jueves, septiembre 12, 2024

Mireya Baltra, la suplementera que llegó a ser ministra y abrió caminos a otras mujeres en espacios de poder

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Mireya Baltra Moreno proviene de una familia de artistas que adoran la cultura en general. Muy buena lectora, amante de la ópera, el teatro y ballet; una mujer simpática, con carácter, humilde, muy emocional, rebelde, disciplinada, vanguardista para su época, con dotes para el baile, amante de las cumbias y las causas justas, pero por sobre todo, una luchadora incansable por los derechos de la clase trabajadora y las mujeres.

De esa manera sus cercanos describen a quien también apodan con cariño “la chica Mireya”. Nació en Santiago el 25 de febrero 1932, es hija de una campesina asesora del hogar, llamada María Moreno Cabezas y del suplementero José Baltra Baltra, oficio que ella heredó de su padre y donde ambos alcanzaron a ser dirigentes sindicales.

Fue regidora (concejala) de la comuna de Santiago, diputada por la séptima y octava agrupación departamental, la primera ministra del Trabajo y Previsión de la historia de Chile y Latinoamérica, militante del Partido Comunista (PC), donde fue miembro de su Comité Central (CC) y de la Comisión Política (CP).

Mireya es madre de dos varones y de dos mujeres -María Odette, Roberto, Rodrigo y Romanina- y recientemente vivió el nacimiento de un nieto. Durante la dictadura cívico-militar debió salir del país hacia el exilio. Se alojó primero en Holanda durante nueve meses junto a Julieta Campusano y Gladys Marín , luego se radicó en la ciudad de Praga en Checoslovaquia entre los años 1975-1984, donde trabajó en la Federación Sindical Mundial, que representaba a países socialistas y movimientos sindicalistas de América Latina.

Posteriormente, emigró a Cuba con la intención clara de regresar a Chile, y así lo hizo. En 1987 dos equipos del Partido Comunista fueron los encargados de ingresar a Baltra y Campusano de manera clandestina. En uno de ellos participó el actual encargado de relaciones políticas del PC, Juan Andrés Lagos, quien también ayudó en la seguridad durante la primera conferencia de prensa que hicieron al llegar, la que -como comenta por primera a La voz de los que sobran– se hizo en casa del padre y la madre de Lagos.

Hecho esto, acudieron rápidamente a los Tribunales de Justicia para regular su situación. “Tuvieron suerte, porque lo normal en personas como ellas era que las agredieran físicamente o las volvieran a expulsar”, advierte Lagos. De todas formas, fue relegada por un periodo de tres meses a Puerto Aysén.

Años más tarde, luego de que Mireya dejara la Comisión Política del Partido, a la edad de 60 años decidió estudiar Sociología en la Universidad de Artes y Ciencias Sociales (Arcis). Su hija, Romanina Morales Baltra, relata a nuestro medio que esa decisión le gustó mucho “porque la veía leyendo libros de Hegel, Marx, Engels, Lenin. Lo que ella había aprendido en la vida, lo estaba aprendiendo de manera teórica. Era un gran desafío para ella terminar su carrera”.

En Ahumada con Agustinas, luego de vender mucho tiempo periódicos en la calle, el padre y la madre de Mireya lograron su cometido y compraron un quiosco en Ahumada con Agustinas, donde podían desarrollar el oficio de suplementeros, es decir, vendedores de diarios y revistas que su papá ordenaba por colores. La “chica” heredó de su progenitor los ojos, la ocupación y la el rol de dirigenta sindical.

Mireya se convirtió en suplementera, labor donde día a día leía y se topaba con distintas personalidades políticas pertenecientes al Partido Radical (PR), Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista, que despertaban su curiosidad y la hacían aprender de lo que sucedía en la política institucional.

