Tras ser electo como constituyente por el extenso Distrito 14, el reconocido actor Ignacio Achurra, en conversación con La Voz de los que Sobran, desmenuzó las principales aristas de su vida que lo perfilan como una de las figuras idóneas para representar a la ciudadanía en la redacción de la nueva Carta Magna, aclarando, de antemano, que estaría dispuesto a llegar a las más extremas consecuencias en defensa de lo que considera justo.
Hace semanas la agenda de Ignacio Achurra es un cúmulo de actividades en la calle y en el escritorio. La suma de todas las acciones tuvo resultado el pasado domingo, cuando el también dramaturgo se adjudicó un escaño en la Convención Constituyente tras ser electo por el Distrito 14 en las megaelecciones donde se definió quienes serán los futuros alcaldes, concejales, constituyentes y gobernadores regionales.
Ignacio Achurra es uno de esos rostros que, orbitando fuera de la esfera política, aunque no lejos de ella del todo, llevaban años dirigiéndose a miles de personas a lo largo de todo Chile a través de la televisión, entrando en ese selecto grupo que, entre debates y titulares de prensa, fueron sindicados como los denominados “famosos constituyentes”.
Achurra mira con cierto desdén esa etiqueta, como si ello restara mérito al trabajo desplegado desde hace meses. “No me atrevería a decir que yo salí electo teniendo como un factor positivo a mi favor el ser un actor conocido, o por el contrario, si salí pese a ser un actor conocido”, advierte.
En sus palabras, deja entrever lo que se encuentra detrás del personaje, sacando a relucir, en entrevista con La Voz de los que Sobran, sus convicciones políticas más profundas y las implicancias de estas de cara al desafío de redactar una nueva Constitución, haciendo un repaso por los recovecos más íntimos de su vida personal en un relato donde conjuga las precariedades dentro del mundo de los trabajadores y trabajadoras de la cultura, y las instancias que en el off the record le han determinado como una persona que, con toda una vida detrás, estaría incluso dispuesta a morir por defender lo que considera justo.
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Si hacemos un repaso por tu carrera en la actuación ¿Qué elementos son los que te han marcado y que te vinculan con los intereses del pueblo?
-En mi carrera en la actuación, yo dirijo hace más de 20 años una compañía de teatro que trabaja en el espacio público, en la calle, formo parte de un colectivo que se llama La Patriótico Interesante, y desde nuestros inicios nosotros hemos buscado acercar las artes a las personas, hemos hecho mucho trabajo con diferentes comunidades y hemos buscado siempre entender que en el arte hay un espacio para hacer política, para instalar temáticas, pero también para mostrar que desde la manera en la que tú te organizas y produces ese arte, también hay una manera de posicionarse políticamente frente al mundo, y el hecho que nosotros trabajemos en un colectivo, que todos ganemos lo mismo, que seamos artistas y obreros en esta compañía, ha sido una manera para nosotros de hacer política, de hacer un arte activista.
¿Entonces la esencia del arte en su fase de producción y de expresión es un hecho político?
-Sí, pero hay maneras de politizarlo, nosotros hemos entendido siempre que tanto en los contenidos que abordamos, como en la tradición teatral en la que nos circunscribimos, que es el teatro callejero y popular, y en la manera de producirlo, hay en eso una manera de entender un gesto político.
Su padre, Patricio Achurra, fue, en su momento, alcalde y concejal de Paine ¿Cuál cree que fue el legado político que le dejó en términos de ideas y convicciones?
