Jueves, Abril 18, 2024

La filiación: sobre la estatua de Patricio Aylwin Azócar

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Analicemos algunos signos acontecidos en lo que ha de ser el acontecimiento más relevante de la política chilena después de la elección del pasado 4 de septiembre: la inauguración de la estatua de Patricio Aylwin en el ala norte de La Moneda. Me baso en el relato que el propio Boric reconstruye aquí: el padre de su “padre” (DC) catalizó la conversión del gobierno, el retorno del adultocentrismo en la figura de un joven 10 años menor que yo. Al terminar su discurso, Boric (el hijo, la economía de la economía) apela al Chile “para todos”, como una réplica de “civiles y militares” que hace real que un gobierno de transformación devino gobierno transformado

Quizás, todo consista en un Boric devenido Aylwin, es decir, identificado a su “padre” que a su vez remite al Padre. El tatarabuelo (abuelo de Aylwin “balmacedista”) pasa la “posta” al abuelo (Aylwin transicional) que, a su vez, pasa al padre (Boric DC, padre) y de ahí al hijo (Boric Presidente). Una filiación perfecta para la legitimación del nuevo pacto oligárquico. Ni siquiera da para preguntar dónde está el feminismo que tendría que asestar una interrogación “mínima” al relato de la historia patriarcal que nos ha contado el Presidente ¿Feminismo en la medida de lo posible? para un “nuevo” gobierno ¿en la medida de lo posible? 

Es verdaderamente impactante cómo el joven Boric -réplica de Aylwin, ¡según la historia de la filiación que él mismo reconstruye!- reinterpreta la fórmula que sostuvo la política de impunidad diciendo: no era la fórmula de la impunidad, sino la de la democracia; no fue la ecuación de los vencedores, sino la voluntad de justicia por parte de los vencidos. Aylwin Presidente termina como demócrata, la transición queda salvada. Nuestro Presidente historiador nos ha hecho ver la luz de los que, por años, incluido él mismo, problematizamos a la transición. Si a esto sumamos la presencia de Piñera y Lagos, próceres de la transición, envueltos en el espíritu aylwinista y siendo parte de su filiación. Lagos, el que vendió el cobre a precio de huevo y Piñera el que le declaró la guerra a su pueblo. La impunidad del Capital y del Estado en una “pacífica” y conciliatoria velada: “civiles y militares”, se escucha a modo de un eco. 

Agencia Uno

Más aún: ¿qué pensar del temor expresado por el padre de Boric a Pinochet, sino que así como Boric Presidente ha heredado la filiación de Boric padre y éste de Aylwin presidente, y éste de su padre y abuelo balmacedista, lo que se juega es la ominosa sobrevivencia del miedo a Pinochet? Si esto es así, ¿qué de nuevo tiene esta “nueva” generación política, si incluso comparte con su antecesora el temor más brutal al dictador y, por tanto, se resguarda de él fortaleciendo a los “demócratas” y sus acuerdos? Catalina Pérez recordó en 2019 que, antes que se urdiera el Acuerdo del 15 de noviembre, ella tuvo miedo de la posibilidad de que hubiera un golpe militar y que ese miedo les llevó a algunos a empujar el Acuerdo. Fuerza, antes que razón, fantasmas antes que crítica, la “nueva generación” parece portar consigo los viejos temores. 

Avanza el discurso y se proyecta el deseo de Boric-Presidente al verse a sí mismo como parte de una generación que sigue esa filiación. Al Presidente le gustaría ser recordado con Aylwin, dice. Que es otra forma de decir que le gustaría ser como Aylwin. Sin generar rupturas, ni sobresaltos. En un continuum permanente que se llama “estabilidad”, y que otros más optimistas le llamaron “oasis”. 

Algunos amigues me dicen que esto expresa el “pantano”. Término preciso para designar el estado en el que estamos. Más aún cuando la coalición de “izquierdas” vencida en 1973 gracias al golpismo apoyado por el propio Patricio Aylwin en ese entonces, termina rindiéndole un homenaje. El pantano es nuestra situación, la derrota está consumada y completa. El filósofo Patricio Marchant, a propósito de los inicios de la transición, subrayaba la “parálisis” sobrevenida. Pantano o parálisis, ambos términos designan el mismo giro inercial de la política: el “peso de la noche”. 

La ceremonia no es cualquier cosa. Es, más bien, la liturgia necesaria con la que la “nueva generación” sella su filiación. El verdadero “rito de pasaje” con la que los “estudiantes” devienen “hombres de Estado”, dejan las asambleas y van por el gobierno; dejan las críticas de juventud a favor de la nueva etapa adulta. 

En suma, se trata de la recomposición del poder oligárquico y, en este sentido, al desnudar la estatua de Aylwin siempre está al acecho, como su mirada vigilante, el verdadero fantasma de un país sin república, del que esta estatua dedicada a Patricio Aylwin, un “profesor de derecho administrativo” y no un perito constitucionalista (es decir, un abogado centrado en la gestión y no en la soberanía), es solo una de las formas de su axiomatización: el fantasma de Diego Portales

Rodrigo Karmy
Rodrigo Karmy
Doctor en Filosofía. Académico de la Universidad de Chile.

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