jueves, septiembre 12, 2024

Culmina un año y es preciso hacer balances

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En el concierto internacional, sin duda, la tragedia más grande de la que somos testigos es la que vive el pueblo palestino, el mayor genocidio de lo que va corrido en este siglo es lo que sufren millones de personas en esa región. Víctimas de una campaña de exterminio étnico de parte del gobierno criminal de Benjamín Netanyahu, miles de niños han perdido sus vidas, otros tantos, como consecuencias de los bombardeos indiscriminados a escuelas y hospitales, han quedado completamente lisiados y huérfanos de padres y madres. Es la barbarie que, en el Siglo XXI cae sobre un pueblo desarmado, que mira asombrado la indiferencia de los gobiernos del mundo para detener esta infame matanza de seres humanos. La paradoja, es que hace 78 años culminó uno de los episodios más negros de la historia moderna, la Segunda Guerra Mundial, y el mismo pueblo que en esa ocasión fue víctima del holocausto provocado por el régimen nazi, hoy, bajo la dirección del gobierno criminal de Netanyahu provoca otro genocidio.

Junto a la barbarie del Medio Oriente, en la mayoría de los países del mundo occidental la crisis del sistema capitalista arrasa contra millones de puesto de trabajo, arrojando al desempleo y a la pobreza a hombres y mujeres que viven de su fuerza de trabajo. Es la realidad de un sistema construido sobre la injusticia que muestra que mientras millones, producto de la pandemia engrosaban las filas del desempleo y la pobreza, los diez hombres más ricos del planeta sin hacer ni producir nada, engrosaban sus fortunas pasando de 700 mil millones de dólares de patrimonio a 1,5 billones de dólares.

En Chile el año que culmina no ha sido exitoso para las mayorías. Se acrecienta la desigualdad. Una parte considerable ha perdido el empleo formal y debe sobrevivir en condiciones cada vez de mayor precariedad. Otro tanto, aquellos que aún logran mantener el empleo, la mitad de ellos ganan menos de 503 mil mensuales. Si consideramos a los casi dos millones de pensionados, la situación es mucho más grave, aquellos pensionados que lograron cotizar entre 35 y 40 años lograron autofinanciar al mes de octubre una pensión inferior a los 275 mil pesos y la mitad de las mujeres logran autofinanciar pensiones por debajo de los 55 mil pesos. Vale decir, la inmensa mayoría de los trabajadores chilenos, activos y pasivos vive con ingresos cercanos a la línea de la pobreza, situación que se torna completamente injusta cuando se analizan las grandes utilidades que han obtenido industrias como la banca, las AFP, las compañías de seguros, etc.

No puede quedar fuera de un balance la situación ocurrida con las isapres. Esta industria desde 1990 a la fecha ha acumulado ganancias por mas de US$1.495 millones, solo este año, en medio de la crisis, durante el primer semestre lograron más de 8.900 millones de pesos y aún no dan cumplimiento al fallo de la Corte Suprema que les obligó a restituir los dineros mal habidos. Es tanto el lobby de esta industria, que el perdonazo finalmente lo lograron y mediante una ley se les permitirá adelantar el aumento de las prestaciones o planes de salud que terminaran pagando los usuarios del sistema, todo ello con la venia del actual gobierno y de la mayoría de los congresistas actuales, por cierto, comunistas y frenteamplistas. De no creerlo.

Pero el año también ha ido develando la corrupción, de forma que la ciudadanía comienza a conocer quienes son los verdaderos corruptos. La noticia del Servicio de impuestos Internos que destapó el fraude tributario más grande de la historia, con más de 100 mil facturas falsas y un costo del orden de los 240 mil millones de pesos es por cierto escandaloso. Aunque hay que señalar, que los verdaderos evasores de impuestos están más arriba, como confesó en los audios el abogado corrupto Luis Hermosilla, son miles de miles de millones los que se logran evadir con las trampas que hacen estos seudo profesionales del delito.

El año que termina deja un saldo negativo en materia de derechos sociales. La salud continúa con un déficit en la atención a los usuarios aumentando gravemente el deterioro en este sector. Las pensiones siguen prisioneras de la lógica privada que no permite avanzar hacia un verdadero sistema de seguridad social. La vivienda para menores de 35 años, solo le permite acceder a ella al 27% de los jóvenes mostrando así el drama en que se convertido el derecho a la vivienda y podríamos continuar. La educación no escapa al balance negativo que desagraciadamente pagan alumnos y profesores.

La guinda de la torta, de fin de año es quizá, el grandilocuente discurso del presidente Boric anunciando el acuerdo entre Codelco y Soquimich, SQM como les gusta llamarla ahora a muchos políticos, para ver si logran pasar de contrabando que detrás de este negocio hay uno que gana y gana mucho, Julio Ponce Leroux el ex yerno de Pinochet que, para no olvidarlo, se apoderó en plena dictadura de esta empresa pública, para ponerla al servicio de un negocio que, como se demostró hace algunos años, sobornó y corrompió la política chilena, en especial a destacados dirigentes del Partido Socialista. Hoy, Boric muestra este acuerdo como un gran logro, sin embargo han salido voces serias a criticarlo, porque, hay que decirlo, el trato se realizó con gran hermetismo, al punto que mucho de los aspectos del negocio solo se conocen por transcendidos y algunas senadoras, como Alejandra Sepúlveda, han planteado sus dudas y señalado: “Yo no celebro, hay que ser cautelosos” y han pedido convocar una comisión para conocer en detalle lo acordado.

A pesar de todo ello, el balance de 2023 muestra un hecho, uno solo que podemos calificarlo de positivo, el resultado del plebiscito del domingo 17 de diciembre. Se había instalado la idea que la ciudadanía, al pueblo, los y las trabajadoras chilenas se habían derechizado, bueno, la respuesta fue contundente, ese mismo pueblo, muchas veces desdeñado y cientos de veces defraudado por los gobiernos que llegan prometiendo todo y una vez que se afirman en el poder reniegan de sus compromisos, dio una señal, una señal que al menos, puede ser un aliciente para seguir batallando por derechos sociales. Es un resultado que hay que mirarlo de varias perspectivas, solo imaginarse un triunfo de la derecha ese domingo 17 la tendría más soberbia y más agresiva con el mundo popular, al menos, existe la esperanza de que el 2024 comencemos colocando en el centro de la problemática los verdaderos problemas que aquejan a las mayorías y que no son otros que los que el pueblo levantó con tanta fuerza en octubre del 2019 y que a cuatro años aún están plenamente vigentes, porque ningún gobierno y ningún partido ha sido capaz de tomarlas como suyas y encaminarlas para que se hagan realidad.

Un mejor 2024 dependerá solo de la capacidad del pueblo para seguir avanzando y no retrocediendo, esa sola posibilidad es esperanzadora.

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