Se ha desatado un “estallido” discursivo en la derecha. Una derecha asociada a una parte del progresismo neoliberal. Se trata de un estallido ruidoso, empeñado en denigrar el proceso democrático que eligió, mediante votación popular, a sus representantes para redactar una nueva Constitución. La derecha, no alcanzó el poder al que aspiraban, pues ellos querían y quieren una Constitución que mantenga en su centro la dominación cultural y económica de las últimas décadas.
Este estallido se despliega día a día, enciende pasiones, acumula cuerpos, planifica acciones que se diseminan, mediante un vértigo envolvente, a través de sus sedes: los medios de comunicación, manejados mediante el poder que les otorga la impactante concentración económica del “empresariado-revista Forbes”. Este “estallido neoliberal” muestra y demuestra cómo la política de los acuerdos establecidas por las elites, a partir de 1990, nunca ha cesado. En los primeros años de la transición fue necesario acordar, pero luego estos acuerdos se volcaron de manera cada vez más favorables hacia las elites económicas hasta naturalizarse, transformarse en costumbre y después en verdad. Así una parte de la elite progresista neoliberalizada, hoy está completamente cautiva en esas prácticas que a lo largo de “30 años” permitieron una desigualdad social sin precedentes.
Resulta ineludible que el arco de la derecha ha experimentado transformaciones. Las derechas conformadas por UDI, RN, Evopoli, se han fusionado, lo hicieron cuando se plegaron en las recientes elecciones al candidato Kast, ultra reaccionario, autoritario y elitista y desde luego apegado a la figura de Augusto Pinochet.
La derecha carece de liderazgos. No existen en su interior figuras que sean capaces de aglutinar y es esa debilidad la que provoca que el actual estallido del 20% no tenga más horizonte que el rechazo, al que ya se ha plegado parte del progresismo neoliberal, mientras otra cepa de estas elites progresistas acuña una posición inestable, ambigua, bajo el lema: “aprobar para reformar”.
En esta atmósfera existen situaciones curiosas o abiertamente raras.
Desde mi perspectiva, la comisión respectiva de la Convención, debió considerar la presencia de los ex Presidentes al acto de entrega del libro, como parte de su protocolo, pero aun en medio de esa descortesía, sucedió un hecho curioso cuando el ex Presidente Ricardo Lagos envió una carta excusándose de asistir horas ANTES de que los convencionales revirtieran la decisión de no invitarlo, es decir, mandó una (larga) carta de excusa cuando NO estaba invitado a la ceremonia.
Y como no referirse al senador Felipe Kast. Este senador tiene una cierta obsesión con las mujeres y sus cuerpos. El año 2017, justo el 8 de marzo, él cursó una (legítima) pulsión travesti y apareció como “mujer” en un video. Fue un gesto importante proveniente de un habitante de la derecha política que avalaba (como lo asegura el sicoanálisis) desde el despliegue de su deseo, disidencias y transformismos. Ese día, realizó a partir de su condición de “mujer”, un reclamo correspondiente al feminismo liberal. Ahora, cinco años después, ingresa de nuevo a las mujeres, ahora, en el territorio reproductivo. Lo hace desde otra vuelta de tuerca, más cercano esta vez a la locura, mediante un anuncio a la ciudadanía advirtiendo que el texto Constitucional señala que habrá abortos a los nueve meses de gestación. Pero lo insólito es que no existen abortos de nueve meses de gestación, lo que sí sucede a los nueve meses es el parto. En ese sentido, hay que señalar que el Senador carece de saberes acerca del tiempo reproductivo y su intervención más que un “fake” apunta a una zona conceptual que nunca me atrevería a calificar como tontera, para no ofender, pero sí de una ignorancia asombrosa. Así estamos. Por otra parte, un ex funcionario piñerista aseguró que votaba “rechazo” porque era una Constitución comunista.
Pero, más allá de las anécdotas de las elites y, a pesar de ciertas cupulas neoliberales que habitan el Partido Socialista, su pueblo, el pueblo socialista, hombres y mujeres, los jóvenes e independientes, votarán apruebo. La tarea urgente es despinochetizar el país. Romper el neoliberalismo salvaje impuesto bajo dictadura, hacerlo por los miles de muertos, por los detenidos desaparecidos, por las memorias, por la resistencia ante el desprecio y las condiciones de vida de los habitantes de las periferias.
Y gracias a los pueblos indígenas, la plurinacionalidad nos volverá plurales, seremos, sí, más inteligentes, mucho más interesantes porque vamos a ser portadores de la actualidad del pasado que precisa la construcción del futuro.