Cerca del puesto de su familia había un edificio de abogados radicales que eran cercanos a su padre, y lo terminaron convenciendo de militar en dicho Partido y posteriormente a que fuese dirigente sindical suplementero. Luego, ella también tuvo su propio quiosco, que quedaba en la intersección de Matías Cousiño y Moneda, un lugar importante para que Mireya Baltra Moreno iniciara su camino en la política.

Ingresó al Sindicato de Suplementeros, donde tuvo una larga trayectoria sindicalista, siendo nominada para el Departamento Femenino de la organización. Luego comenzó a participar también en la Federación Nacional de Suplementeros, y posteriormente en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), llegando a ser dirigenta en representación de su gremio.

La mujer que amó la Unidad Popular y llegó del quiosco al Ministerio del Trabajo

Mireya, una mujer de clase, de profundo arraigo popular, solo terminó la educación secundaria y se dedicó a la labor de suplementera hasta llegar a la arena política. Siempre creyó en un gobierno de la clase trabajadora. Su hija Romanina dice que su madre fue “una mujer que amó profundamente la Unidad Popular y que luchó por la UP”.

Previo al triunfo de Salvador Allende que lo llevó a ser Presidente de la República, la “chica” ya era diputada por la Séptima Agrupación Departamental de Santiago. A partir de 1971 y cuando el mandatario socialista ya estaba en la Presidencia, desde esa trinchera Mireya cumplió la tarea de articular y conducir junto a más compañeras del Frente de Mujeres de la Unidad Popular, organización en el que se desenvolvió como secretaria general, siendo María Elena Carrera Villavicencio (PS) su presidenta.

En el año 1972 Baltra debió interrumpir su trabajo legislativo, ya que desde el Comité Central del Partido Comunista su nombre figuraba entre las propuestas para integrar el gabinete de la UP. Por entonces Juan Andrés Lagos no era militante del PC, pero Mireya le contó cómo fue esa nominación.

“A ella la citaron a una reunión formal en el Comité Central, la recibió el compañero Luis Corvalán, secretario general del Partido, Gladys Marín y me parece que Volodia Teitelboim, y le comunicaron que ella va a ser propuesta al Ministerio del Trabajo y Previsión Social al Presidente Salvador Allende”, narra Lagos.

Una decisión -dice Juan Andrés- que “la dejó para adentro. Les preguntaba por qué ella, pero finalmente la convicción que la hizo tomar la definición es que los tres compañeros le transmitieron que querían que trabajadoras y trabajadores auténticos fueran ministras y ministros. Personas muy humildes, en el buen sentido, no de la falsa modestia, sino que la humildad como un valor ético”.

Ella entró en pánico, según señala Lagos riéndose, añadiendo que Baltra les respondió a sus compañeros de partido lo siguiente: “Pero cómo yo, cómo voy a ser ministra, en qué enredo me están metiendo”. Juan Andrés comenta además, que “ella no era de las personas que le gustaba asumir este tipo de responsabilidades con esa dimensión; era una agitadora, una mujer que le encantaba estar en las marchas y hablar en los actos de masas”.

A Mireya le costó mucho aceptar la idea de encabezar el Ministerio. Aceptó cuando el PC enfatizó que como Partido buscaban dejar claro que ese era el gobierno de la clase trabajadora y que la tarea política que ella debía seguir iba en esa línea. Desde la colectividad relatan que ayudó también el que definieran conjuntamente un equipo de trabajo que finalmente le dio la confianza de afrontar la importante tarea.

Si bien la propuesta emanaba desde el Partido, la decisión finalmente recaía exclusivamente en el Presidente de la República, y fue Salvador Allende quien recogió la sugerencia y nombró a Mireya Baltra Moreno como ministra del Trabajo y Previsión Social, convirtiéndose así en la primera mujer en asumir esa responsabilidad en la historia de Chile y América Latina.

