las redes sociales cómo se expresan cuando se ven frente a un debate de ideas y se sienten amenazados. “En vez de contraatacar con propuestas creativas, lo hacen siempre usando las ideas de otros. Eso solo habla mal de ellos, porque ya hemos visto nuevamente en esta campaña del miedo por el plebiscito de salida sus falencias creativas. Los tipos son incapaces de desarrollar o dibujar algo, entonces se tienen que colgar de lo que ya hay, de lo que ya fue creado con un propósito”, profundiza.
“Me parece una dicotomía enorme, esquizofrénico incluso. ¿Cómo tener el principio político que plantea el Rechazo, criticando al pueblo con la misma simbología que ha dado el pueblo? Me parece nefasto, una falta de respeto enorme, que habla mucho y da a entender cómo este movimiento del Rechazo logra evidenciar lo pobre que es a nivel cultural, político y el poco estudio de la historia que han tenido”, enfatiza también en este punto Juana Pérez, quien incluso fue víctima del actuar irracional de personas que vandalizaron el mural “Newen” que estaba realizando junto a Dani Johnson a la salida del Metro Bellas Artes. “Nos dimos cuenta que, al final, la pintura blanca no era contra nosotras, sino que lo que nuestra pintura provoca en otros”, sostuvo en esa oportunidad.
¿Vamos a decir que no?
A esta “creación por ultraje” que han propuesto ciertos adherentes al Rechazo en su adelantada propaganda, utilizando puños en alto (solo cambiando la mano izquierda por la derecha), eslóganes de la revuelta (como Plaza Dignidad), estéticas creadas recientemente como las del colectivo Depresión Intermedia (“Sí po, Apruebo”) o hasta frases de letras de canciones icónicas de protestas, como las de Víctor Jara, se suman también las acciones previas que grupos de ultraderecha han venido desarrollando y que no tienen que ver con la creación, sino todo lo contrario, con la destrucción de mosaicos -como el de Pedro Lemebel-, intervención y borrado de murales, limpieza de carteles y hasta los numerosos intentos de destruir la gran escultura del “Negro Matapacos”, ícono de la revuelta.
“Son incapaces de crear una contraoferta gráfica”, apunta Feito, citando como ejemplo en lo que se transformó la figura del fallecido quiltro devenido en ícono de lucha y resistencia, en contraste con lo que intentaron con la ilustración del “Rubio Matacapucha” realizada por el dibujante libertario Daniel Contreras. Una especie de némesis del subversivo can (que hasta cuenta con una web en donde se recopilan las distintas ilustraciones que se han hecho sobre él), pero que no tuvo fuerza ni significó algo parecido al perro símbolo de la lucha callejera.
“Así ha pasado con muchas cosas, porque ya no basta con la parte semántica o visual de la obra creativa que tiene la izquierda, sino también va en las frases, con eslóganes. Son incapaces de crear hasta eso. Tengo un dibujo de humor gráfico que justamente habla de eso, en el fondo como un nuevo insulto”, remata Feito.
Otro de los símbolos usados en la actual campaña del Rechazo es el logotipo del No utilizado en el plebiscito de 1988. Creado por el publicista Raúl Menjíbar, su icónico diseño con el adverbio de negación en letras mayúsculas sobre un arcoiris multicolor que simbolizaba la unión y la variedad del espectro político concertacionista (naranja para los humanistas, verde para los socialdemócratas y ecologistas, rojo para los socialistas, azul para los democratacristianos, amarillo para los demócratas) hoy es utilizado en afiches para indicar su negativa a la nueva Constitución, a la vez que le hacen un guiño a ciertos sectores políticos, como la Democracia Cristiana o Amarillos x Chile, que han intentado viralizar eslóganes como «Yo no apruebo».
Para Kastro, esta paradoja se da justo en un momento social donde -sostiene- “necesitamos mucho discernir, saber separar la paja del trigo, y eso es súper complejo”. En ese sentido, advierte también que estamos “en un nivel donde nos están engañando todo el tiempo, y lo terrible de eso es que son campañas efectivas”.
“No es una jugada que vaya en la comparativa política de decir «esto que había antes es lo mismo que está ocurriendo ahora y por eso ocupamos este imaginario». No, no va por ese lado político, sino que por el lado de lo simbólico, de la representación de las imágenes. Ese es el juego que está jugando el Rechazo para confundir a la gente y generar caos”, plantea el grafitero e, incluso, va más allá: “Cuando vas perdiendo y sabes que tienes todas las de perder, una buena estrategia es generar confusión, y esa confusión se juega en la cancha de lo simbólico. Apelar a lo más profundo del imaginario de la izquierda es precisamente para hacer entender, de alguna forma, que la crisis política es general. Y no es que sea la intención de la gente del Rechazo, pero en el fondo, es un resultado inadvertido”.
Fachos QL, son unos rateros!