A muchos Jadue les parece interesante no solo por lo señalado, sino también por conceptos tan rimbombantes y vacíos a la vez como la “consecuencia”, añadiendo que “estuvo todos los viernes en Plaza Dignidad”, como si eso fuera garantía suficiente para conducir un nuevo proyecto transformador en el que se sea lo suficientemente corajudo como para sacrificar muchas veces el capital político con tal lograr objetivos.
Desde hace bastante tiempo que el nombre de Daniel Jadue suena entre quienes dicen pertenecer a la izquierda. Sería su capacidad de gestión en Recoleta- que sin duda ha sido exitosa en lo que a mover el límite de lo posible respecta-, como también su activa carrera como polemista televisivo, lo que reuniría el alcalde para ser el mejor rostro que enfrente a Joaquín Lavín, el más probable nombre que, a pesar de todo, la derecha pondrá a correr.
A muchos Jadue les parece interesante no solo por lo señalado, sino también por conceptos tan rimbombantes y vacíos a la vez como la “consecuencia”, añadiendo que “estuvo todos los viernes en Plaza Dignidad”, como si eso fuera garantía suficiente para conducir un nuevo proyecto transformador en el que se sea lo suficientemente corajudo como para sacrificar muchas veces el capital político con tal lograr objetivos.
Jadue no parece tan dispuesto a esto último. A él le gusta el calor de sus admiradores, el que se manifestaba con los aplausos que recibía cuando aparecía en el epicentro de la expresión social en la que alguna vez fue llamada Plaza Italia. Y así, lamentablemente, no se podrá construir un relato contundente ni que pueda sostenerse en el tiempo; no porque la simpatía popular no importe, sino porque para poder fortalecer algo, es necesario no estar tan atento a los vaivenes de la opinión popular. Es bonito, suena bien y hasta hace latir nuestros corazones asambleístas, pero para gobernar y lograr el bien común esperado, muchas veces hay que tener un entendimiento con otras fuerzas medianamente afines que puedan formar el gobierno. Todo esto, además, trabajando para recuperar la representatividad perdida.
¿Podrá hacer eso Jadue? No se sabe, pero a veces el eterno “polemismo” pequeño del “tú no estuviste”, “tú no dijiste”, “no recuerdo haber visto haciendo esto”, lo único que hace es crear enfrentamientos en un sector que debe reformularse de cara a las próximas elecciones, si es que se pretende encabezar un ideario universalista que contenga, aparte de las causas identitarias, las certezas necesarias para la mal llamada “clase media” y la constante e interminable lucha por un funcionamiento equitativo en materia laboral, en un país donde la economía y la institucionalidad están del lado del patrón.
Si se quiere lograr algo más que el autocomplaciente retuitteo de redes sociales, lo cierto es que se deben trabajar todos esos aspectos, más aún cuando se pertenece a un partido como el Comunista, el que debe luchar contra un discurso oficial que lo ha culpado de todas las crisis en Chile, aunque sus integrantes solamente hayan sido perseguidos por militar donde militan.
Es necesario pensar en frío en este tiempo que viene. Pensar la próxima presidencial solo desde el “me gusta lo que dice y cómo lo dice”, es lo que llevará a la actual oposición a no poder hacer algo más grande que forzar el retiro del 10% de las AFP. Aunque sea mirada con desprecio, lo que se necesita es hacer política con todo lo que eso implica. Y para ello hay que dejar un rato la falsa épica, para buscar una real, concreta, que traiga consigo un relato consciente y de acciones reales que escapen de la nostalgia de lo que nunca se hizo.
Si es capaz de tomar todo eso en cuenta, Jadue puede hacer algo al respecto. Si, en cambio, pretende vivir de una autocomplacencia discursiva, no es el indicado hoy.