El licenciado en Historia, Marcelo Zamora Gajardo, mencionó a La voz de los que sobran que fuera de destacar la obviedad del nombramiento, hay que precisar que “Latinoamérica es una sociedad machista de toda la vida, por lo tanto, la participación femenina era baja, sobre todo en ámbitos en que estaban en su mayoría varones, como el tema laboral, porque eran ellos quienes trabajaban. Esta mujer, cuando es ministra en la UP, logra un quiebre importante, es la líder de un grupo de hombres, lo cual ya es difícil en un país como el nuestro”.

“A esto hay que sumarle otro elemento: ella es militante del Partido Comunista, y el PC, por esencia en aquella época, era una colectividad muy machista y conservadora desde el punto de vista moral. Eso significó el liderazgo de una mujer en un mundo de hombres, y no en una fábrica, sino que a nivel nacional”, destaca el docente.

Por su parte, la antropóloga, ex ministra de la Mujer y Equidad de Género y hoy senadora electa, Claudia Pascual Grau, destaca a nuestro medio el hecho de que “Mireya siendo dirigenta suplementera, sin tener estudios superiores, es super relevante, porque tiene que ver con el rescate del valor, de la experiencia política y no del estudio de tener educación superior por tenerlo. Eso no es solo lo que te avala para estar ahí, no todo se remite a eso para ocupar un cargo de responsabilidad política de conducción en un gobierno”.

“Desde esa perspectiva, el valor de ella es importante, porque no solo tiene que ver con la impronta y la irrupción de mujeres en espacios de tomas de decisiones, sino que también a partir de la reveindicación de la diversidad de mujeres que habita en el país y, por sobre todo, de las mujeres trabajadoras, que pueden llegar a ser conductoras”, expresó Pascual.

En una línea similar, la hija menor de Baltra compara lo anecdótico del nombramiento de su madre con el reciente de Luz Vidal Huriqueo como subsecretaria de la Mujer y Equidad de Género. “Yo me alegro que Boric haya nombrado a la presidenta Sindicato de Trabajadoras de Casa Particular (Sintracap), porque imagínate que en el año ’72 donde mi mamá fue suplementera y después ministra del Trabajo, menos mal que no existían redes sociales, porque o si no la hubiesen aniquilado en un dos por tres”, reflexiona Romanina.

Y es que Mireya, tal como destaca el nombre de su libro, llegó desde un quiosco al Ministerio del Trabajo, espacio donde fue la jefa de cartera desde el 17 de junio de 1972 hasta el 2 de noviembre del mismo año, ya que desde el Partido después le pidieron que volviera a repostular a la Cámara de Diputados, esta vez desde la Octava Agrupación Departamental “Melipilla, San Antonio, San Bernardo y Maipú”. Fue elegida como parlamentaria, labor que debió interrumpir cuando tuvo lugar el golpe de Estado de 1973.

El rol de Mireya por los derechos de las mujeres

Mireya Baltra es una mujer rupturista, transgresora, vanguardista y con una impronta clara por la reivindicación de las mujeres y sus derechos. Una anécdota significativa, y que constata lo adelantada que la “chica” era para aquella época, ocurrió el año 1969, cuando asumió como diputada y su amiga Julieta Campusano como senadora, ambas por el PC.

El día de su asunción en el Parlamento, Baltra vestía un escote bastante pronunciado, algo muy común y asociado a la forma de ser de ella, por lo que lucía felizmente su vestido. Sin embargo, mientras iban camino a ingresar a la ceremonia, su amiga Julieta la tomó, la llevó al baño y le dijo: “Cómo se te ocurre andar así”. Le subió el cierre y continuaron caminando por el ex Congreso Nacional.

Respecto a su labor parlamentaria, el docente en Historia, Marcelo Zamora Gajardo, dice que como buena militante comunista, su rol estuvo enfocado en el fortalecimiento del aparato estatal. En ese contexto, fue gestora de un hecho significativo, que a juicio de Romanina Morales Baltra no se le ha reconocido como corresponde: su rol en la creación de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji).

