NO POR AHORA.
No nos detengamos a pensar la idea de libertad que defiende la derecha, más cercana al libertinaje, tampoco en el concepto de mérito, creencia ilusoria utilizado como uno de los mitos fundacionales del gobierno neoliberal en nuestro país. No pensemos en la incapacidad que tiene el mismo sector de entender la diferencia entre “legalidad y legitimidad” y por qué a las sociedades no les basta con que “todo sea legal”, por más que San Sebastián, haya salido electo dos veces presidente.
Esta no es la instancia para reflexionar sobre cómo los dueños del país defienden el abuso en vez del libre mercado, porque el acuerdo de Cubillos está lejos de toda lógica de mercado, no sólo a nivel nacional, sino que también planetario. No, no tomemos este tiempo para meditar si acaso el de Cubillos es un contrato simulado y esconde tras de sí una operación de financiamiento ilegal de la política.
Omitamos por ahora qué puede representar todo este bochorno en el marco de la “crisis de la educación”, en las claves del lucro y la calidad: ¡La Universidad contrató por años a una profesora que no hizo clases! Saltémonos el plantel estelar de aquella escuela de derecho, obviemos de momento los 1482 millones de pesos que como Ministra de Educación le traspasó a la Universidad San Sebastián o la competencia desigual entre las instituciones públicas y privadas en estas materias. Dejemos para más adelante estudiar si acaso este hito tiene relación con las “causas” del octubre chileno.
Suspendamos esos juicios por ahora, pues para ello nos faltan páginas, diálogos, tiempos. Esas son cuestiones serias, robustas. Aquí te quiero invitar a algo más sencillo, más rápido. Te propongo visitar la ignominia. Miremos el “trabajo académico” de Marcela Cubillos. Detengámonos brevemente en su “libro” y sus “reflexiones”, observemos como se construye el relato.
DESVERGÜENZA.
De un paraguazo. Basándonos en el análisis del matemático Andrés Navas, repliquemos: Marcela Cubillos no cuenta con producción académica, ni siquiera cuenta con un perfil académico en algún repositorio tradicional. Sus “trabajos” fueron editados y publicados por su propia casa de estudios, sin someterse a una evaluación imparcial por árbitros externos. Por último, ninguno de sus escritos es citado por pares académicos y su impacto en aquel circuito es igual a 0. El anterior es el dato, por más que su rector, Hugo Lavados, haya indicado que Cubillos “posee gran calidad académica y que su aporte a la universidad es indiscutible”. Desvergüenza. ¿Por qué entonces defenderla con tanta vehemencia?
PANFLETO.
Para hacerle frente a las “injustas críticas” de un “octubrismo enemigo de la libertad”, Cubillos tuvo que salir a relucir su “trabajo académico” en el que sinceramente sólo se encuentra el “libro” “Leer antes de votar”. De inmediato debemos decir que si bien, este cumple con la fisonomía de tal, siendo una obra impresa en una serie de hojas de papel, encuadernadas, con una extensión considerable, este no es más que un extenso panfleto. Entendiéndose por tal un escrito difamatorio, propagandístico, desarrollado en tono virulento contra la Convención Constitucional y su trabajo condesado en la Propuesta de Nueva Constitución. Otorguemos razones para sostener nuestra afirmación.
El panfleto “Leer antes de votar” se propone ser un “manual simple para entender lo que ocurrió en la Convención. Responde el ¿qué ocurrió? ¿cómo ocurrió? ¿por qué ocurrió? Demostrando que la propuesta de Constitución de la Convención está lejos de ser lo que Chile pidió y necesita”.
En relación a la estructura del texto este se desarrolla en 278 páginas. Cuenta con un prólogo, una introducción, tres capítulos a saber: 1- “Plurinacionalidad y Constitución indígena” 2- “Ejes principales de los debates en cada comisión temática” en el cual observa el trabajo de las siete comisiones temáticas que se desenvolvieron en la Convención Constitucional. Un capítulo número 3- “Participación popular en el proceso constituyente” y unas “consideraciones finales. Comencemos.
