Viernes, Marzo 29, 2024

“Un país de mierda”: La cuarta pared que derribó Julio César Rodríguez

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“Puta el país de mierda que tenemos”. Quebrado de emoción y dolor, por un caso que estaban presentando en su matinal y que le recordó su propia historia (las situaciones que tuvo que pasar con su fallecido hijo), Julio César Rodríguez rompió la cuarta pared que separa al mundo del animador con el de los problemas de la gente.


Días previos al histórico plebiscito nacional, los actores Karla Melo y Sebastián Ayala se juntaron por segunda vez de manera voluntaria para revivir a sus extintos personajes Flavia y Maicol de la descontinuada serie El Reemplazante. ¿El plan? Mostrar cómo hasta el cabeza dura del Maicol se daba cuenta de la necesidad e importancia de ir a votar. ¿Su motivación? Su hermana chica, la Toyita (interpretada por Maite Neira).

Ayer, todo esto cobró sentido en la vida real, cuando vimos a Julio César Rodríguez quebrarse frente a las cámaras.

“¿Lápiz pasta? ¿carnet? ¿alcohol gel?
Oye… y ¿ganas de cambiar este país culiao?”

Han sido muy diversas las emociones que le hemos visto experimentar al animador, siendo usualmente reconocido por sonreír y tirar algunas tallas fomes, pero que él parece disfrutar mucho. Para quienes fuimos testigos, en vivo y en directo, del emotivo momento protagonizado por Julio César en el matinal de CHV, no pudimos quedar indiferentes. Esas lágrimas y esa voz llena de dolor no es algo común, con un origen que lamentablemente si lo es: la frustración de vivir en un país que no te garantiza nada, ni lo mínimo. Por el contrario, sólo te trae dificultades y dolor. “Un país de mierda”, como dijo desde la guata Rodríguez.

La mañana del miércoles, la pauta de Contigo en la Mañana en CHV tuvo como centro de la sección dedicada a problemáticas de ayuda al televidente, el caso de una mujer que denunció a su arrendatario tras no pagarle más de $5.000.000 y no abandonar su casa siquiera teniendo ella que vivir de allegada. Y eso no es todo: es madre de tres hijos y uno de ellos sufre del síndrome de Coffin-Siris, una rara enfermedad genética, que se caracteriza, entre otros muchos padecimientos, por algunos rasgos reconocibles. Hasta ese momento, Julio César Rodríguez se había mantenido tal y como siempre: directo en sus preguntas y con un manejo sencillo pero eficaz de la situación.

Tras las continuas evasivas del sujeto a abandonar la casa de la mujer, se armó un cuento intenso entre los vecinos del sector y el diálogo que sostuvo Julio César con quien dio por llamar Francisco. Poco a poco, el tono de la conversación reveló el desagrado del animador con la situación haciendo duras preguntas y poniendo en su lugar al tipo, haciéndole ver el hecho de que estaba poniendo sus derechos por sobre los de la dueña de la casa. Cuando de pronto, Julio César elevó una propuesta que dejó a todos marcando ocupado: le ofreció al sujeto pasarle un lugar donde vivir con su familia un mes con el fin de que abandone dentro de los próximos días esa casa y que tenga tiempo y tranquilidad de buscar una nueva.

Mientras cerraba el trato con el sujeto, vimos como hasta los vecinos se hicieron parte de la causa de la mujer ofreciendo incluso pagar entre todos un camión de mudanza para que abandonara lo más pronto posible la casa usurpada. Una vez que el acuerdo propuesto por Julio César fue aceptado, se debió ir a una pausa comercial. Al regreso, el rostro de Julio César Rodríguez ya no era el mismo: ojos hinchados y rojos a punto de estallar en lágrimas, una cara de tristeza que inmediatamente nos recordó cuando una mujer de 70 años durante el estallido social, le provocó la misma reacción tras su testimonio, pero esta vez, el catalizador era distinto.

Ante la sorpresa que generó el nivel de involucramiento de Julio César con el caso –llegando hasta el punto de ofrecerse como protagonista de la solución–, es posible que en el switch de dirección le hayan pedido tener que dar explicaciones durante la pausa comercial tras haber roto la cuarta pared que separa al mundo del animador con el de los problemas de la gente.

Tras volver de comerciales, el animador le explicó a la mujer –y a todos nosotros– el por qué de su decisión: Julio César lo hizo por Pablito, su fallecido hijo con la misma enfermedad de la mujer, a quien el periodista debió cuidar y luchar mientras estaba estudiando en la universidad, sin fama, sin auto y en micro como el mismo dijo, revelando que pese a que hoy es consciente de sus privilegios, bien sabe de dónde reclutar la empatía por casos como este y muchos otros más de los que se ha hecho parte.

¿Cómo no te va a dar rabia vivir en un país que protege al sinvergüenza? ¿Qué clase de sociedad se construyó en la angustia de no poder enfermarte, o nacer enfermo o de necesitar atención médica y no poder costearla? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que los aprovechadores y los corruptos tengan cancha, tiro y lado amparados por una torcida justicia? Mientras escribo esto, leo que en el Caso Penta, el SII les devuelve $1.400 millones de pesos por lo que gastaron en abogados por ser investigados por corrupción. ¡Por corrupción!

Sobre la misma, veo que la UDI –encabezada por Patricio Melero– exige que sea secreta la sesión en la que sería interpelado el director del SII por tal decisión, en un derroche de sirvergüenzura y de pasarse por el culo la transparencia. Hace unas semanas supimos del perdonazo a Ponce Lerou… Nos siguen tocando las de abajo.

Y si nos metemos de hocico en la tele –que es mi tema–, pasen a revisar cómo se metieron en “la cocina” junto a Piñera, Chadwick y Karla Rubilar, todos los canales de televisión abierta representados tanto por los altos cargos como por sus rostros en el contexto del estallido social. ¿Qué creen que pasó ahí? Todo lo puedes leer en un reportaje exclusivo de La Voz de los que Sobran.

https://lavozdelosquesobran.cl/a-un-ano-del-estallido-la-reuniones-secretas-de-pinera-y-sus-ministros-con-altos-ejecutivos-y-rostros-de-television/

“Y te quería decir que me da mucha pena que lo que a mi pasó hace 30, 20 años atrás te pase a ti hoy día… el 2020 igual, y tengas el mismo abandono, y las mismas carencias y necesidades” fueron las palabras de Julio César a la madre de Alejandrito, el niño que despertó ese dolor latente en el animador.

Con cosas como esta, pienso que si Karla Melo viene a preguntarme si tengo ganas de cambiar este país culiao, le diría: “no me preguntes hueás y vayamos juntos a cambiarlo todo, desde los cimientos.” El primer gran paso lo dimos el domingo 25 de octubre derribando ese muro que parecía imposible. Ahora, queda recordar que ese Chile no ha cambiado un centímetro en lo estructural. Esa pega nos toca y la tenemos que dar por los otros Pablito, Alejandrito y tantos, tantos otros. Y por todos quienes vivimos años sometidos a vivir en la mierda por la voluntad de unos pocos.

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