Piñera va al TC sin dar la cara: la cobardía del poder germinando otro estallido

Es la manifestación pura de la cobardía del poder. Para gritar al viento sus bonos premium y reforzados, la sonrisa amplia de Piñera capturando cámaras. Para sepultar las ilusiones de los integrantes de la traicionada clase media, el jefe escondido en su cuartucho de lujos y asesores. 


Sin dar la cara, sin poner sus ojos frente al país, el Presidente Piñera cumplió con su gris amenaza, enviando el tercer retiro de los fondos de pensiones al sucio y enturbiado Tribunal Constitucional; tirando a la pelea, desde la tranquilidad de la oficina de un palacio, al desconocido ministro Ossa, enviado a fotografiarse con la historia de la mezquindad. Funcionario menor a los ojos del pueblo, decorado por el coro de empleados de la notificación de la desgracia; Bellolio y Cerda, mudos. Los tres mosqueteros del rostro cubierto.

Es la manifestación pura de la cobardía del poder. Para gritar al viento sus bonos premium y reforzados, la sonrisa amplia de Piñera capturando cámaras. Para sepultar las ilusiones de los integrantes de la traicionada clase media, el jefe escondido en su cuartucho de lujos y asesores. 

Chile, el pueblo sacrificado ajeno a la fortuna, recibe hoy la noticia con el desprecio acumulado, entre deudas que desgarran y hambres que ya no se ocultan; y con la furia en ciernes, a punto de estallar. Como hace un año y medio cuando octubre se hizo llamas. Han sido días duros de tristeza y frustración. El país al que le has dado todo, al que le has pagado tus impuestos mes a mes, el que te ha cobrado hasta por casi respirar, por educar a tus hijos, por operar a tu padre, te ha tratado como una pelota de trapo. Te han negado un bono por ser demasiado pobre, o quizás demasiado “rico”, para anunciarte después que si tu reclamo no tiene éxito podrás luego acceder al nuevo IFE. Como un chiste de mal gusto. Ahora sí, ahora sí. Una promesa falsa a un niño ilusionado. 

De allá para acá, y viceversa, movimientos sin destino parecidos a la humillación de la mendicidad. Derroteros funestos de quienes han perdido el colegio de un hijo, la universidad del otro, y que tienen en la seguridad de sus ahorros un billete seguro. Más allá de todos los daños a una vejez que hoy no te salva, el tercer retiro es un billete seguro; seguridad acribillada por los tres mensajeros enviados por el rey de la corte, aquellos que con rostro tímido han notificado que hay que conformarse con sus ayudas de cien lucas por persona en el país de las ollas comunes. 

Es el guión perfecto de la novela de la indolencia. Por la mañana, señoras pobres lloran en los matinales, acongojadas por un bono que no les llega. Por la tarde, el dueño de la billetera ordena pregonar por la ciudad que habrá que conformarse con lo que hay. Por la noche, en los barrios que los pregoneros no visitan, se escuchan las primeras cacerolas vacías tocadas por manos que se sienten humilladas otra vez. 

Y la fábula del país ultrajado que no soporta más, se presenta otra vez con la viveza de los días en que caminamos entre fuego, humo y metralletas. Ya no está Fontaine llamándonos a despertar más temprano, ni Larraín llevándonos a comprar flores. Está Ossa, Bellolio y Cerda en un discurso que en el fondo expresa lo mismo que cuando octubre era 18: la negación del poderoso rey ante el dolor ajeno; la insensibilidad frente a una familia que no da más entre la pobreza y el miedo a morir por el ataque de un virus; la incomprensión de la necesidad de la clase media devenida en pobre. La orden de subir el pasaje del metro ayer, el anuncio de acudir al TC hoy. Dos caras de la misma Moneda apostando por la quietud de un pueblo dominado. Aquel que, esperan los súper ricos, jamás se atreva a rebelarse.

¿Qué es lo que define el valor de una persona? mi psicólogo me dijo cierta vez que la actitud adoptada frente a la tragedia del otro, la manera de actuar en medio de la crisis; con nobleza o de manera vil. El anuncio de Piñera hoy, como persona y Presidente, quedará en la historia grabado como una muestra de lo segundo. Es la sensación que recorre cada una de las casas que ya anotaban en la agenda lo que harían con los nuevos recursos recuperados. En el peor momento que recuerde la familia, el Presidente de los bonos que no llegan o no alcanzan, me ha dado la espalda, pidiéndole al tribunal de los diez notables que nadie conoce ni ha elegido, que no permita que corra la plata, mi plata, que necesito en los días más oscuros. 

Este es el Piñera que pasa a la historia, el indolente magnate que se ha hecho más rico en pandemia, el que da bonos a cuenta gotas para los que hay que pasar por mil obstáculos, cerrando con llave el acceso a mis recursos, mientras la prole se desmorona. El que hace todo eso sin dar la cara, carente de toda valentía, informando con subalternos un rechazo que deberá ser ratificado por otros ¿Tan seguro está de que este pueblo no se volverá a levantar como lo hizo durante aquel explosivo octubre?

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