Al cerrarse los jardines infantiles y los colegios por la pandemia, las mujeres hoy se enfrentan al cuidado de sus hijos e hijas a tiempo completo. Si a esto sumamos el trabajo remoto y labores domésticas, la sobrecarga está generando cuadros de estrés que se somatizan con insomnio, caída de cabello, ataques al colon y otras enfermedades que a largo plazo pueden traducirse en problemas psicológicos más severos. Los expertos alertan sobre los efectos secundarios del encierro para las mujeres que además deben hacerse cargo de sus familias.
Una reciente encuesta del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS) de la Universidad Mayor indicó, que las mujeres en esta pandemia dedican 5,6 horas de su tiempo en labores domésticas, mientras que los hombres solo 3,8. Estos datos nos muestran, que aunque ha existido mayor conciencia sobre los derechos de las mujeres, eso no se traduce en igualdad de vida. En efecto, la cuarentena ha reforzado aún más los roles de género, lo que en la práctica implica que las mujeres se vean obligadas a realizar los trabajos de crianza, limpieza doméstica y la contención emocional al grupo familiar.
Alejandra (42)-prefiere mantener su apellido en reserva-es separada y vive con su hija de cuatro años. El confinamiento lo ha vivenciado de manera muy exigente, como muchas mujeres en este periodo en medio de la emergencia sanitaria. Además de coordinar sus dos trabajos de forma remota, que antes eran horarios definidos, debe atender las clases de su hija y las labores domésticas, con muy pocos espacios de descanso. Desde hace un mes y medio, no sabe nada del padre de su hija, quién además había cortado unilateralmente las visitas con la niña. De ahí que todo se volvió mucho más complejo, sin redes de apoyo.
Hoy una de las cosas que más le preocupa ha sido la estabilidad emocional de su hija y la contención que necesita. Una situación más que compleja, porque Alejandra también necesita contención para sobrellevar las labores diarias en medio del encierro absoluto. En este escenario, no tiene familiares ni amigos a los que pueda recurrir. Afortunadamente, dice, al menos tiene estabilidad laboral comparado con otras personas que visto precarizada su situación en medio de la pandemia.
-Somos las mujeres las que estamos haciendo un mayor esfuerzo para sostener no solo materialmente las casas, sino que también emocionalmente al grupo familiar, especialmente a los niños y niñas-, confiesa.
En este contexto, la psicóloga, feminista y diplomada en estudios de género Carolina Farías, comenta que la situación que están viviendo las mujeres no solamente está asociado a la salud mental, sino también con factores culturales patriarcales; en torno a un estereotipo asociado, donde deben cumplir ciertos roles ligados al trabajo doméstico y al cuidado de los hijos e hijas.
-Las mujeres en esta sociedad, y en Chile en particular, nacemos con culpa y a raíz de eso somos súper autoflagelantes. Lo que conlleva a vivir situaciones de mucho más estrés, principalmente en términos psicológicos. (Con la pandemia) se verán más marcadas situaciones de culpa o de angustia, y a largo plazo puede venir una depresión, con cuadros angustiosos severos, vinculados al no control de situaciones domésticas y de cuidados que históricamente han responsabilizado a la mujer- explica.
En su experiencia, cuando las mujeres están en situaciones de estrés comienzan a somatizar por ejemplo con insomnio o cambio de horario. Existen muchas mujeres que hoy están con caída de cabello severa y con ataques al colon, enfermedades que a largo plazo pueden traducirse en temas psicológicos un poco más severos, principalmente en términos fisiológicos.
El documento titulado “Los efectos del covid-19 sobre las mujeres y niñas” de ONU Mujeres dice “En tiempos de crisis, cuando los recursos escasean y la capacidad institucional se ve limitada, las mujeres y las niñas se enfrentan a repercusiones desproporcionadas con consecuencias de gran alcance que no hacen más que agravarse en contextos de fragilidad, conflicto y emergencia”.
Los expertos coinciden en que las mujeres hoy día se encuentran en una situación de mucha fragilidad y a futuro deberán sortear los efectos emocionales y económicos que dejará la crisis.
Lamentablemente, durante años no ha existido voluntad política para atender correctamente estas problemáticas con un enfoque integral de género, y la falta de atención en los efectos de la pandemia al interior de los hogares, tiene a las mujeres en Chile pagando un costo altísimo para sus vidas.
Un segundo informe conjunto de la agencia humanitaria internacional CARE y ONU Mujeres arrojó que, aparte de la constante desigualdad entre los géneros en Latinoamérica, uno de los grupos de la población más vulnerable por la pandemia son las mujeres, las niñas y las personas LGBTIQ+.
“Las normas patriarcales de género colocan la carga del trabajo de cuidado directamente sobre los hombros de las mujeres y las niñas, exponiéndolas a un riesgo adicional tanto en la esfera profesional como en la doméstica (…) Esta carga de trabajo invisible es lo que ha sostenido a los hogares, los sistemas de salud y la economía a lo largo de la respuesta a la pandemia y ha sido esencial para respaldar las estrategias nacionales de salud pública a lo largo de COVID-19”, confirma el documento.