Los niños invisibles

La falta de información y la pandemia de fake news construyen un escenario perfecto para que paguen justos por pecadores. En Chile, el eslogan de los niños primero, es tan solo eso, una frase de efecto que no se hace cargo de la protección de la infancia. Esta pandemia de COVID 19, ha dejado de lado el bien más preciado de nuestra humanidad, la vida cotidiana de niños y niñas ha sido ignorada e incluso se les han restado sus derechos.

Una de las consecuencias sociales de esta pandemia es la estigmatización de los niños y niñas. Si bien el grupo más afectado por formas físicas severas de la enfermedad han sido las personas mayores, los niños han sido de los grupos etarios más perjudicados. Su círculo social, en pleno desarrollo, ha quedado truncado producto de las estrictas cuarentenas. Las dinámicas familiares han sido profundamente afectadas, ya sea por el teletrabajo o por el desempleo de sus padres, tensionando los hogares y las rutinas familiares. Los niños y niñas son además, los principales receptores de las consecuencias de desinformación masiva. 

Bruce Link y Jo Phelan, expertos en medicina social de la Universidad de California y de Columbia respectivamente, han generado un modelo de cuatro pasos para conceptualizar el fenómeno del estigma en el ámbito de la salud y sus consecuencias. El primer paso es el etiquetado de una característica y el segundo es darle una connotación negativa a la etiqueta. Erróneamente, los niños han sido etiquetados de “súper vectores” o “súper contagiadores”. Esto es falso. El concepto “súper vectores” fue acuñado en el ámbito científico para discriminar sujetos, generalmente asintomáticos, que por su movilidad y su cantidad de contactos estrechos, contagian más personas que el promedio de los portadores.

Los estudios de transmisión intra domiciliar en cohortes de familias, han mostrado que los niños se contagian en la misma proporción que los adultos, pero en el 99% de los casos cursan la enfermedad de forma leve o asintomática. Aún cuando se haya detectado que los niños asintomáticos poseen una mayor carga viral que adultos severamente enfermos, no se ha podido comprobar que estos niños contagien más. De hecho, no se conoce cuanta carga viral y qué contexto se requiere para que exista contagio efectivo. Otros han pensado que por sus hábitos, los niños podrían contagiar más que los adultos.  Esto tampoco se ha demostrado, por el contrario, de momento hay más niños contagiados por adultos que viceversa. 

El tercer paso hacia la estigmatización, que exige una acción humana, es la separación, tanto física como social o simbólica, de aquellos individuos poseedores de esa etiqueta negativamente connotada. Esta es la primera pandemia de la humanidad que ha dejado confinadas en sus casas a más de dos mil millones de personas en menos de dos semanas. En Chile se determinó que los adultos podían salir un par de veces por semana haciendo uso de permisos, los niños no, pero un permiso específico permite que quienes tienen mascotas, puedan sacar a pasear a sus animales todos los días por 30 minutos. Esta es la primera separación. El segundo elemento de separación social es la mascarilla. 

La implementación del uso de la mascarilla en el contexto de inicio de la pandemia de COVID 19 fue controversial y de amplio debate entre científicos, médicos, autoridades e instituciones como la OMS o la CDC, sin embargo, el debate no hizo hincapié en el uso y consecuencias de la mascarilla en niños. ¿Alguien habrá considerado que piensan y cómo se sienten los niños cuando de un día para el otro aparecen todos los adultos a su alrededor con la cara cubierta?  

En Chile, el decreto ley publicado el 17 de abril que instruye a la población sobre el uso obligatorio de mascarilla, no hace alusión a los niños ni a personas con capacidades diferentes. La OMS junto a UNICEF y un número importante de asociaciones de pediatría alrededor del mundo, basándose en los criterios de probabilidad de transmisión y contagio, las necesidades psicosociales y el desarrollo comportamental y físico de los niños, han llegado a la conclusión de que las mascarillas sólo las deberían usar los mayores de 12 años. Esta noticia la dio a conocer la OMS este 21 de agosto y en Chile, pese a que el Ministerio de Salud constantemente dice que sigue al pie de la letra las recomendaciones de la OMS, poco y nada se ha referido al tema y como ya es habitual, el cerco informativo ha dejado esta noticia relegada a un segundo plano.