-Yo te diría que más que un legado político de mi padre por su carrera política, yo pertenezco a una familia en donde a diferencia de otras familias en las que en la sobremesa se evita hablar de política, religión y temas peliagudos, aquí era todo lo contrario, era un espacio donde la invitación permanente era a reflexionar en familia sobre los asuntos de interés social, interés colectivo, y en ese sentido, mi padre, pero también mi madre, mis abuelos, mis hermanas, han sido parte de un espacio de discusión política familiar desde muy pequeños, y yo creo que eso ha sido muy significativo a la hora de escoger los caminos que yo he tomado, que fui dirigente estudiantil en la universidad, fui presidente del Centro de estudiantes de teatro, fui dirigente de la facultad de Artes, fui presidente del sindicato de actores y actrices de Chile (SIDARTE), he hecho durante mucho tiempo un teatro, desde mi punto de vista, político, y creo que está todo eso muy conectado.
En entrevista con CNN tú dijiste que ser famoso no te habilitaba necesariamente como para ir a representar los intereses del pueblo en una nueva constitución, además destacaste la trayectoria que tuviste en el sindicato de actores y actrices, sin embargo ¿Piensas que la televisión te ayudó a posicionarte?
-Mira, yo no lo sé realmente, a la luz de los hechos y cómo ha votado la gente en esta última elección uno podría pensar que muchas cosas que históricamente se consideraban favorables, hoy día pareciera que no lo son. Habían muchos rostros, y gente que había trabajado en el mundo de la televisión y el espectáculo, que no salieron electos, campañas millonarias, cuando el dinero era un factor absolutamente determinante, que tampoco salieron electos, por lo tanto, yo a estas alturas no me atrevería a decir que yo salí electo teniendo como un factor positivo a mi favor el ser un actor conocido, o por el contrario, si salí pese a ser un actor conocido, es decir, yo creo que a pesar de ser una persona que por el alcance de la televisión probablemente soy mayoritariamente conocido como un actor de televisión, yo creo que nosotros pudimos, durante la campaña, también posicionarnos con contenidos a través de debates, a través de las redes sociales, y muy particularmente, estando en los territorios, en la calle, con las comunidades, hablando con las personas, yo creo que hizo que la gente votara más que por un personaje de la televisión, votara por una idea, por un proyecto.
Si uno revisa estas elecciones, ganó en su mayoría gente independiente y desconocida, las campañas que menos tenían fueron las que repuntaron y lograron posicionarse en la constituyente. Eso es un hecho de la causa. En mi distrito (14) yo obtuve la primera mayoría y la segunda la obtuvo Francisco Caamaño, un joven, independiente, con una campaña con muy pocos recursos, desplazando a Renato Garín, e incluso dejamos fuera a Jaime Coloma, de la derecha, que desplegó una campaña absolutamente millonaria, que era impresionante el despliegue en el territorio, y finalmente quedó sin ser electo. Entonces yo creo que hay una positiva señal de que la ciudadanía, en esta pasada, privilegió otras cosas, como la autonomía, castigó a los partidos políticos tradicionales, y eligió a gente que le generaba confianza.
¿Tú dirías que esto fue un voto de castigo de parte de la ciudadanía y qué representa para el pueblo tener gente que efectivamente sea del pueblo?
-Creo que evidentemente es un tremendo voto de castigo a la clase política en su conjunto, y particularmente a los partidos políticos tradicionales, a los partidos icónicos de la transición, y eso o percibí desde muy temprano en la calle, había un ánimo muy antipartidista y muy antipolítico, la gente decía ‘quiero gente joven, quiero caras nuevas, no queremos a los mismos de siempre’, y eso se repetía en todos lados, y eso se manifestó en el voto, y yo lo veo como un proceso muy positivo, hoy día nosotros tenemos una convención constitucional que en su escala es mucho más parecida al Chile real, es decir, hay desde gente que son mecánicos automotrices hasta personas que trabajan en transporte escolar, muchos profesores, un par de actores… Si tú lo comparas con el parlamento, el parlamento son básicamente puras élites, élites culturales, élites económicas, élites políticas y creo que esta convención es mucho más cercana a lo que es Chile y eso me parece valioso y positivo, y creo que da cuenta que la democracia, a pesar de la baja participación, está viva.
