“La buena salud mental de líderes que concentran todo, no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir en situaciones de alto estrés”, asegura el neurobiólogo Óscar Lazo, investigador del Instituto de Neurología Queen Square de la University College de Londres, quien en esta entrevista, habla del comentado estado de salud del Presidente Sebastián Piñera, los mitos y las verdades, que aún sin una ficha médica a la vista, la neurociencia puede orientar.
Óscar Lazo Jerez es neurobiólogo y PhD en fisiología, Licenciado en Ciencias Biológicas de la Universidad Católica y especialista en enfermedades neurodegenerativas. Las últimas semanas reconoce que ha visto con preocupación las apariciones del Presidente pues, desde mediados del año pasado, lo nota más cansado porque los tics le resultan muy difíciles de manejar. En situaciones de estrés, dice, aparece la irritabilidad y problemas para tomar decisiones rápidas.
A la pregunta de qué efectos puede tener si un líder -sin ninguna patología neurológica- se ve enfrentado a una situación de alto estrés como la pandemia y en el caso del presidente Sebastián Piñera, al estallido social, Lazo contesta que la evidencia médica y científica es absolutamente clara. El estrés es parte del proceso evolutivo y brota como la respuesta para afrontar un peligro inmediato, una emergencia. En sus palabras es un animal que se encuentra con su depredador y entonces necesita activar todo para poder escapar.
“Pero cuando esas emergencias dejan de ser singulares y empiezan a ser permanentes, todo este sistema se viene a abajo. Porque ya no sirve para enfrentar una nueva normalidad estresante y por eso el estrés sostenido genera, en la mayoría de las personas, trastornos de ansiedad y es la primera causa de depresión mayor, clínicamente eso es así y está muy demostrado. Las áreas del cerebro que se van a ver primero afectadas por el estrés sostenido son áreas que de hecho participan en la toma de decisiones, como la Corteza prefrontal, que permite tomar decisiones planificadas, mirar a largo plazo y mantener la perspectiva; y el Sistema límbico, que que es crucial para leer los contextos emocionales”, explica.
-Si uno piensa en esto – dice Lazo – cualquier líder político sometido al estrés que supone gobernar, en un conflicto social intenso y de una pandemia, estaría sometido a esto, y no habría salida. Mientras en menos hombros esté concentrado el poder obviamente el estrés es mucho mayor y más inmanejable. Y la salida es evidente. En la medida en que los líderes son capaces de delegar, también ese estrés se disipa y es más plausible mantener su salud mental. Los líderes que concentran todo, no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir con buena salud mental, a este tipo de situaciones.
-Cuando ocurre el episodio de los tics de Piñera en el Comité de Emergencia en Osorno el año pasado, se habló mucho de su salud mental. En ese momento usted dijo que le preocupaba el gran cansancio y falta de sueño que veía en él. Sin pedirle un diagnóstico ¿Qué cosas hoy le llaman la atención y que deberían observarse en el Presidente?
-Aprovecho de decir algo que repito cada vez que hago este tipo de afirmaciones, y es que uno debería sospechar de cualquiera que trate de hacer un diagnóstico de un paciente que no ha visto, independiente de cuantos videos o imágenes vea de él. Dicho esto, yo creo que es evidente para todos los que vimos al Presidente, y Cecilia Morel lo ha dicho públicamente muchas veces, que Sebastián Piñera es alguien que no descansa lo suficiente. En un contexto como el que Chile vive hoy puede ser algo realmente difícil para su capacidad de toma de decisión. La falta de sueño no es un chiste. El exceso de trabajo no es un chiste para nadie. Puede producir problemas neurológicos severos. Es evidente que él está más cansado y estresado de lo que normalmente está. Y eso que fue un motivo de preocupación para mí cuando lo vi en Osorno, obviamente ahora lo es más.
– En las circunstancias en las que Chile está desde hace ya tiempo- afirma Óscar Lazo- creo que es súper importante que el Presidente pueda ir abriendo su círculo de confianza y poner el poder en los hombros de más personas, distribuirlo, y así lidiar con los efectos naturales que esto va a tener. Necesita equipos más amplios y autónomos y que este estilo que el Presidente siempre ha tenido de concentrar mucha responsabilidad y decisiones, puede ser muy complicado en términos de salud en estas circunstancias.
