jueves, septiembre 19, 2024

Sorpresa en España: derecha no logra mayoría y el independentismo podría decidir quién se queda con el poder

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El resultado de las elecciones de este domingo (23/7) en España diseñó un escenario con más incertidumbres que definiciones, ya que ni el partido más votado puede proclamarse como el verdadero ganador, mientras que el oficialismo, superado en votos por la principal fuerza opositora, no está totalmente derrotado, ya que mantiene la esperanza de formar una mayoría en coalición con partidos independentistas del País Vasco y de Catalunya para mantenerse en el poder.

Con una participación del 62,8% – un 6,5 % menos que en las últimas elecciones, de noviembre de 2019 –, el proceso de este año terminó con el conservador PP (Partido Popular), representante de la derecha española más tradicional, adueñándose de la primera mayoría, tras obtener un 33,04 % de los votos, suficiente para asegurarse 136 escaños en el Congreso.

Esa cantidad deja la leyenda conservadora a 40 escaños por debajo de los 176 necesarios para formar gobierno y llevar a su líder, el senador gallego Alberto Núñez Feijóo, a la presidencia de España. Pero es aquí que empiezan las sorpresas de la jornada electoral.

Las encuestas de la semana anterior a los comicios indicaban que el PP, junto con el partido de extrema derecha Vox, conseguiría suficientes votos para obtener más de la mitad de los escaños del Congreso. Pero no fue eso lo que pasó.

No solo el PP ganó con menos ventaja de lo esperado sino que su principal aliado vivió una jornada de gran frustración: con el 12,39% de los votos, el Vox de Santiago Abascal eligió sólo a 33 parlamentarios, 19 menos que en las últimas elecciones.

Además, el partido Sumar, segunda fuerza progresista de España, obtuvo un resultado por encima de lo pronosticado: bajo el liderazgo de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, alcanzó el 12,31% de los votos y 31 sillas parlamentarias, quedando prácticamente en un empate con la extrema derecha.

Para completar el combo de sorpresas, el oficialista PSOE (Partido Socialista Obrero de España) obtuvo el 31,70% de los votos y 122 cupos en el Congreso, un resultado que sitúa a su líder, el presidente español Pedro Sánchez, en una rara situación de “derrota favorable”, ya que las encuestas auguraban una desventaja mucho mayor en relación al PP, y al final el partido logró elegir dos parlamentarios más que en 2019.

El problema del PSOE es que el escenario tampoco le permite formar un gobierno de coalición con el partido Sumar de Yolanda Díaz.

Ante este panorama, tanto Feijóo como Sánchez pueden lanzarse a la guerra por los apoyos necesarios para formar gobierno, pero tendrán que negociar con los partidos nacionalistas de Cataluña y País Vasco para intentar alcanzar la mágica cifra de 176 escaños.

El cálculo es sencillo: PP y Vox juntos suman 169 escaños en el Congreso, mientras que PSOE y Sumar tienen 153. La Esquerra (Izquierda) Catalana eligió 7 diputados, mientras que la Esquerra Vasca consiguió 6 cupos, lo que eleva a los sectores progresistas a un total de 166.

La decisión, por lo tanto, estará en manos de dos partidos independentistas de centroderecha: el PNV (Partido Nacionalista Vasco), que eligió 6 diputados, y Junts per Catalunya, con 7.

Pese a ser un partido de centroderecha, el PNV ya se ha aliado con el PSOE en ocasiones anteriores y tiene diferencias muy marcadas con Vox, ya que la extrema derecha es fuertemente hostil a los movimientos nacionalistas regionales.

En el caso de Junts, la situación es similar, y aún tiene el agravante de que el principal líder del partido, el exdiputado catalán Carles Puigdemont, está exiliado en Bélgica y podría ser extraditado en un eventual gobierno de la coalición PP-Vox.

Por eso el resultado trae la paradoja de ser más “favorable” al “derrotado” Sánchez, ya que es menos improbable para este convencer al PNV y al Junts, mientras que para Feijóo su cercanía con la extrema derecha prácticamente le impide acercarse a esos partidos, aunque sean de derecha como él.

Sin embargo, también existe la posibilidad de que ni Feijóo ni Sánchez logren convencer a los partidos independentistas para que los apoyen, lo que podría derivar en un escenario de bloqueo, que obligaría a la convocatoria de nuevas elecciones, situación que, al menos en este momento, parecería más favorable al PP.

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