Su hija dice que la idea pudo surgir de la experiencia de Mireya como madre de cuatro hijos y de su necesidad de salir al mundo laboral. Entonces estaba imposibilitada de hacerlo precisamente por tener que cuidar a sus hijos y no contar con recursos para pagar a alguien que lo hiciera por ella.

La propuesta había sido elaborada por Mireya, en conjunto con otras parlamentarias democratacristianas, la que finalmente se materializó y se dio paso a la creación de la ley N°17.301 que inauguró la corporación denominada Junji en el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, institución que sigue vigente hasta la fecha.

Como parlamentaria también le correspondió enfrentar situaciones violentas y relativizadoras hacia los derechos y capacidades de las mujeres, incluso con componentes de clase al ser suplementera sin estudios superiores, a los cuales les hacía frente. En ese contexto, Romanina dice que su madre “como todos sabemos, es bien buena pal´ garabato, y no es que ella quiera hacerse la simpática, sino que fue precisamente un método o un mecanismo por el cual pudo entrar en el mundo machista y tratar de tú a tú a cualquiera”.

“También mi mamá es buena pa´ los combos, no es novedad que le haya pegado uno que otro combo a un parlamentario de derecha o que le tiró el tintero a otro diputado cuando la ofendió. Son, en definitiva, ciertas manifestaciones bien masculinas, pero son las que hace el cuerpo para tú poder entrar en el mundo patriarcal y la política”, añade la hija.

Sobre eso mismo, Romanina apunta que su madre le transmitió siempre que “no hay otra forma de legitimarse en la vida, más que con el conocimiento y dar el propio ejemplo”. “En eso mi mamá siempre ha sido sumamente estricta”, añade, subrayando que ese fue otro elemento fundamental para hacerse respetar.

Recogiendo todos esos antecedentes y destacando sus responsabilidades posteriores, la senadora electa Claudia Pascual sostiene que Mireya Baltra “es una mujer clave en abrir caminos a otras mujeres en espacios de tomas decisiones políticas, sociales, culturales y económicas”. “Fue la primera ministra del Trabajo del país y la ministra de la Unidad Popular, una instancia que no se conocía mucho previo a la UP, ya que no habían muchas ministras, por lo tanto, su experiencia abrió caminos para otras”, profundiza.

Asimismo, entrega una reflexión personal respecto a Baltra. Dice que si bien “su figura es super destacada”, agrega que “todavía creo que se le adeudan homenajes”. “Fue muy visionaria para su tiempo, tuvo un estilo de vida que no era fácil de llevar en esa época, con miradas más conservadoras, donde no había el grado de conciencia sobre el machismo y el patriarcado, y por lo tanto, se esperaba de las mujeres ciertas conductas, y ella las rompe. Sin que ella se dijera feminista, tenía una clara impronta de lucha por los derechos de las mujeres y de las trabajadoras en particular”, enfatiza Pascual.

“Desde ese punto de vista, ella debiera ser mucho más reveindicada desde los movimientos feministas chilenos y no solo desde la izquierda. Ella tiene ese doble juego muy relevante que a varias otras comunistas les pasa también. Gladys tenía mucha pachorra, una mujer determinante, y no siempre ha sido destacada desde el punto de vista feminista”, apunta la ex ministra de la Mujer.

En ese sentido, sostiene que “en Gladys hay una adscripción a ciertas reivindicaciones de mujeres que ella las va adoptando más al final de su vida; en cambio, la Mireya creo que tiene muchas más conexiones con los derechos de las mujeres, rompe más esquemas, una figura super relevante, es la primera mujer comunista en llegar al Ejecutivo”.

Un legado que trasciende generaciones

Respecto al legado que deja una mujer como Mireya en la historia de Chile en cuanto a la reivindicación de las mujeres, diversas lideresas entregan su opinión sobre el rol de la “chica” en esa materia.

