jueves, octubre 10, 2024

Amor, feminismo y libertad

Comparte

Uno de los símbolos que debemos desarraigar y que nos imponen fechas como estas, es el sentido de posesión en función del amor. Frases como “eres mío/a”, “si no eres para mi, no serás de nadie”, “soy tuyo/a”, erradamente nos han hecho creer que son fórmulas de medición de afectos, sin embargo van teniendo un impacto en todas las dimensiones de la vida de las personas, desde lo social, económico, familiar, laboral, institucional.


El día de los enamorados definitivamente para nosotras las feministas pasó a ser una fecha en disputa. Nos han acostumbrado a que todos los años el 14 de febrero se instalen mensajes, imágenes, relatos y discursos exclusivamente vinculados al amor romántico, en la típica escena del príncipe y la princesa con el final feliz. Se insiste en mantener en la retina de la gente una forma de amor que nos ha hecho mucho daño, reflejado en patrones, imágenes e íconos socio culturales que instalan el sentimiento como un hito social, más que una construcción permanente de la vida.

Sin embargo, con la cuarta ola del movimiento feminista los símbolos e íconos socioculturales actualmente hegemónicos o patrones de comportamiento cultural que se valoran como “buenos” están completamente en disputa. Entre esos emblemas está el “amor” o mejor dicho, el día de los/as Enamoradas/os. Enhorabuena, hemos empezado a cuestionar y emplazar el amor romántico y cómo establecer los vínculos sexo afectivos, pensando que estos son diversos, superando los estereotipos, incluso, cuestionando que quien ama no insulta, ni maltrata. El movimiento feminista en Chile y el mundo empezó a preguntarse qué conecta al amor con la violencia, cuando la mayor cantidad de femicidios son perpetrados por parejas o ex parejas de las víctimas.

Cuestionar o emplazar el sentido de construcción del amor que se ha instalado con la marca del 14 de febrero en ningún caso significa que nuestras vidas estén ajenas a los sentimientos, a las emociones o la los vínculos sexo afectivos. Todo lo contrario. Para nosotras, las feministas, el amor es un afecto esencial para la vida. Es una emoción profundamente social, por lo tanto tenemos que reconstruir un nuevo significante del amor y de todo sentimiento. Es una de las batallas culturales emergentes que debemos dar porque los sentimientos y afectos no pueden estar anclados a la violencia, a la agresión. Debemos romper con toda lógica que intente instalar el sentido de impunidad ante el maltrato y la violencia fundado en que el amor es un acto pasional, irrefrenable, ciego y sin control.

Uno de los símbolos que debemos desarraigar y que nos imponen fechas como estas, es el sentido de posesión en función del amor. Frases como “eres mío/a”, “si no eres para mi, no serás de nadie”, “soy tuyo/a”, erradamente nos han hecho creer que son fórmulas de medición de afectos, sin embargo van teniendo un impacto en todas las dimensiones de la vida de las personas, desde lo social, económico, familiar, laboral, institucional.

2021, año del proceso constituyente, donde se discute y se resignifican los valores sociales, culturales y políticos desde una nueva constitución, también es el año para que resignifiquemos los símbolos, las fechas y los valores que enmarcan los vínculos sexo afectivos para superar los patrones socioculturales que nos imponen violencia, para una sociedad realmente igualitaria y libre. El feminismo es una forma de amar la vida, de mirar a otras, otros y otres desde el respeto, los afectos, los cuidados y la libertad. Porque buscamos una vida #SinMiedo.

Karina Oliva
Karina Oliva
Politóloga, Candidata a Gobernadora Región Metropolitana. Frente Amplio.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Te puede interesar

Lo Último

¡Apoya al periodismo independiente! Sé parte de la comunidad de La voz de los que sobran.
Únete aquí

¡Apoya al periodismo independiente!

Súmate, sé parte de la comunidad de La voz de los que sobran. Así podremos seguir con los reportajes, crónicas y programas, que buscan mostrar la otra cara de la realidad, esa que no encontrarás en los medios de comunicación hegemónicos.