En general, tempranamente, en la primera página, Cubillos sincera el propósito del texto: “Obviamente no es una clase de educación cívica ni busca ser neutral” cierra el prólogo con una frase de la diputada española Cayetana Álvarez: “entre la sumisión y el conflicto, elijo el conflicto” (7)
A lo largo del capítulo 1 referido a la “Plurinacionalidad y Constitución indígena”, Cubillos entrega una conceptualización del término, basándose en una entrevista de Álvaro García Linera, y si bien es cierto identifica correctamente las dimensiones de la plurinacionalidad, sus “razones”para desprestigiar la idea y tensionarla son los siguientes:
-Bajo el paraguas de la plurinacionalidad se termina con la igualdad ante la ley, se establece privilegios según etnia y transforma el texto en una propuesta simplemente racista. (36)
-La verdad es que Chile merece más que una Constitución plagiada de la Boliviana (39)
-Elisa Loncón llegó a la Convención con estudios universitarios doctorados, siendo profesora de una universidad privada, con una casa en La Reina (40)
-Serán los activistas del indigenismo los que estarán en todos los órganos del Estado y no le darán credenciales a cualquiera (41)
Ahora, la línea fuerte de “argumentación” en contra de la plurinacionalidad la toma de una columna de Sergio Muñoz en donde se afirma: “La agenda plurinacional surge desde el victimismo: Su caso muestra el poder devastador que puede alcanzar la mentira y hasta dónde ha llegado la tendencia a explotar la condición de víctima para conseguir un estatus de superioridad que abre las puertas de la política” (46).
A modo de conclusión Cubillos afirma: “Es decir, ni Bolivia se atrevió a tanto” (61)
Debo indicar que de las 41 páginas que contiene el primer capítulo, 20 son la transcripción textual de artículos del texto de la propuesta. Cubillos copia y pega, no tensiona teóricamente la categoría, no pronostica eventuales problemas jurídicos de adecuación, no observa experiencias comparadas en la materia, no reconoce que gran parte de aquellas normas ya son derecho vigente en el país y que ellas, simplemente, fueron jerarquizadas a nivel constitucional. Para Cubillos todo el asunto se enmarca en el “victimismo de los indios”.
En el capítulo dos, que es el corazón del volumen, Cubillos “analiza” el trabajo de cada comisión en particular. Por extensión sólo nos fijaremos en algunas “joyitas” de algunas de las comisiones temáticas:
Al entender de Cubillos la centralidad de la Comisión Sistema Político pasa porque esta “Consolida una democracia sin contrapesos” (80) Esta afirmación, que fue de alto vuelo en un debate público del todo viciado surge, lisa y llanamente de una mentira. Si bien es cierto el sistema de frenos y contrapesos fue aceitado, la estructura de poder que presentó la Convención es esencialmente la misma que ha existido en toda la tradición constitucional chilena.
No se intervino, de modo alguno, el Poder Judicial y si bien el Senado dejaba de existir tal como lo conocemos, no es cierto que aquella institución haya desparecido en favor de un congreso simplemente unicameral. Inclusive, tanto el Tribunal Constitucional como el Banco Central mantuvieron sus atribuciones y competencias.
En otra línea, Cubillos afirma que las normas de esta Comisión, posibilitaban a la primera coalición triunfadora “hacer lo que quieran, tomando ventaja contra sus adversarios políticos, dejándolos para siempre fuera de la posibilidad de alcanzar el poder. Una mayoría que controle esa cámara única podrá sacar del juego a las minorías y violar las libertades ciudadanas que se le ocurran” (81) Si uno piensa que Cubillos está afirmando que la propuesta de la Convención le quita valor a las elecciones y por poco elimina la alternancia, no se equivoca, pues ella lo transparenta de inmediato: ¿Qué valor tendrán las elecciones si la orientación política ya está fijada y determinada en la Constitución? En el fondo, se busca dejar “todo atado y bien atado”, al más puro estilo de Franco en su discurso de España del 30 de diciembre de 1969” (83)Juzgue usted.
En lo relativo a la Comisión de Principios, Cubillos se detiene en la idea del “Estado social de derecho”. Indica que este no es contradictorio con el principio de subsidiariedad vigente. Para Cubillos la nomenclatura del Estado social sirve “para ahogar la libertad, la diversidad, la iniciativa privada y lo que es más grave, hacer más difícil la satisfacción de los derechos sociales” (122)En defensa del principio de “servicialidad” Cubillos afirma que el Estado social le quita opciones y libertades a la población y que “lejos de empoderarlo, lo dejarán de rehén” (124) Más allá de problematizar esta burda conceptualización, que vincula a la socialdemocracia con una proposición simplemente soviética, bien haría preguntarse el progresismo si acaso en este marco, hay posibilidades de consenso constitucional con esta derecha.
En la Comisión Derechos Fundamentales, destaquemos la “reflexión” de Cubillos sobre los Derechos sexuales y reproductivos. Para ella la norma que habilita la interrupción voluntaria del embarazo, se reguló como un “derecho ilimitado” lo que “implica que podrá abortarse un ser humano en el último mes de gestación, cuando ya es completamente viable; y que si el padre desea conservar al niño o niña tampoco podrá hacerlo” (169) Cubillos, omite de plano el N° 3 del artículo 61: “La ley regulará el ejercicio de estos derechos”, norma que Cubillos copia en su panfleto, pero que no entiende. Es curioso que una “académica” de su nivel, formada en una de las mejores escuelas de derecho del país, omita lo que significa la relación entre Constitución y ley, pero más curioso es que esta argumentación no solo la hayan movilizado desde las más putrefactas cloacas del internet, sino que también, la hayan dejado por escrito en un “libro académico”
De nuevo. De un total de 183 páginas que contiene este capítulo número 2, ¡133 son páginas que están copadas por los artículos de la propuesta! Copiados y pegados. Excepcionalmente Cubillos las comenta, en algunas ocasiones sus reflexiones surgen a propósito de comentarios de sus colegas convencionales de derecha, otras veces utiliza columnas de opinión que pega en extensos párrafos.
