sábado, diciembre 21, 2024

La naturalización de las irregularidades

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Vivimos en democracia, pero atravesamos por una época compleja. Todo parece en cierto modo contaminado. El Partido Republicano (más allá de la mascarada de las suspensiones) tiene sus payasos que ejercen violencia física o verbal. El senador socialista Fidel Espinoza es una estafa, los “amarillos” y “demócratas” son Chile Vamos encubierto. Una cierta prolongada armazón política terminó por fracturarse y asistimos a una considerable fragmentación manejada por los medios y las redes, donde cada momento social es reducido a espectáculo.

El delito ocupa un lugar central como sede de entretenimiento y a la vez de temor, y se genera así una impactante dualidad. La antigua “crónica roja” se ha desplazado: el indulto a Castillo, un hombre detenido durante el estallido social que contaba con antecedentes delictuales, se constituyó en el símbolo del mal a lo largo de unos días sin tregua alguna. Ahora mismo, el mamarracho Parived es una noticia central. Solo que la cobertura de estos eventos es completamente desigual con respecto a la asombrosa delincuencia que se le imputa a Torrealba, que a la manera de un filme de ultramafiosos recibía dineros en maletines por parte de una subordinada, y hasta los choferes de la municipalidad debían cooperar con sus malversaciones. Lo que quiero señalar es que la prensa y la televisión, en este aspecto, no actúa de manera democrática en democracia.    

Desde otra perspectiva, Parisi no es la causa del deterioro político, pero es uno de los ejemplos visibles del resultado tóxico de una crisis largamente incubada. Lo más importante en la “carrera política” de Parisi ha sido la violencia económica ejercida sobre sus hijos y el modo de evadir sus deberes paternos y políticos (su no presencia en Chile durante su “campaña”) mediante un conjunto de mentiras.

Me parece necesario examinar cuidadosamente el partido de este personaje -Partido de la Gente-. Habría que preguntarse qué se entiende por “gente” en este partido: ¿los deudores de pensiones de alimentos agrupados detrás de un líder abiertamente deficitario? ¿Bajo qué premisa sus militantes y adeptos aceptan integrar un espacio que vulnera deberes y derechos de menores?

Su programa “Bad Boys” es también significativo. El título se desea irónico, sin embargo, nombre es nombre (es lo sustantivo) y adquiere una dimensión muy elocuente debido a la manera en que habita, este personaje, su universo paterno y acusaciones de acoso en universidades estadounidenses. Pero, desde mi perspectiva, la complejidad mayor radica en sus “seguidoras” que, de una u otra manera, siguen filiadas a un espacio cuya matriz es totalmente adversa para ellas.

Parisi es una de las caras visibles de la crisis en todo sentido por la cantidad de fallas en las que se sustenta. Pero también permite examinar hasta qué punto el imaginario de las mujeres puede estar colonizado; una colonización muy perceptible en sus “seguidoras”. Porque la adhesión de las mujeres a un sujeto de estas características es uno de los elementos primordiales en que se sustenta la subordinación y, especialmente, se propicia la violencia.

Siguiendo el orden de la violencia simbólica, fue interesante el artículo del periodista Daniel Matamala donde señalaba el maltrato (clasista) del senador Ossandón a Giovanna Grandón, conocida como la “tía Pikachú”. Allí el periodista aclaró que ambos tenían títulos técnicos y, en ese sentido, los dichos del senador eran insultantes porque ella, al igual que el senador, contaban con oficios.

Hasta ahora el señor Juan Sutil, el exitoso empresario y ex director de la Corporación de la Producción y el Comercio, CPC, que tanto luchó por el Rechazo, está un paso atrás del senador Ossandón y Giovanna Grandón. El señor Sutil se presentaría como constituyente; él tiene solo cuarto medio y estudios de contabilidad inacabados en un centro técnico. El “caso” Sutil es interesante.

Foto: Agencia Uno

Aunque algunas personas -de manera errada, a mi juicio- podrían impugnarlo por tener solamente cuarto medio, me imagino que nadie lo descalificará debido al orden de su fortuna, generada no desde los estudios superiores sino por la gran acumulación de capitales simbólicos (la familia) del que muchos de los antiguos convencionales, más allá de sus títulos, carecían. Ellos fueron furiosamente ridiculizados. Y esa falta de “capital” fue maravillosamente administrada por las élites, propagada hacia la ciudadanía, hoy colonizada por el poder empresarial y su derecha ultra servicial que inserta sus deseos en una sociedad tan desigual y enfrentada a crecientes y múltiples riesgos. Porque ahora las bandas y el consumo impactante de drogas amenazan la integridad de las comunidades. Y lamentablemente cooptan a jóvenes sicarios, que se enfrentan a un horizonte marcado únicamente por la muerte joven o la cárcel.

Pero vamos señor Juan Sutil, que usted puede.

Diamela Eltit
Diamela Eltit
Escritora, Premio Nacional de Literatura 2018.

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