Si tú pudieras poner, dentro de tus propuestas o dentro de lo que vayas a ejecutar dentro de la convención constituyente, foco solamente en tres áreas ¿Cuáles serían las prioritarias para ti?
-Hay un ámbito que yo creo que la ciudadanía reclama de manera muy manifiesta, que tiene que ver con garantizar ciertos derechos sociales, y garantizar ciertos derechos sociales significa aceptar y reconocer que cuando uno forma parte de una comunidad, de un país que es una comunidad, uno asume una serie de deberes, uno está obligado a respetar la ley, le entregamos el monopolio de las armas a las policías, a las fuerzas armadas, pagamos impuestos, tributos, cada vez que vamos a la esquina a comprar estamos pagando IVA, y la pregunta es ¿Qué es lo que merecemos de vuelta? Y ahí yo creo que hay materias tan sensibles como son salud, educación, pensiones, vivienda, que hacen parte intrínseca de lo que es la dignidad humana. Cuando uno está enfermo, lo único que quiere es que lo atiendan rápido, de forma oportuna, con la mejor tecnología posible, ojalá sea el mejor médico, lo mismo una persona que trabajo toda su vida, si uno ve a sus abuelos dice ‘lo único que pido es que mi abuelo viva con dignidad sus últimos años, pasa lo mismo con la educación, uno mira a los niños y dice ‘yo quiero que estos cabros tengan igualdad de oportunidades y puedan desarrollar sus capacidades, sus talentos’, y todas esas materias, la vivienda, que la gente cuente con un techo, o un espacio donde construir sus proyectos, su vida, su familia, son cuestiones que van directamente a la dignidad humana y yo creo que son un imperativo. La salud, vivienda, pensiones, educación.
Luego me parece que hay una segunda área que tiene que ver con la redistribución del poder, en Chile nosotros tenemos una sobreconcentración de poder en ciertas élites económicas, políticas, que han impedido tener una democracia que vaya más allá de ejercer el voto cada cuatro años, y para eso nosotros creemos que hay que cambiar el sistema de gobierno, avanzar hacia un sistema semipresidencial que equilibre mucho mejor el poder legislativo con el ejecutivo, transferir poder a las regiones, que los gobiernos regionales tengan mayor autonomía, y también a los gobiernos locales, a los municipios, que son el primer eslabón de la política institucional con la ciudadanía.
Y una tercera área que me parece absolutamente clave tiene que ver con un nuevo trato con el medioambiente, las personas y los seres vivos no podemos existir sino como parte de nuestro ambiente, y nosotros estamos viviendo una profunda crisis climática. Hemos dado cuenta que el planeta tiene un fecha de término, si es que seguimos con estos niveles de extracción, de producción, de contaminación, y creo que repensar la relación con el planeta, con la naturaleza, repensarnos como parte de la naturaleza, y por tanto, dotar de mayor autonomía a las comunidades respecto a la administración de los bienes naturales me parece que es una cuestión central.
Tú me pediste 3, pero no puedo dejar de mencionar el tema de la cultura…
Respecto a las dos cosas que mencionaste antes, por ejemplo, en el tema del portazo en el debate del impuesto a los súper ricos, ahí se notó lo que mencionaste sobre la distribución del poder y las élites dentro del sistema político chileno, en cómo operan. Y respecto a lo primero, sobre los derechos garantizados, hace tiempo se comenta que incisos en la constitución consagran el derecho de acceso a ciertas cosas, pero que no se tiene derecho a esas cosas…
-Claro, porque la constitución actual lo que garantiza, esencialmente, es el derecho a elegir, a elegir entre un sistema público de salud o un sistema privado de salud, un sistema público de educación o un sistema privado de educación, pero lo cierto es que esa libertad no es un derecho inmanente para todas las personas, porque es libertad está mediada por los recursos, un porcentaje mínimo de la población efectivamente puede elegir, pero la grandísima mayoría accede a lo que le toca, simplemente, y eso es lo público, entonces, entender estos derechos, y poner al Estado como garante de estos derechos, es precisamente entender que estos derechos no pueden estar mediados por la capacidad adquisitiva de las personas, sino que tienen que ser una cuestión que esté garantizada desde el sistema público.