-Hace poco se publicó una imagen que va en sentido exactamente contrario a lo que usted dice, donde se ve al Presidente en su escritorio, con una ruma de archivos ¿A qué se expone al seguir así?
-Ese es el clásico Piñera. Creo que se expone a trastornos de ansiedad y del sueño. Se va constituyendo un círculo vicioso del cual es muy difícil salir, porque cuando estás con niveles de estrés tan altos, que te cuesta conciliar el sueño, menos descansas, más estresado estás, te cuesta tomar las decisiones. Y no sabemos, nadie sabe, qué enfermedades subyacentes tiene, que ante determinados niveles de estrés se pueden gatillar y que incluyen depresión y trastornos bipolares que son las primeras cosas de las que uno se preocuparía como derivadas del trastorno del sueño. Pero eso a nivel incluso de patologías diagnosticadas, pero a nivel subpatológico, esperaría que alguien que no duerme ni descansa lo suficiente, tenga más problemas de irritabilidad, más problemas para tomar decisiones rápidas y más dificultades para el control o la labilidad emocional (cambios rápidos en el estado de ánimo).
– Que son factores importantes en un momento de pandemia, por ejemplo.
– Y para un liderazgo político en cualquier momento.
– Cuando se habla de la salud mental del Presidente, es frecuente la sospecha de que tiene el Síndrome de Tourette cuyos síntomas son ansiedad, impulsividad, repetición y temor.
– Es difícil saber si ese tipo de componentes, más psiquiátricos, son consecuencia directa del síndrome o de cómo los sujetos que lo padecen son percibidos en la sociedad. Como cuando se asoció la homosexualidad a trastorno de ansiedad. Ser homosexual no te provoca trastornos de ansiedad, pero estás enfrentado a un mundo que es tan hostil contigo, que terminas desarrollándolo. Dicho eso, personalmente no veo ninguna evidencia clínica robusta, consistente, para decir que Sebastián Piñera tiene Síndrome de Tourette, como no veo tampoco ninguna evidencia indiscutible de que tenga un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Sí creo, que evidentemente tiene tics motores y los ha tenido siempre. Y cuando el Presidente está cansado sus tics son más evidentes y le cuesta muchísimo más disimularlos. Si uno mira videos de unos 10 años atrás, los tics de Sebastián Piñera son los mismos el mismo movimiento de cabeza y de hombros, no hay una progresión, nada para pensar que está teniendo una patología en desarrollo o en agravamiento.
-¿En el video del funeral de Bernardino Piñera no ve usted un aumento en los tics del Presidente?
-Son los mismos tics que uno veía cuando estaba en Osorno. El otro día me puse a ver un video de una reunión bilateral con Barack Obama en su primer gobierno. Esa reunión es muy interesante, porque cuando él habla no tiene ningún problema, pero cuando está en reposo comienzan a aparecer todos los tics, se nota que está haciendo todos los esfuerzos del mundo por mantener el control motor y tiene exactamente los mismos movimientos que vimos en el funeral, pero atenuados porque él está haciendo un esfuerzo muy grande, lo que no se molesta en hacer cuando está en un ambiente con más confianza. Hay una entrevista, hace muchos años, en que Cecilia Morel cuenta que cuando Piñera está leyendo en la cama antes de quedarse dormido sus movimientos son tan fuertes que se golpea la cabeza contra la cama.
El episodio de Osorno fue en julio del año pasado. Oficialmente, como otras veces, se le bajó el perfil a lo sucedido. Pero en agosto, al regreso de la Cumbre del G7, Piñera hizo una parada en Portugal donde visitó la Fundación Champalimaud que es un centro de referencia internacional en investigación de neurociencia. Quizás ello pueda significar que se tomaba más en serio su salud de lo que se decía públicamente
Puede ser y yo creo que hay buenas razones para hacerlo, porque en el fondo esto es permanente tema de discusión pública. Creo que eso es algo que los líderes políticos tienen que entender, que incluso sin traspasar los límites de su confidencialidad médica, es natural que haya una preocupación pública por su estado de salud y por hasta donde este estado de salud interfiere o no con su toma de decisiones. Aunque no tenga ningún problema médico, el hecho de que parezca tenerlo hace que sea parte de la conversación pública. Lo que tienen que entender los líderes políticos es que el ambiente al que ellos están expuestos, el tipo de estrés, de responsabilidades puede poner a otros en riesgo. Y deberían quizás exponer su situación, hasta quizás para demostrar que no tienen un problema de salud.