La actual diputada Camila Vallejo Dowling señala a La voz de los que sobran que Baltra “es una de las mujeres que más admiro, por su ternura, sabiduría, templanza, inteligencia; porque es de pueblo, pero también muy visionaria, y porque me acompañó y me dio fuerza para asumir el desafío de postular a la Cámara de Diputadas y Diputados”. “La importancia de esa disputa política, de asumir la tarea de ser parlamentaria por el bien del país dada la experiencia que tenía ella, logró hacerme entender la importancia de esa lucha”, añade.

En su rol como futura Vocera de Gobierno, sostiene que espera hacer parte de ella “la experiencia y la sabiduría de la Mireya, su visión de poner siempre en el centro el bien del país y del pueblo, que nunca se suban los humos a la cabeza”.

En esa misma línea, la ex ministra Pascual señala que Mireya Baltra “es un referente super importante, porque precisamente el hacer equipo de trabajo con ella es muy formativo: la humildad en términos políticos, lo buena para compartir sus historias; ese compartir experiencias, reflexiones, sentimientos, para mí es un referente, yo aprendí de ella, mucho, también de otras experiencias, pero dentro de las mujeres dirigentas es la más importante para mí. La historia de vida de Mireya, política y personalmente, son vivencias que forman y educan”.

Natalia Cuevas, actual encargada nacional de mujeres del PC y concejala de Recoleta, dice a La voz de los que sobran que la figura de Baltra “significa para nosotras una mujer que tiene un gran legado y un valor político tremendo de las mujeres, de la izquierda, del sindicalismo. Fue una de las primeras mujeres en desarrollarse políticamente y en ocupar cargos importantes, por lo tanto, es una compañera que tiene todo nuestro reconocimiento por el legado de fuerza que deja”.

Por su parte, la presidenta de las Juventudes Comunistas (JJCC) y diputada electa por el distrito 12, Daniela Serrano Salazar, indicó a nuestro medio que “Mireya tiene un significado al ser ministra que reconoce a las mujeres como trabajadoras y no como acompañantes del trabajador. Además, es una alta dirigenta del Partido Comunista. El rol que tuvieron nuestras antecesoras ha abierto para nosotras demostrar que las mujeres también podemos dirigir procesos revolucionarios”.

Mireya Baltra y su hija Romanina

En ese sentido, Romanina dice que el rol de su madre se refleja en que “llegamos al poder y tenemos el poder. Eso se lo agradecemos a múltiples mujeres que lucharon por ello, por la paridad de género, validarnos por nuestros propios requisitos y capacidades, nuestra independencia a la reproducción sexual, en las relaciones y matrimonios igualitarios. Yo creo que ese es el legado. Hubo otras viejas que lucharon por él, para que hoy en día nosotras no tengamos que luchar, sino que es algo absolutamente natural y legítimo de que podemos gobernar de la misma forma que lo hacen los hombres”.

“Y siempre decía: no es tener poder por tener poder, sino que con él tú puedas mejorar la sociedad, las condiciones laborales, la protección a la maternidad, a los trabajadores por un accidente de trabajo. Es cómo tú puedes influir en eso, en la mejora de las condiciones de vida de las y los trabajadores de Chile”, añade la hija menor.

Para destacar el aporte de su madre le mostró una foto comparando el gabinete de Patricio Aylwin y el del Presidente electo Gabriel Boric, y le dijo: “Año 1990, están muchos hombres, todos vestidos de terno azul marino oscuro, corbatas, todos sentados y todos viejos, sin embargo, en la foto del gabinete actual, son muchas más mujeres, colores, bastante informales, incluso las mujeres con sus hijos y ahí le dije: ‘Madre, y pensar que tú eres semilla de todas estas nuevas generaciones en la cual tú fuiste abriendo el camino de la lucha de la mujer en la política'”.

El dolor más grande de su vida

El golpe de Estado de 1973 en contra el gobierno de la Unidad Popular y toda la violencia desatada hacia las fuerzas de izquierda con ejecuciones, torturas, exilios y desapariciones, marcaron profundamente a Mireya Baltra Moreno. Fue una de las tantas personas exiliadas y estuvo asilada en la embajada de Holanda durante nueve meses junto a Julieta Campusano y Gladys Marín, lejos de sus hijos, hijas y su marido, Reinaldo Morales Peterson.

