Las puertas abiertas de la Convención Constitucional

Foto: Agencia Uno

No puede haber una Convención Constitucional sin participación. La Convención Constitucional no puede transformarse en un claustro donde un grupo de elegidos cierren las puertas hasta que exista una propuesta para ser aprobada o rechazada por la ciudadanía.


La habilitación de la Convención Constitucional fue un logro gigantesco de la ciudadanía, que a través de la movilización permanente, forzó un acuerdo político inédito que nos tiene hoy ad portas de un proceso con estándares democráticos de representación jamás visto en la historia Chile.

Fue gracias a esa presión que en unos meses no solo tendremos una instancia con miembros 100% electos, sino que además, la primera convención paritaria en la historia del mundo. Es desde aquí, y todavía atendiendo a las deudas que mantiene el proceso, que debemos comenzar a vislumbrar cómo coexistirán la convención y la ciudadanía, donde la participación permanente debería ser el sello de un proceso que nació con esa característica.

No puede haber una Convención Constitucional sin participación. La Convención Constitucional no puede transformarse en un claustro donde un grupo de elegidos cierren las puertas hasta que exista una propuesta para ser aprobada o rechazada por la ciudadanía. Todo el proceso debe incluir roles activos, del Gobierno en informar los distintos pasos e instancias, de los constituyentes, dando cuentas a las personas de sus territorios y de la ciudadanía, como habilitadores reales de esta convención, exigiendo transparencia de las conversaciones y votaciones.

Y eso implica que si estamos de acuerdo en tener escaños reservados para pueblos originarios, o como anunció Revolución Democrática, que dará una cuota del 10% de sus postulaciones a las disidencias sexuales, es igualmente relevante que estas cuotas y los grupos mayoritarios estén organizados para sumarse al proceso a través de una participación ciudadana incidente.

Antes de la convención debe impulsarse un proceso de pedagogía constitucional que permita llegar a los distintos rincones del país explicando qué es la constitución y qué se juega en ella. Asimismo, durante la convención, deben propiciarse mecanismos de participación que permitan a la ciudadanía ser escuchada por los convencionales, generar propuestas y pronunciarse sobre distintos tópicos. Finalmente, y después de entregado el texto definitivo de la nueva Constitución, los convencionales deben ir a explicarlo a sus distritos, para que la ciudadanía vote informada en el plebiscito de salida.

Estos mecanismos deben diseñarse para propiciar la participación de quienes han sido históricamente excluidos o subrepresentados, no solo de aquellos que tienen a su disposición el uso de las tecnologías y se enteran fácilmente por las redes sociales de la contingencia. Hay que considerar mecanismos de accesibilidad para una convención inclusiva y hay que salir a escuchar directamente a las personas desde sus lugares cotidianos, llevando la convención a regiones, a las islas y a todos los lugares con mayores dificultad de acceso.

Si queremos tener éxito y dejar atrás demasiados años de frustración ciudadana, es bueno considerar la urgencia de organizar cómo haremos para que una constitución que nació de la participación de miles, tenga miles también enriqueciendo una conversación que deberá representar a millones.

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