Respecto a la cultura ¿Cuál es tu propuesta?
-Creo que nosotros deberíamos dar una discusión constitucional en clave cultural, con esto me refiero a que cuando nosotros pensamos o vamos a discutir una constitución, vamos a pesar en un proyecto a nivel país, de sociedad, y desde mi punto de vista, cultural, y esto te lo pongo con un ejemplo súper concreto, en San Pedro de Melipilla, del Distrito 14 que represento, una dirigenta del agua me decía que desde su cultura, que es esencialmente la vida en torno a la agricultura familiar-campesina, está siendo amenazada, está desapareciendo por la sequía y la ausencia de agua, y solo el 17 por ciento del agua que falta está dada por la sequía falta de lluvia, o por los derretimientos de glaciares y temas asociados a los cambios medioambientales… el 83 por ciento tiene que ver con la gobernanza del agua, con la sobreexplotación, tiene que ver con el robo, derechamente, del agua. Por lo tanto, cuando hablamos de un nuevo trato con el medio ambiente, cuando hablamos de recuperar ciertos bienes y declarar el agua como un derecho humano y social, también estamos hablando de un problema cultural, entonces hay, en primer lugar, cuando hablemos de plurinacionalidad, si es que vamos a aceptar, de una vez por todas, que en este país llamado Chile conviven muchos pueblos, culturas diversas, y desde mi punto de vista, naciones diversas, también estamos hablando de un problema cultural. Cuando hablamos de una cultura que prioriza lo individual por sobre lo colaborativo, la competencia por sobre lo colaborativo, también estamos hablando de paradigmas culturales, entonces hay una primera dimensión que tiene que ver con entender que el proceso en sí mismo es una temática de orden cultural, y después están los derechos culturales, que pasa por el acceso, por ejemplo, democratizar el acceso a las artes, a la cultura, al disfrute de esas expresiones, también por el proteger estos modos de vida culturales, por la educación y la interculturalidad —En seguida, Achurra hace énfasis en la integración de estos elementos en el sistema educativo y la protección de la diversidad debido a la riqueza de Chile en este aspecto— Hay derechos culturales tal como hay derechos civiles, sociales y económicos, que debiéramos ser capaces de garantizar en una nueva constitución.
En términos prácticos ¿Cómo podría el Estado garantizar estos derechos culturales? ¿Cuál debería ser el rol Estado en cuanto a la televisión?
-Respecto a la primera pregunta, la Constitución no tiene como objetivo solucionar los problemas, tal vez, si lo pusiéramos en clave “problemas”, podríamos decir que la Constitución sí es capaz de identificar cuáles son esas áreas o esos derechos que deben estar garantizados. Luego, debe ser la política pública y los gobiernos, en planes y programas, los que den efectiva respuesta y vayan en orden a resolver esos problemas (…) Yo ahí te puedo dar un ejemplo, creo que nosotros tenemos que superar este paradigma de la concursabilidad en materia cultural, y que es un paradigma que tiene que ver con esta mirada subsidiaria, entender que la cultura no es un derecho, sino que tiene que haber una acción únicamente de fomento por parte del Estado, pero en una lógica de competencia. Nosotros tenemos que avanzar hacia mecanismos de subvención permanentes a escuelas, centros culturales, compañías, grupos, creadores, escultores, creo que tenemos que entender que las artes y las culturas son fundamentales para el desarrollo de los países y los sujetos y de las comunidades (…) Sabemos que las artes y la cultura no pueden sostenerse en Chile ni en ninguna parte, única y exclusivamente con las lógicas propias de la racionalidad del mercado, por lo tanto la preguntas es ¿Quién genera condiciones para que las artes y la cultura puedan existir, difundirse y producirse? Y ahí creo que el rol del Estado es clave.
