La sicóloga fue protagonista de uno de los temas judiciales más polémicos del último tiempo: el caso Spiniak. En ese momento se acusó que un selecto grupo de la elite chilena abusaba de niños, niñas y adolescentes en situación de calle en fiestas, donde supuestamente había drogas y alcohol.
El año 2008, México le dio refugio humanitario luego de que la sicóloga fuera perseguida judicialmente acusada de falsificar documentos, testimonios y dirigir las declaraciones de las víctimas de este caso.
Según relató en Interferencia, la amenazaron a ella y a su hijo menor, quien tenía nueve años cuando lo llamaron para decirle que lo matarían. Le robaron el auto, su computador, la acusaron de loca y falsificaron su firma en informes que fueron usados para deslegitimarla profesionalmente.
Sobre la acusación a dos políticos en ese momento, contestó:
“Delia del Gatto estaba fuera del país y le dice a la jefa de la unidad jurídica que tengo que ir a hablar con Gema Bueno, que en ese tiempo estaba en un centro de rehabilitación de droga. El Sename era en ese entonces casi una institución militar. Delia decía que no se movía una hoja sin que supiera. Así que me dirigí a Peñaflor, me hacen pasar y veo una niña más bien gordita, la única mujer. Empezamos a hablar y ella me dice que estuvo en las fiestas de Spiniak y se arrancó. Le pedí sus datos y me doy cuenta que, al momento que la estaba entrevistando, ella ya era mayor de 18 años. Le dije que no podía entrevistarla porque ya no era una menor. Hice un informe y le digo a Delia que no podía hacer esa entrevista porque ella era mayor de edad. Dos días después, Delia del Gatto me pide que me ponga a disposición del juez para trabajar en ese caso”.
Y acerca de los políticos mencionados en la fiesta agregó “Sólo a Nelson Ávila por su nombre. Tenía que llevárselos al juez, no les hablaba mucho. Así es como me mandan a buscar una menor a La Serena, y la encontré, pero luego se me desapareció. Entonces volví a Santiago a entregar esa información en un informe y me entrevisté con el ministro, y cuando le cuento lo sucedido él me dice que se va a tomar unos días de descanso porque lo andan persiguiendo y acosando. Me cuenta que lo estaban extorsionando. Me dijo textual “yo no sé si quieren matarme o que me mate”. Y yo quedé impactada… Ahí se acabó mi participación en el caso Spiniak. El ministro fue cambiado y yo no seguí trabajando más en él”.
El medio digital también hace alusión al juez Daniel Calvo, quien trabajó con Rina Montt en la primera etapa investigativa de esta supuesta red de explotación sexual infantil. El profesional fue extorsionado por un trabajador sexual gay, quien lo acusó de tener una doble vida, e incluso fue grabado saliendo de un sauna gay, imágenes que aparecieron en los noticieros. En ese momento fue destituido de la investigación. El caso lo tomó otro magistrado y Rina Montt también dejó la causa.
Ahí comenzaron los problemas.
“Claro, pero al poco tiempo me robaron un auto y me destruyeron los cables telefónicos de la casa. Antes de eso llaman a la casa y amenazan a mi hijo menor que si yo hablaba lo iban a matar (…)Me hicieron un sumario interno, y como yo le regalé unos pantalones a un chico que estaba en la casa del Cura Jolo, me acusaron de comprar testimonios. Le llevé esos pantalones porque tengo hijos y él niño no tenía ropa. No fue una compra ni nada parecido como hicieron creer. Trataron de desacreditarme por todos lados. El señor Nelson Ávila iba a todos los canales a decir que yo había inducido a los niños a mentira. También la UDI a través de sus abogados. Y yo nunca hice algo así. La UDI me acusó de sedición con astucia y el señor Ávila de inducir un falso testimonio”, relató.
¿Y por qué quiere hablar ahora?, le preguntó la periodistas Laura Landaeta.
“Me sorprendió mucho leer que Gonzalo Alveal Antonucci es hoy un funcionario de inteligencia de la elite (ANI), cuando es un canalla, un tipo que hizo mucho daño y que ha transitado con total impunidad (…) Gonzalo Alveal Antonucci fue el brazo armado sicopático que fabricó pruebas y cambió mi declaración. Delia del Gatto Reyes, Loreto Ditzel Lacoa, Nelson Ávila Contreras y Jovino Novoa Vásquez son todos culpables. La impunidad con que circulan estas personas es lo que más molesta, la jueza Viviana Toro jamás me interrogó por este tema de ejercicio ilegal, pero en su sentencia dice que me condena básicamente por mi declaración. El protocolo de Estambul, el Acuerdo de San José de Costa Rica, firmado y ratificado por Chile es invisible y desconocido para los poderosos jueces y ministros del poder Judicial de Chile. Gonzalo Abelardo Alveal Antonucci, fue el único que vio los videos que se perdieron, es posible inferir entonces, que él tenía en sus manos a los poderosos participantes de estas fiestas. Cuando le pregunté vía WhatsApp a este carabinero que le había hecho yo para que me hiciera tanto daño me contesto con el salmo 23: «el señor es mi pastor y nada me faltará”, concluyó.