Posteriormente se radicó en Checoslovaquia, específicamente en Praga, desde 1975 hasta 1984. Romanina Morales Baltra dice que este fue un momento muy difícil para su madre, ya que además de ser obligada a permanecer fuera de su país y tener que estar pendiente de lo que pasaba con sus compañeros y compañeras de Partido en Chile, no manejaba el idioma y le fue muy complejo ir adaptándose a esa realidad.

Durante ese periodo, la “chica” trabajó en la Federación Sindical Mundial, ocupación que le tomaba bastante tiempo, al igual que muchas otras labores en su vida. En ese sentido, su hija que menor apunta que en este caso, no veía mucho a Mireya.

Mireya junto a su hija Romanina

Romanina menciona que fue criada por su padre, quien a su juicio “es el primer feminista en la historia de la humanidad”. “Mi madre pudo desempeñarse en la política, en el sindicalismo, en todo aquello que a ella siempre la apasionó, gracias a que tuvo un compañero detrás que se encargó absolutamente de todo. Mi padre cumplió este doble rol en la vida, mientras que mi mamá cumplía un rol mucho más importante, que en definitiva era una lucha antifascista”, reflexiona.

Además, destaca que toda la pena con la que cargaba Mireya, jamás la demostró hacia sus hijos e hijas, que se mantuvo como una mujer fuerte y que estaba comprometida, a pesar de la distancia, en acabar con la dictadura cívico-militar liderada por Augusto Pinochet.

En 1985 Mireya Baltra llegó hasta Cuba, donde participó en la Federación de Mujeres Cubanas como representante del PC, y donde alcanzó a estar dos años antes de regresar a Chile.

Volvió al país ingresando clandestinamente junto a Julieta Campusano por un paso no habilitado en la cordillera de Los Andes. Fueron dos equipos del Partido Comunista los encargados de la operación, uno del paso propiamente y otro de la seguridad y traslado hasta Santiago. En este último participó Juan Andrés Lagos, quien menciona que en esas tareas las identidades de todas las personas que participaban no eran reveladas por protocolo y seguridad.

Estando en la capital chilena, Campusano y Baltra dan una conferencia de prensa en la casa de los padres de Lagos, quien destaca que ambas marcaron un precedente histórico al vulnerar las reglas de la dictadura y lograr mantenerse en tierras nacionales.

Al terminar de hablar con la prensa, la ex senadora y ex ministra se dirigieron hasta los Tribunales de Justicia para poner su situación al día al interior del país, donde fueron sentenciadas a una relegación de tres en Puerto Aysén, lo que se traduce en una condena que impide a una persona trasladarse desde un lugar a otro. Luego de un tiempo, ya pudo regresar a Santiago.

Una mujer que entregó su vida al Partido Comunista

Mireya Baltra sigue hasta hoy siendo una histórica militante del Partido Comunista. Sin embargo, su vida política no comenzó en las filas comunistas. Ella y su esposo eran militantes del Partido Socialista y decidieron migrar hacia el PC debido a la indisciplina que existía al interior de la colectividad por parte de sus adscritos.

Si bien sus más cercanos no recuerdan la fecha exacta en la que ingresó al PC, para 1963, cuando era regidora, Baltra ya era una representante comunista en los espacios institucionales de la política. Posteriormente, en 1969, fue diputada, momento en que comenzó a ser también parte del Comité Central de la colectividad, instancia encargada de establecer las principales definiciones políticas e institucionales, como coaliciones y candidaturas, y que orienta al resto de las estructuras en las regiones, comunas y células, que también inciden en la discusión partidaria.

Dentro de sus responsabilidades al interior del Partido estuvo ser la encargada de la Comisión Femenina y ver las relaciones políticas junto a Juan Andrés Lagos. Junto con ello, Mireya también comenzó a ser parte de la Comisión Política del PC, una de las instancias más importantes de los partidos políticos, donde participa un grupo reducido de personas.