-Exponer la situación de salud de las autoridades en Chile hoy día es voluntario, a diferencia de la Declaración de Patrimonio e Intereses que obliga a los altos funcionarios del Estado a revelar asuntos privados que podrían afectar sus decisiones ¿Cree que es necesario un mecanismo parecido en temas de salud?
-Si hay algunas tareas que suponen mucha responsabilidad, que no puede quedar a tu arbitrio si declarar o no una dificultad médica, significa que puede hacerse para cualquier trabajo y exponer la intimidad de la propia salud y que tu empleador lo cuestione, por ejemplo, me parece que cruza un límite complicado que al final puede ser peor para la mayoría de los trabajadores. Dicho lo anterior, que es donde está el límite ético, sí creo que el país se puede dar mecanismos para asegurar que existe buen juicio respecto al estado de salud de las autoridades de mayor importancia como Presidente del Senado, Presidente de la Cámara de Diputados, Presidente de la República, ministros de Estado y ministros de la Corte Suprema. Y este mecanismo podría estar basado en una especie de comisión de ética confidencial, pero que fuera capaz de tener la potestad de decirle a las autoridades que con esta patología son necesarios tratamientos o limitaciones de su rol. Pensaría en un camino así y no en transparencia abierta, porque no es lo mismo tu patrimonio que tu salud.
El Síndrome de Hybris
“El concepto de lo privado, esgrimido en numerosas ocasiones para justificar el secretismo en relación con la salud de los líderes, no puede valorarse por encima de los intereses de la sociedad que lo ha elegido. Después de todo, se trata de una personalidad pública, que se presenta voluntariamente a elecciones bajo el escrutinio de los votantes”, afirma Lord David Owen, médico y político inglés que acuñó el Síndrome de Hybris o Hubris para definir la autoconfianza exagerada de los políticos cuando alcanzan el poder. El síndrome ha sido usado por ejemplo para interpretar el temerario consejo de Donald Trump sobre usar desinfectante para curar el Coronavirus y aunque no es muy difundido en Chile, el investigador del Instituto de Neurología de la University College de Londres, Óscar Lazo, lo conoce bien.
“Esa frase tiene dos dimensiones una que corresponde a la ética médica y otra que corresponde a una pregunta política. La pregunta dónde termina la confidencialidad médica como un derecho que todos tenemos y dónde empieza la responsabilidad pública del Presidente como sujeto político y no simplemente como ciudadano más. Creo que ese límite ético se delibera políticamente, que es la sociedad la que ha de definir hasta donde le pedimos cuentas a las autoridades y hasta donde las autoridades están sometidas a un escrutinio mayor que el resto de los ciudadanos al nivel de tener que exponer cuestiones que normalmente serían absolutamente confidenciales”, explica el profesional.
El neurobiólogo previene que, si bien David Owen es neurólogo y psiquiatra, se dedica a la política desde hace muchos años.
-Él empezó a hablar de esta patología del poder en los 90, pero la comunidad médica ha tomado esto como una reflexión política que tiene raíz médica, no una nueva enfermedad. Se usa para graficar la importancia de tomar determinados resguardos en el ejercicio del poder. Es una reflexión muy interesante en todo caso, porque permite ponerle nombre a una serie de cosas que uno ve habitualmente. En estricto rigor, síndrome no es otra cosa que la suma de signos o síntomas visibles.
Lo que él propone el Síndrome de Hybris – dice Lazo – correspondería a cierto tipo de personalidad que desarrollan los líderes políticos en tanto más tiempo pasan en el poder y más poder concentran, mayor sería la posibilidad de que desarrollaran el síndrome de Hybris. Según Owen aparece una propensión narcisista, básicamente como una arena de combate donde se ejerce el poder y se busca la gloria. Una predisposición a tomar acciones que lo hacen ver bien y con eso una preocupación desproporcionada por su auto imagen. Ello con una manera mesiánica de hablar o la tendencia a identificar el bien de la nación o lo que el país quiere con lo que ellos quieren. Con una cierta tendencia a la despersonalización como decir “nosotros creemos esto” o “el Presidente cree” o habla de mucha soltura para criticar la opinión de otros.
