miércoles, septiembre 18, 2024

Santiago Downbeat y la bohemia del ska-jazz en la noche santiaguina

En la barra, Mauricio Durán, guitarrista de Los Bunkers, pide un whisky con hielo. El piso de madera cruje en cada pisada que el público da en este añoso salón de baile, y en esta nueva noche de bohemia en el barrio Bellavista.

Comparte

La banda formada en el año 2008 lanzó el pasado sábado 10 de agosto “Salón de baile” su último trabajo discográfico.

Las puertas de madera de la discoteca Onaciú se abren entre chirridos. El público espera el concierto en un salón de baile sin bola disco, pero con medusas hechas de papel que cuelgan desde el techo. El golpeteo entre botellas de cerveza y vasos con piscola anuncian que la noche tendrá motivos para brindar: por la música, por el amor, por la amistad, por la salida de un nuevo disco de la banda y por la escena cultural underground que sobrevive hasta hoy en Santiago City. 

En la barra, Mauricio Durán, guitarrista de Los Bunkers, pide un whisky con hielo. El piso de madera cruje en cada pisada que el público da en este añoso salón de baile, y en esta nueva noche de bohemia en el barrio Bellavista.

Comienza el espectáculo con la participación del escritor y productor del evento Cristóbal González, que lee un texto rescatado de su libro sobre el ska en Chile “Un paso adelante” alternando con nuevas reflexiones. Aparece en escena Santiago Downbeat, el ensamble de doce músicos a cargo de vientos, cuerdas y percusiones, que dan vida a la sólida formación de ska jazz con dieciseis años de trayectoria, y que es recibida entre aplausos, chiflidos, humo de marihuana y risas fiesteras.

Detrás del escenario, en una pequeña sala con rayados anti Pinochet en las murallas, se prepara Joe Vasconcellos. El músico de sesenta y cinco años, compositor de “Hijo del sol luminoso” está de pie, rodeado de estuches de instrumentos y de la ropa informal de los músicos que actúan sobre el escenario. Joe cierra los ojos y se concentra mientras llega su turno para aparecer en escena como músico invitado. Fue convocado para cantar “Abajo el mar”, de autoría de la banda.

Natalia Ramirez, vocalista del grupo, canta junto a Joe gesticulando con sus manos. En la muñeca lleva una pulsera hecha de flores naturales, las mismas que los hombres llevan en la solapa de sus trajes, y que componen el ramo que le entregarán a Joe al terminar su actuación. Nati sigue cantando, el público la ama y dentro de ella la ama también el hijo que espera. El líquido amniótico es el propio salón de baile de quién en unos meses verá la luz del día y a su madre cantar como una diosa. 

Los aplausos acarician el alma; hacen que el sacrificio previo tenga sabor a recompensa. El público baila, conversa, enrola pitos de marihuana y cigarrillos de tabaco.

Chamo, percusionista de la banda de ska Santo Barrio,  disfruta el espectáculo extasiado. Un poco más allá están Cancamusa y Francis Durán, también de Los Bunkers, disfrutando de la mística del momento. 

El recinto está lleno, el público baila, conversa, siente. La música está en todos lados, flota como una espesa capa que amortigua el vaivén de los huesos de los brazos y piernas al moverse con el ritmo del baile ska. Hay hombres y mujeres, y jóvenes y viejos. Hay alegría y nostalgia de una época que no existe. Pero que vuelve con los acordes y melodías que interpreta la banda.

Cristián Cerpa,  director de Santiago Downbeat, hace un solo de trompeta. Algunas notas rebotan entre las paredes del salón, otras se guardan en la memoria de los presentes.

Se termina la noche.

El público comienza a retirarse.

En el camarín toman y comen encurtidos los músicos de la orquesta.

Se desocupa la taberna.

Los autos se van…

…y la noche se diluye con los pasos que se alejan.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Te puede interesar

Lo Último

¡Apoya al periodismo independiente! Sé parte de la comunidad de La voz de los que sobran.
Únete aquí

¡Apoya al periodismo independiente!

Súmate, sé parte de la comunidad de La voz de los que sobran. Así podremos seguir con los reportajes, crónicas y programas, que buscan mostrar la otra cara de la realidad, esa que no encontrarás en los medios de comunicación hegemónicos.