Mireya Baltra junto a Sola Sierra

A lo largo de su trayectoria como militante, Baltra desarrolló lazos con distintas generaciones y personalidades, entre estas su íntima y ya fallecida amiga, Julieta Campusano; Juan Andrés Lagos, quien con el tiempo se transformó en su amigo; la diputada y futura Vocera de Gobierno, Camila Vallejo; y con quien tiene una relación estrecha hasta la fecha, la citada ex ministra de la Mujer, Claudia Pascual.

Al respecto, Juan Andrés Lagos sostiene que “Mireya es para el PC un símbolo, un emblema, un modo de ser, de saber, de actuar, de representar al mundo popular más allá de las filas del Partido. Ella tiene un reconocimiento muy transversal y eso es algo que tiene un valor enorme. Ella no es solo Mireya para el Partido, lo es para el mundo popular”.

Camila Vallejo la conoció cuando aún era estudiante universitaria y se preparaba para su primera candidatura al parlamento. Considera que la “chica” es “una mujer grosa, por su historia de vida. Por venir del seno del pueblo, de la clase trabajadora, y asumir desafíos de acompañar a Salvador Allende en la constitución de su gobierno, fue algo que también marcó mucho la historia del Partido de ahí en adelante”. “Demostró que una mujer trabajadora puede asumir grandes desafíos, misiones y que nunca se termina de luchar”, enfatiza.

Claudia Pascual, por su parte, además de mantener una relación cercana con Mireya, comparte importantes experiencias políticas con ella. Ambas fueron concejalas de Santiago, aunque Mireya lo hiciera bajo el nombre de regidora; las dos fueron las primeras mujeres comunistas en ser ministras. En este caso, Baltra como primera jefa de cartera comunista en la historia y Pascual como la primera desde la vuelta a la democracia y desde que el Partido Comunista volviera a la legalidad. Ambas también fueron encargadas nacionales de las mujeres comunistas.

La senadora electa dice que su “compañera” es “una referente que incluso debería ser mucho más destacada en los tiempos actuales. Es una referente transgeneracional. Además, no pudo representar solo las vivencias antes y durante la UP y en la dictadura; ella ha hecho su aporte siempre. Siento que la Jota, las nuevas generaciones de militantes mujeres, deberían acercarse mucho más a la vida de Mireya, porque ella es bien importante”.

“La experiencia de Mireya como dirigenta suplementera, como cuadro de la dirección del Partido, como ministra del Trabajo y diputada en el gobierno de la Unidad Popular; su apego a las transformaciones democráticas del país… yo creo que son bien relevantes. Se necesita bastante difundir su aporte, su legado, que no quede esto para cuando ella no esté con nosotros, que se pueda hacer muchos homenajes en vida”, plantea la ex ministra.

Desde las JJCC, su presidenta, Daniela Serrano, indica que la juventud comunista “la reconoce como una dirigenta obrera que ocupó un espacio dentro de la institucionalidad tan relevante y estratégico como ministra en la UP”. Y añade: “Sin duda, marcó mucho la trayectoria de la Jota, entendiendo que para estar en la institucionalidad no se necesita un título universitario, sino que trabajadoras y trabajadores que la pueden conducir”.

Militar en el PC demanda tiempo, lo que muchas veces implica dejar a la familia. En ese sentido, Romanina dice que “al principio era chocante no ver a mi mamá -todas mis compañeras de curso la tenían, una no-, pero con la historia me di cuenta que estaba haciendo algo más que un queque en la casa; no andaba tejiendo, andaba en algo realmente importante, que era que se paralizaran las detenciones y las ejecuciones. Esa parte de la vida yo ya la comprendo, y sé por qué ella dio absolutamente su vida al Partido Comunista y a la lucha antifascista”.