Los niños menores de 5 años no deberían usar dispositivos que les cubran las vías respiratorias, excepto en casos donde el pediatra lo indique expresamente. Esto se debe a razones de seguridad personal de los menores y por  el aumento en la probabilidad de contagio por uso de la mascarilla. Los niños poseen vías respiratorias más pequeñas, y les cuesta respirar a través de una cubierta de tela u otro material, en la mayoría de los casos confeccionados a nivel casero. Si al niño le cuesta respirar, no sabe expresarlo y no puede quitarse la mascarilla por sí mismo, corre riesgo de asfixia. Además, algunas cubiertas de fabricación casera, pueden producir desprendimientos de tela que  pueden atragantar o intoxicar a un niño. Ante la incomodidad, los niños pequeños tratarán de sacarse la mascarilla y en consecuencia se tocarán mucho la cara, aumentando así el riesgo de contagiarse y de contagiar a otros. 

De acuerdo a la información de la OMS, el uso de mascarillas debería considerarse entre los 6 y 12 años en circunstancias específicas y siempre y cuando exista la supervisión de un adulto. Siempre se recomienda que el niño se pueda poner y quitar la mascarilla solo y de forma segura. Por ejemplo, cuando los niños asistan a sitios donde hay alta carga viral y/o hacinamiento o si van a estar en contacto con adultos mayores o personas de grupos de riesgo, deberían estar preparados para el uso de mascarilla. Esto implica que para los niños con capacidades diferentes, como dentro del espectro autista o con síndrome de Down y con enfermedades crónicas -como asma o cáncer-, el uso de la mascarilla debería considerarse en conjunto con la persona involucrada, el médico tratante, y la familia. Por ejemplo, la mascarilla en el niño asmático está desaconsejada, pero en un paciente en quimioterapia puede ser fundamental. 

La clave no es la mascarilla y si el lavado constante de manos y la distancia física de dos metros entre persona y persona. 

Para el retorno a clases, la OMS y UNICEF sugieren, que de ser obligatorio el uso de mascarilla en las escuelas, se mantenga un sistema que monitoree que ésta no se vuelva un obstáculo para el aprendizaje y el desarrollo psicosocial. De esto tampoco se habla. 

La solución no pasa tampoco por cambiar mascarillas por escudos faciales. Estos deberían estar todos certificados, diseñados y fabricados con materiales inastillables. Si un escudo facial se rompe podría dañar la cara, los ojos, la nariz o boca del niño. Además los niños deberían poder manipularlos bajo las mismas condiciones que una mascarilla. 

Estas recomendaciones tratan de que el miedo y la desinformación no nublen la razón y el buen trato. A partir del desconfinamiento estamos empezando a ver, cada vez con más frecuencia, a personas alteradas, que ante la ignorancia, agreden a madres o padres que andan por la calle o espacios públicos, con sus niños menores sin mascarillas.  

La falta de información y la pandemia de fake news construyen un escenario perfecto para que paguen justos por pecadores. En Chile, el eslogan de los niños primero, es tan solo eso, una frase de efecto que no se hace cargo de la protección de la infancia. Esta pandemia de COVID 19, ha dejado de lado el bien más preciado de nuestra humanidad, la vida cotidiana de  niños y niñas ha sido ignorada e incluso se les han restado sus derechos. Las consecuencias de esta desidia social aún están por verse. Padres y madres han hecho el mayor esfuerzo para que sus hijos no adviertan la real dimensión del hacinamiento y de las restricciones sociales a las que han estado sometidos por meses. El uso obligatorio de la mascarilla en Chile en menores de 12 años, debe ser discutido a nivel nacional. Ojalá algún matinal, hoy en día los grandes dispositivos de formación de opinión, puedan dedicarle algunos minutos a este debate y pongamos en primera línea la protección de la infancia, más aún en esta pandemia, la más sincrónica y global de la que tengamos registro. 

Referencias: 

·      https://www.who.int/news-room/q-a-detail/q-a-children-and-masks-related-to-covid-19 Agosto 2020

·      Declaración ASPHER sobre el uso de mascarilla en la infancia, Junio 2020 

·      Advice on the use of masks for children in the community in the context of COVID-19, Agosto 2020

·      To mask or not to mask children to overcome COVID-19.Esposito S, Principi N.Eur J Pediatr. 2020 Aug

·      KidsCorona project y Asociación de Pediatría Española, On the use of face mask for children, August 2020

·      Diario Oficial de la Republica de Chile resolución exenta Nº 282,de 16 de abril de 2020

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