El libro de Carlos del Valle, La Construcción mediática del enemigo (2021), analiza la racionalidad civilizatoria y el modo de producción histórico que se ha institucionalizado, especialmente a través de la industria cultural y mediática sobre lo indígena en una clave de intersecciones de registros (cultura, sociedad y comunicación).
El fascismo histórico fue aquél proceso que la literatura liberal ha designado como “totalitarismo” y representa un momento del devenir “histórico” en el mapa de la modernidad. Un tiempo marcado por lo “estatal-nacional” en el orden político y económico. Sin perjuicio de ello, el fascismo histórico o clásico, se ha transfigurado desde el carácter “estatal-nacional” hasta su reconfiguración “económico-gestional” bajo los mecanismos de impunidad, segregación, racialización y criminalización que han devenido en tecnologías de normalización. Tales tecnologías, más allá de su uso electoralista en el Chile Constituyente, han adquirido diversas expresiones en nuestras audiencias –concebidas como mercancías mediáticas-.
Con todo decir postfascismo hoy es arriesgar un sub-fijo que, bajo otras condiciones materiales, nos permite analizar –lejos del historicismo- la intensificación de la empresarialización de la subjetividad como movimiento estructural de la “dominante neoliberal”. Pese a la audacia hermenéutica que implica concitar el termino en cuestión, ello no alude directamente a las guerras, Mussolini, o bien, a las imágenes monumentales del siglo XX, sino a la diagramación tecnológica del presente que asedia a la democracia mediante la multiplicación de dispositivos que han contribuido a la bancarización de las “formas de vida” en un terreno profundamente negacionista. En los últimos años figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro representan un epitafio a esto último.
Desde otra perspectiva el libro de Carlos del Valle, La Construcción mediática del enemigo (2021), analiza la racionalidad civilizatoria y el modo de producción histórico que se ha institucionalizado, especialmente a través de la industria cultural y mediática sobre lo indígena en una clave de intersecciones de registros (cultura, sociedad y comunicación).
Todo ello bajo la producción del enemigo (procesos de enemización nos dice el autor). Del Valle desarrolla una crítica a la racionalidad del enemigo y su teología del progreso situada en los “contratos modernizantes” de las distintas oleadas globalizadoras. Tal racionalidad civilizatoria se expresa de modos diversos que van desde el control territorial y los procesos productivos hasta la creación e implementación de técnicas disciplinarias para controlar el cuerpo así como las formas de organización comunitaria. Aquí se sostiene que las “racionalidades globales, son modos de evangelizar (transformar almas), disciplinar (someter cuerpos y despojar territorios) y empresarizar (reconvertir la fuerza de trabajo a formas más productivas)”.
El proceso de criminalización ha sido una manifestación muy propia de los regímenes de control y seguridad de los estados-nación, y darán lugar en forma gradual, y en connivencia, al proceso de empresarización que ha devenido en un nuevo régimen que comienza a consolidarse, el del capitalismo y del modelo posneoliberal. En este último, en tanto fase del capitalismo, se confunden el estado nación y el mercado en una racionalidad económica que es, a la vez, ideológica —como en el caso de los modelos de innovación y emprendimiento, deshistorización y desterritorialización.
Según del Valle, “este modo de producción que es el propio individuo se expresa, por ejemplo, en su condición de productor de sí mismo, donde él mismo es la mercancía del intercambio económico, él mismo —y contra sí mismo— se produce para el mercado de las subjetividades. Para la existencia de estos intercambios es necesaria una forma particular de gestión y administración del gobierno”. Ello es lo que Foucault llama gubernamentalidad o razón gubernamental, a saber, las condiciones que permiten la gestión y administración del territorio.
Pese a que el trabajo de Carlos del Valle abraza una multiplicidad de preocupaciones en el ámbito de la contemporaneidad, bajo el dispositivo orientalista ¿civilización o barbarie? se abren una serie de interrogantes sobre el indígena mapuche desde el rastro de una ausencia, “su propia ausencia” -como dice el autor-. Y ¿qué es realmente el indígena, lo indígena? Como habitualmente se utiliza en tanto oposición entre lo indígena y lo nacional (el indígena frente a las nacionalidades oficiales) o entre lo indígena y lo territorial (el indígena frente a ciertos territorios en disputa), suele estar vacío de sentido o tener sentido solo en un discurso estrictamente especializado.
En el marco de los “nacionalismos americanos” las relatorías de la industria cultural, sostiene del Valle, hacen del indígena “el espectro que funciona como una estrategia de eliminación, porque al escribir sobre los indígenas como espectros, la literatura los elimina de las tierras y, como compensación, los coloca dentro del imaginario nacional”.
Por fin, en sus últimas páginas el autor sostiene que la producción mediática del enemigo, contiene las habilidades de adaptación propias del modelo neoliberal. El enemigo del estado-nación tiene las capacidades incluso para reproducir al estado a su propia escala territorial. El enemigo –según del Valle- es hoy el campesino que se resiste a las políticas de gestión de la violencia del estado y mañana es el guerrillero que participa de otra forma de gestión de la violencia. El enemigo es todas estas cosas, pero también es el trabajador precarizado, excluido de los sistemas de salud y de educación y condenado a la miseria del modelo de pensiones o jubilación. El enemigo es el marginal.
No es una obra indigenista ni proindigenista. Es un libro crítico sobre la racionalidad civilizatoria y la matriz colonial histórica e institucionalizada, es decir, una crítica a la racionalidad del enemigo, que tiene sus antecedentes en el siglo XV con el arribo español a América, que se mantendrá invariable en los siglos posteriores, que se desplegará extensamente en el siglo XIX durante la conformación y consolidación de los estados-nación
Son muchas las motivaciones concitadas en la lectura que nos propone el autor. Resta al lector elaborar nuevas estrategias de lecturas que permitan articular este trabajo como un conjunto de intervenciones que permiten descifrar e interrogar las paradojas de nuestro presente
Observatorio de Comunicación, Crítica y Sociedad (OBCS), Universidad de la Frontera.
* Comunicación social¨, ediciones y publicaciones. Salamanca (2021).