Hace una semana, después de rendir sentido homenaje al profesor Edmundo Rodríguez Ramírez, primera persona fallecida a causa del SIDA en Chile, conversando de las justas e imprescindibles luchas del VIH/SIDA en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, fuimos golpeados por el peso de la realidad, la triste e inesperada muerte de nuestro querido amigo y compañero Michael Luciano Díaz Rodríguez, reconocido activista de la organización Sida Maule. Parecía un contrasentido pero justo el día que recordábamos 40 años de la primera muerte del mal llamado “cáncer gay”, un compañero de tantas locas e intensas luchas se sumaba a la larga lista de pérdidas irreparables.
Los detalles y las circunstancias del deceso se mantienen todavía en reserva e investigación pero lo cierto es que su cuerpo fue encontrado en su casa con una data de muerte de días e incluso meses. Se desconoce si hubo participación de terceros y muchos nos preguntamos por qué tanta soledad, desidia y abandono de un compañero que fue muy importante e incidente en las urgentes e históricas luchas por la dignidad de las personas que vivimos con VIH/SIDA.
Así como otros amigos y amigas seropositivos, tengo muy lindos e intensos recuerdos con Michael Díaz en Santiago y en Talca. Recuerdos e historias privadas y públicas, evocaciones humanas, sociales y políticas. Todas esas memorias de vida me remiten a una persona afectuosa, amorosa, audaz, comprometida e inteligente. Obsesivo, como muchos, me incluyo, Michael Díaz nunca dejó de batallar e incidir en las causas del SIDA en Chile y Latinoamérica. Siempre estuvo presente y combatiente, creando e ideando iniciativas, buscando mejorar la calidad de vida de las personas viviendo con VIH y vigilando férreamente la política pública. Michael se desvivía estudiando las leyes, redactando propuestas, investigando denuncias, interpelando al Estado de Chile y a sus autoridades, buscando auxilio de la Contraloría General de la República, luchando, creando y pensando siempre en otros, incluso, muchas veces abandonándose así mismo.
La vida de Michael Díaz no fue sencilla, proveniente de una familia humilde de San Clemente, siempre buscó ganarle a la vida, superando poco a poco sus condicionantes económicas. En su rol de activista viajó por Chile y el mundo luchando por los desvalidos, siendo él uno de ellos. La vida tenía sentido y Michael luchó por encontrárselo, hasta que enfermó gravemente su amada madre y debió dedicarse a cuidarla, asistirla y acompañarle. Otra vez debió luchar, así como lo hacía por su propia enfermedad, contra un sistema de salud duro e insensible donde muchas veces un paciente -y su familia- no siente. Michael batalló pero no pudo lidiar con la triste y lamentable pérdida de su madre, pilar fundamental de su seropositiva existencia, golpeando irremediablemente su agitado corazón.
En enero de 2023, Michael escribía en sus redes: “Les comparto la noticia de la partida de María Raquel, mi madre, una mujer luchadora que dio una dura pelea frente a una grave y cruel enfermedad. Su cuerpo no resistió y ha partido hacía un merecido descanso. Mis pensamientos y mis oraciones están con ella. Su ejemplo de tenacidad, intrepidez e inocencia guiaron su vida hasta su último suspiro, vuela muy alto hasta el infinito”.

Después de estas tristes palabras que describen el profundo dolor de Michael, nuestro amigo no fue nunca más el mismo. Trató de seguir su vida, viajaba a Santiago e incluso a otros lugares del mundo que nunca aclaró del todo, buscando seguramente la paz, deseando reencontrarse con su destino, mostrando las perlas de su madre, coqueteando públicamente con esas bellas joyas pero en el brillo de su autenticidad ocultando un profundo dolor. Y así le fuimos perdiendo la pista. Su salud falló, abandonó su terapia contra el VIH y zigzagueó en la vida y sus excesos. Ya era muy difícil comunicarse con él. Nunca o casi nunca respondía el teléfono. Los cambió muchas veces, decía que lo perseguían, que lo vigilaban. Hace unos meses me llamó y me prometió un café. “Mejor nos tomamos un pisco sours en los peruanos, niña”, le dije a modo de consuelo e íntima complicidad, recordando tantas veladas donde analizamos el escenario de la lucha VIH en Chile y estudiamos los pasos que debíamos dar. Desgraciadamente ese último encuentro no se concretó y la marcha se detuvo para siempre. Yo insistí en llamarle muchas veces pero nunca respondió. Quedó pendiente un viaje a Talca, quedó diferida una nueva conversación, una loca propuesta seropositiva que hiciera sentido.
«Tenemos el sentimiento de comunicar el sensible fallecimiento de Michael Díaz, san clementino quien por mucho tiempo se desempeñó como Director Ejecutivo de la Fundación Sida Maule. En el transcurso de las horas entregaremos mayores antecedentes. Como medio de comunicación y de quienes laboramos en él, nuestro más sentido pésame para familiares y amigos. Radio Esperanza de San Clemente», escribió la radio de su pueblo, sumándose a las condolencias de los muchos y muchas que sentimos sinceramente su dolorosa e irreparable muerte.
¡Hasta siempre querido amigo y compañero Michael Luciano Díaz Rodríguez!
*Réquiem de Víctor Hugo Robles leído por Paulina Espinoza en misa en homenaje a Michael Díaz, realizada el pasado 30 de agosto en la Catedral de Talca.