Respecto al presente, la hija menor dice que “el tiempo parece olvidar. Desde que mi mamá se enfermó, si es que he recibido un llamado del Partido para preguntar su estado de salud y qué necesitamos, cero. No hay ni siquiera un llamado de cortesía, muy poco, casi nada. La que siempre está presente es la Claudia (Pascual), sin duda, y eso yo lo valoro altamente, porque no solamente me llama para preguntar como está, también la quiere ir a ver. El Partido ha estado muy ausente”.

En ese contexto, la aludida ex ministra de la Mujer dice que “hay cariño y reconocimiento (…) A lo mejor la Romanina tiene más sentimientos de deuda que los que realmente tendría Mireya, a pesar que esté un poco ida, ella estuvo muy vigente hasta hace muy poquito”.

Por su parte, Juan Andrés Lagos recoge la crítica y dice que hay que hacer una revisión profunda, “porque cuando una compañera como ella dice lo que dice es por lo que está sintiendo y, por lo tanto, le doy el valor que eso significa. Sí doy fe de que está muy presente en nuestro Partido”.

“Es super importante acoger este cuestionamiento, porque creo que Mireya le tiene un tremendo cariño al PC, a las y los comunistas, y me llega profundamente porque en medio de la pandemia y de cosas que han ocurrido -como no poder compartir con amigas como ella-, yo creo que hay que hacer todo lo que implica para comunicarse con la “chica”, porque lo tiene más que merecido. Doy fe que ahora para su cumpleaños recibió muchas muestras de afecto y, por lo tanto, va a seguir estando presente en las antiguas y nuevas generaciones”, añade Lagos.

90 años de una histórica

El tiempo pasa y los problemas de salud llegan. Mireya lamentablemente hace diez años sufrió un derrame cerebral que trajo complicaciones notorias: perdió su visión, tiene una movilidad bastante reducida y su memoria corta cada vez se deteriora más, elementos que de paso impidieron poder contar con su propio testimonio para este artículo.

El año 2015 recibió el Premio Manuel Bustos, que se entrega a personas destacadas en el ámbito laboral del país y, en este caso, el reconocimiento fue otorgado por su trayectoria como dirigenta sindical de manos de la entonces Presidenta Michelle Bachelet, a quien Baltra admira profundamente por ser la primera mujer en ocupar la más alta investidura del país.

El 25 de febrero pasado la querida “chica” cumplió 90 años acompañada de su hija Romanina y uno de sus nietos. No celebran ese día, ya que el 6 de marzo está de cumpleaños su marido y la familia celebra a ambos el mismo día. Este año la celebración se dio el sábado recién pasado.

En ese contexto, Mireya recibió distintos saludos desde el PC. El regional cordillera Cristina Carreño de la Región Metropolitana, por ejemplo, el envío flores con una nota en la que se podía leer: “Estimada compañera, en el día de su cumpleaños, queremos saludarla honrando su lucha, ejemplo de muchos para conquistar los derechos de nuestro pueblo. Agradecemos su eterna entrega y fuerza”.

La futura Vocera de Gobierno también se hizo parte con un arreglo floral, escribiéndole lo siguiente: “Querida compañera, su rol en la tarea de las conquistas de los derechos de las mujeres nos inspira y reafirma nuestra convicción de lucha. Esperamos seguir la senda de mujeres como usted. Un abrazo fraterno”.

Asimismo, la mujer que encabezará la misma tarea que ella cumplió en 1972, la futura ministra del Trabajo Jeannette Jara Román, la saludó igualmente “con cariño, admiración, reconocimiento y con la responsabilidad de recoger su legado”.

Hoy por hoy, Mireya Baltra Moreno pasa los días en su casa de Puente Alto junto a su marido, al cuidado de otras dos mujeres, Elisa y Estela, y en donde todas las tardes después de almuerzo le dice a su compañero “mi rey, dame tu mano”, un gesto que simboliza su amor y cariño en sus casi 72 años de matrimonio.

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