Explica que los políticos afectados por este síndrome tendrían en muy alto estándar la propia opinión al punto de desacreditar expertos de no aceptar ninguna clase de crítica racional. “Y en eso hay una exagerada autoconfianza con sentido de omnipotencia de pensar que bajo su poder cualquier cosa se puede hacer. También tiene la idea de que no puede ser juzgado por ningún par ni por la justicia, porque no hay nadie que esté a su altura y que quien los va a juzgar será Dios o la historia”, comenta el neurobiólogo.
Respecto al síndrome, Lazo, se muestra contrario a patologizarlo todo.
- Uno podría hacer una reflexión más amplia que el síndrome en particular. Y es con qué frecuencia estamos empezando a medicalizar todas las variables del comportamiento humano. A mí no me sorprende para nada que alguien que está sometido a ejercer un poder sin contrapeso, esté progresivamente más aislado. Y eso le impida por completo ver las consecuencias más mediatas de sus acciones, porque está metido en una especie de cámara de eco que le repite que todo lo que hace es extraordinario y entonces pierde perspectiva.
Para Lazo se trata de las consecuencias naturales del ejercicio del poder.
– Aquello que llamamos normalidad es un rango muy amplio de caracteres, personalidades y estructuras diferentes. Esos caracteres van a resultar patológicos en la medida en que se enfrentan a un determinado medioambiente. Hay muy pocas enfermedades neurológicas que se van a dar independiente del ambiente en el cual el sujeto se encuentra. La mayoría pueden ser personas perfectamente sanas a lo largo de su vida y un hermano gemelo que tenga la misma fisiología, pero enfrentado determinadas circunstancias, va a hacer un comportamiento patológico.
La mayoría de las personas que están en el ejercicio del poder experimentan un estrés potentísimo, que además los expone a un ambiente donde se dificulta la posibilidad de contar con los factores protectores que normalmente se tienen. “Se conjugan altos niveles de exigencia, de expectativas, se pone a prueba tu auto imagen. Se cruzan con el aislamiento o la falta de experiencias emocionalmente gratificantes o íntimas. Empiezas a tener relaciones con mucha gente, pero son muy superficiales. Te deja un poco a la intemperie psíquica y emocional. No creo que el comportamiento de Donald Trump, Sebastián Piñera o en su momento Margaret Thatcher y una serie de políticos que uno podría decir que calzan exactamente con lo que David Owen señala, suponga por sí mismo una patología”, comenta Lazo.
– En la medida que las decisiones de los líderes son críticas y afectan a la población ¿Debería estudiarse si son tomadas a raíz de una enfermedad?
– Hay una serie de enfermedades de base y también de condiciones de la personalidad de base qué hacen que algunos liderazgos fracasen para los líderes o para los liderados. Por una parte eso significa que los líderes tienen que estar sometidos a un escrutinio mayor que los ciudadanos. Eso es algo en lo que la sociedad debería estar muy de acuerdo. Y segundo, creo que tesis como la de Owen y fenómenos como el de Piñera o Trump deberían hacernos ver, con suma claridad, lo importante que es la alternancia en el poder y de los límites a las reelecciones. A mí me parece que es tan natural el desarrollo de estos tipos de variantes del comportamiento, que es muy difícil que alguien tenga la salud mental suficiente como para pasar por el ejercicio del poder o de mucha responsabilidad sin desarrollarla en algún grado.
-Entonces en neurociencia lo neurológico puede afectar lo social y viceversa ¿En eso hay un consenso amplio?
-Absolutamente. La neurociencia siempre ha entendido, y la medicina no ha sido capaz de agarrar esa posta, que el cerebro es una suerte de interfaz entre las motivaciones de comportamientos intrínsecos y el medio ambiente incluyendo a los otros, los pares. Hoy día es evidente que buena parte de la manera de como tu cerebro es de adulto, es consecuencia de las experiencias sociales y ambientales que tienes a lo largo de la vida, que no estaba programado genéticamente. Para la neurociencia hoy día es sumamente evidente que nuestras relaciones con los otros nos moldean y que de vuelta el cerebro determina el modo en que nos relacionamos con otros. Y creo que eso es precisamente lo que explica el fenómeno del que David Owen trata de dar cuenta.
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