Y respecto al tema de la televisión, una discusión que vamos a tener que dar es si efectivamente el CNTV debe tener rango constitucional como lo tiene actualmente. Nosotros tenemos un equipo con el cual estamos trabajando el tema de la televisión, porque yo creo que nosotros debemos tener un organismo que no sea el CNTV como lo conocemos hoy en día, que nació como un organismo censor, para controlar los medios. Yo creo que tenemos que tener un organismo que regule la televisión y que sea capaz de observar y pensar qué es lo que está pasando con otros medios de difusión.
En esta línea, el actor señala que los límites y las responsabilidades de un eventual nuevo órgano regulador serían de garantizar la diversidad cultural, enfatizando en que la diferencia entre diversidad y pluralismo radica en que el pluralismo solo acentúa la idea de otras opciones, mientras que la diversidad tiene que ver con reconocer que en el pluralismo hay “una riqueza intrínseca que hay que proteger”, poniéndolo como un factor crucial para la democracia. “Es más que asegurar que hayan diferentes representaciones de gente distinta”, apuntó Achurra a este medio.
De igual forma, se cuestiona si acaso un nuevo órgano regulador debería pensarse solo mirando a la televisión, o si debería pensarse sobre diversos medios debido a los diferentes tipos de plataformas que existen. “Una constitución no solo debe dar cuenta de las problemáticas del presente, una constitución que pretenda estar vigente hasta por cuarenta años, exige pensar los escenarios del futuro”, expresa visionariamente en su discurso.
Quería hacer esto un poco más personal. Sí volvemos a la etapa en la que estabas como Presidente del Sindicato de Actores ¿Hay alguna historia en particular que te haya marcado solamente en el ámbito de la cultura y las artes?
-Mira, yo me he dedicado durante 20 años prioritariamente al arte callejero, y eso me ha permitido ver y estar muy de cerca con la precariedad de nuestro sector en lo laboral, de la falta de cobijo de parte de las políticas públicas, de la vulnerabilidad, y es algo que yo mismo he vivido, y que me ha tocado observar desde muy cerca. Así todo, creo que el trabajo en el sindicato me permitió hacer un zoom a esa precariedad y a esa vulnerabilidad de manera muy radical, y ver que incluso colegas, y gente conocida por su trabajo en televisión, en el teatro, y que uno podría pensar que podrían tener ciertos mínimos estándares de confort, o incluso de dignidad, en su vida…. — Achurra hace una pausa reflexiva y plasma la seriedad en su rostro, como dando cuenta de la gravedad de la situación, y luego continúa— te das cuenta que no, y que hay gente que realmente que vive en una situación absolutamente vulnerable, haciéndose los pesos mes a mes. Y creo que eso para mí siempre fue una cuestión que me movilizó y que me hizo sentir que mi rol en el sindicato era algo muy importante y serio.
De lo que se desprende de su discurso hay una situación a nivel macro, pero no hay un rostro que humanizar. Vuelvo a insistir. Recién entonces se comprende la evasión de la pregunta, y es que el escenario es mucho peor en la carne y en el recuerdo.
¿Hay alguien en particular que recuerdes?
-No te daría nombres, pero sí hay gente que en algún minuto nos fue a pedir una canasta de comida, y que uno dice ‘chuta, pero cómo es que este colega que he visto tanto en cine y televisión no tiene hoy para sobrevivir’. Y esa es una realidad en nuestro sector, que está tremendamente invisibilizada, pero que la vive mucha gente, y que con la pandemia se ha agudizado, y ha alcanzado ribetes muy dramáticos.
La gran mayoría de los actores trabajamos con base a proyectos, y de repente tú te quedas sin proyecto unos meses y te empieza a subir el agua al cuello, y si no te viene otro proyecto hay que empezar a vender las cosas, dejas de pagar las cuentas, entonces es tremendo, y no hay nadie a quien recurrir, lo actores están en la informalidad, no tienen contratos… —Mientras habla, mueve sus manos en forma caótica, como si buscara externalizar la compleja situación— En general los trabajadores de las artes y la cultura viven en un nivel de precariedad tremendo.
