jueves, septiembre 12, 2024

De un gobierno transformador a uno administrador

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Desde la llegada de Carolina Tohá claramente ha habido un cambio en el manejo del Gobierno: la ministra del Interior ha sabido conducir un nuevo ánimo político al explicar las medidas calmadamente y sin repetir un discurso, como lo hacía Izkia Siches mientras encabezaba incómodamente el ministerio.

Su experiencia le ha dado cierta tranquilidad al Presidente Boric para actuar, discursear y tomar decisiones en momentos indicados y equivocados. Y es que Tohá tiene todo lo que un mandatario necesita en su círculo de poder para gobernar: conocimiento de la política, de sus luces y sus sombras (cabe recordar cómo salió de la alcaldía de Santiago), pero sobre todo independencia de criterio. Esto puede hacer que la gestión, con más derrotas que éxitos políticos hasta el momento, pueda alcanzar un nuevo relato.

¿Cuál sería ese relato? No tenerlo del todo. Después de un plebiscito desconcertante para los que tenían demasiadas certezas de lo que era Chile, la idea de llegar a construir un nuevo terreno de acción política -cuestión urgente- ha ido agarrando matices, complejidades que han hecho de las ansias transformadoras de hace un tiempo atrás, una disposición más propia de quien busca administrar una crisis aún palpitante.

La ministra del Interior, junto a Ana Lya Uriarte y otros del llamado “Socialismo Democrático”, tienen camino recorrido en esa forma de gobernar en la que las decepciones son más que las satisfacciones (aunque algunos de su generación hayan convertido esas decepciones en triunfos inventados debido a su conformidad con lo que sus padres políticos no les dejaron hacer). Entienden que la historia en tiempo real está más repleta de retrocesos que de avances significativos.

¿Es conformista esa mirada? Puede ser, pero tendríamos para eso que preguntarnos qué es el inconformismo; ¿es acaso enfadarse y gritar a los cuatro vientos que se está disconforme? ¿Es repetir acaloradas sensaciones de abuso? Sería bueno saberlo en días en que todos parecen desilusionados de todo, y en que el activo enojo de hace un par de años, luego de la pandemia y los reveses post estallido, se ha convertido en un malestar más bien pasivo por cansancio, más que por una desilusión por algo en específico.

Chile no es ya el país exultante de hace un tiempo. Las próximas elecciones de consejeros constitucionales no son tampoco una gran contienda de eslóganes con deseos sobre un horizonte determinado. Por lo tanto, el Gobierno debe conducir ese terreno incierto y menos performático que el anterior, atendiendo a lo que sucede hoy, no moderando las acciones (¿qué es moderación realmente en el sistema político chileno?), sino que haciendo que apunten al nuevo clima político.

Hasta el momento, a pesar del rechazo de la reforma económica, la gestión de Hacienda ha sabido administrar este ambiente generalizado. Y parece que lo que conviene es seguir por un tiempo en esa dirección, entendiendo que la única certidumbre posible es tratar de quitarle la intensidad a la incertidumbre.

Repito: ¿es muy conformista pensar así? Depende desde dónde se mire. Porque para otros puede llamarse simplemente sobrevivencia, aquel instinto al que los sectores progresistas, si siguen idealizando el futuro y no construyen el presente con consistencia política, deberán seguir aferrándose cada día con más fuerza.

Francisco Méndez
Francisco Méndez
Analista Político.

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