A pesar de que se cumplieron cinco décadas desde aquel golpe para algunos, para otros esta conmemoración fue como otro día. A lo largo de estos 50 años, como nación aún no hemos logrado establecer consenso que nos permitan afirmar que como chilenos hemos conseguido acordar ciertos mínimos respecto a los horrores vividos por aquellos que pensaron diferente en ese oscuro período de nuestra historia. Y mucho menos hemos asegurado la prevención de la repetición de tales atrocidades.
Si somos capaces de enfocar la mirada de manera positiva e imaginativa, podríamos considerar que este 11 de septiembre fue único, especial, sin embargo, aquellos que han defendido tenazmente la dictadura y minimizado sus horrores continúan sin asumir y justificando las torturas y el asesinato, dejando a miles de compatriotas que, a medio siglo del Golpe, siguen padeciendo las secuelas de ese sombrío capítulo de la historia nacional.
Mientras tanto, siguen criticando que la izquierda está dividiendo al país por exigir tan solo un mínimo de decencia de su parte, para instaurar esos tan necesarios consensos mínimos y que podamos vivir orgullosamente en una nación donde nunca más la violencia sea el método para resolver conflictos políticos.
Al parecer es nuestra responsabilidad, desde antes de este momento y, seguirá siendo durante el resto de nuestras vidas, el continuar luchando por el respeto inquebrantable de los derechos humanos y por la no relativización de la historia, como lo ha realizado Villa Grimaldi, manteniendo viva la memoria, fomentando el saber de los derechos humanos como parte fundamental de la vida, ya que es el único camino para la no repetición.
La Villa, es el primer sitio de memoria recuperado en Latinoamérica, gracias a la sociedad civil. Fueron vecinas y vecinos de Peñalolén, La Reina, familiares de personas desaparecidas y sobrevivientes, quienes, a pesar del dolor, levantaron el Parque por la Paz Villa Grimaldi como testimonio del horror de la dictadura. Hoy rindo homenaje a la valentía de vecinos y vecinas por tener este lugar de memoria, de restaurar la historia a pesar de todas las dificultades y su intento de hacer desaparecer este sitio. ¡No podemos permitir que se intente borrar la historia! ¡No se puede aceptar!
A 50 años, les decimos nunca más a quienes se creen con la posibilidad de relativizar la historia de Chile. Si no es este año el del entendimiento, ojalá pueda serlo más temprano que tarde, porque en parte, de estas lecturas depende el Futuro de Chile.