Su esfuerzo más destacable se reduce a subrayar en negrita algunas palabras que ella identifica como claves dentro de los artículos.
Finalmente, en el apartado “Consideraciones finales” Cubillosenumera “10 claves que definen la Constitución de la Convención” Detengámonos en algunas de las que allí se presentan.
En el punto 1 “Una Constitución que divide” Cubillos indica que “no hay en el texto, ninguna norma que haya sido producto de un acuerdo transversal” cuando todas, absolutamente todas las normas del texto fueron aprobadas por 2/3 de los Convencionales Constituyentes. En sede política, algo más transversal que ello difícilmente será factible, pues los 3/3 solo son posibles en Corea del Norte. En el punto 3 “Una Constitución indigenista que arrasa con la igualdad ante la ley” Cubillos afirma: “Lejos de unir, este texto segrega, transformando a la Convención de la Constitución en un texto racista” Sí, así como lo lee. Tal vez escribió trasnochada y quiso decir, “transformando la Constitución de la Convención en un texto racista”, sin embargo, suma, “Se consagran privilegios para grupos de personas solo en razón de su origen o etnia.
Es decir, un chileno no indígena, dueño de una pequeña parcela tendrá menos derechos sobre su propiedad que un indígena que quizás sea dueños de muchas más tierras que él” Bien… quedamos esperando la justificación de esta afirmación, que por ahora no llegó. En el punto 5 “Una Constitución de la revancha” Cubillos declara: “Se remplaza la democracia representativa por una sustantiva, y se plasman los principios de la coalición del Presidente Boric como los únicos válidos y democráticos” Casi parece que Cubillos observa en el texto la proscripción de sus ideas vía constitucional, en un registro muy parecido que el famoso artículo octavo del texto constitucional de 1980 en su versión más tiránica. ¿Argumentos a favor de esa afirmación? Usted ya lo sabe. Continuemos.
En el punto 7 “Una Constitución que deja en la cuerda floja el derecho de propiedad” Saca Cubillos una joyita, la cual fue muy eficaz en el período de campaña por el Rechazo de salida. Proclama: “la norma analizada en relación al derecho de acceso a la vivienda confirma que Chile pasará de ser un país de propietarios a uno de arrendatarios” Cubillos confunde y vence.
Mezcla la discusión en torno al derecho de propiedad, regulado por la Convención en los mismos términos que el texto constitucional vigente, con la discusión sobre uno de los elementos del estándar del derecho a la vivienda adecuada, el cual es la “seguridad en la tenencia”, que el contexto del derecho internacional de los derechos humanos, su contenido básico ha sido definido a través de las observaciones del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, indicando algo que debería ser obvio, básico, para una abogada de su prestigio: la seguridad en la tenencia puede considerar la propiedad, pero también otra variedad de formas como puede ser el arrendamiento.
Por último, en el punto 9 “Una Constitución irreformable” Cubillos simplemente omite un capítulo entero de la propuesta de la Convención para indicar: “La Constitución de la Convención tiene candado” Me queda la duda sobre si Cubillos habrá leído el capítulo XI, relativo a “Reforma y Remplazo de la Constitución” que va del artículo 383 al artículo 388 de la propuesta. Tengo la impresión de que no.
MÁQUINA DE GUERRA.
Como se ha dicho en el foro público: Marcela Cubillos es una académica ideológicamente falsa. Sin embargo, aquello es solo un pelo de la cola. Lo problemático del asunto, no es tanto que el panfleto no cuente con bibliografía, tampoco es su forma escritural, ni su pobre densidad intelectual.Lo complicado del asunto es que en aquel texto hay un relato, una verdad, que ha sido masificada por una de las tantas máquinas de guerra que maneja la oligarquía.
Aquel relato, al cual concurren también los textos de Bown, Garín, Cantuarias y Marinovic, ha calado hondo, inclusive en las valoraciones que hacen del proceso-texto algunos sectores del progresismo.
Una izquierda, temerosa y silente es en parte responsable de aquella hegemonía. Ya parece ser la hora de salir marasmo y defender, con justicia y valentía el momento democrático que vivió este país entre 2019 y 2022. Los poderosos siguen escribiendo su historia, nosotros ¿qué estamos esperando? Nuestro silencio es su victoria…