Desmarcándonos del ámbito cultural, en tu propuesta por el Distrito 14 mencionaste que la política se tenía que hacer “prestando oído a la gente”, si nos remitimos a tú caso en particular ¿Qué propuestas has incluido de las que has escuchado en la calle?
-Ahí te quiero hacer una distinción, una aclaración, porque creo que esa cuña está incompleta, porque lo que precisamente yo he dicho es que hoy en día en la política no basta que le preste oído a la gente, sino que tiene que transferirle poder a las personas. Hoy la gente no solo pide ser escuchada, pide mecanismos reales de participación e incidencia en la toma de decisión, y eso me parece una cuestión clave (…) La gente o quiere que el político vaya, la escuche y le diga ‘ya, vale, entiendo sus problemas’, sino que quiere decidir dónde están los espacios donde ellos van a tomar decisiones (…)
Comenta que la idea es que la gente decida sobre el desarrollo de sus territorios y qué quieren o qué rechazan en ellos, y que no sea “un grupo de tecnócratas en el centro de Santiago decidiendo sobre un mapa”, menciona, añadiendo que “ahí hay una transferencia de poder y soberanía que no es más ni menos que la democracia (…) Tenemos una democracia muy deficiente, una sufragista, donde pareciera que el ejercicio de la democracia es el sufragio, y debe ser más que eso”, resalta con cierta alarma en su voz.
Y respecto a las cosas que hemos incorporado, yo te diría que todo, por ejemplo, el tema de la violencia contra las mujeres. Decenas de mujeres me contaban testimonios respecto a violencia de sus parejas, abuso hacia sus hijos, historias tremendas, y que uno dice ‘aquí hay un problema cultural’, por cierto, pero también hay un problema de instituciones que fallan, porque además de haber sido ya violentadas y agredidas por una problemática patriarcal, también hay una institucionalidad que falla en la protección, en la alerta y en la justicia oportuna. Y todo eso, para mí, son rostros, son historias que van configurado un mandato popular.
En esa última definición, Achurra plasma el real peso que tienen las palabras, de alguna forma, se ve compelido a representar esas voces en un ámbito institucional. “Todas las ideas que nosotros tenemos, tienen rostros, tienen historias y tienen reflexiones realizadas con personas”, señala.
—Muchas veces uno piensa la idea desde el abstracto, y dice ‘es importante garantizar el agua con uso prioritario para las personas’, pero cuando conoces profundamente la realidad, el drama de lo que significa no tener agua en tu día a día, no tener una llave para abrir y lavarte los dientes, y agua para beber, y eso sumado a personas que viven en la pobreza, se acentúa, y para nosotros todas esas ideas han tomado cuerpo en esta larga campaña, y para mí constituyen un mandato popular
¿Entonces toda tu propuesta tiene un rostro y basta con que una persona lo sufra para que sea significativo?
-Así es.
En tan solo dos minutos ¿Podrías contarme la historia de tu vida?
-La historia de mi vida (se lleva las manos a la boca y piensa como rebobinando el tiempo. Sonríe ligeramente como si un buen recuerdo se colara en su mente por breves instantes), bueno, yo soy, en primer lugar, papá de un niño maravilloso y voy a ser doblemente padre porque mi compañera está embarazada de una niña, soy una persona que ha vivido una vida feliz, que ha gozado de muchos privilegios, algunos materiales, otros afectivos. Provengo de una familia muy unida y cariñosa, con dos padres que me cuidaron y protegieron, con tres hermanas que amo profundamente. Y he tratado de construir un camino propio que me permita, por un lado, desarrollarme como persona, satisfacer ambiciones, deseos, necesidades personales de exploración, de desarrollo y realización, pero procurando siempre pensar y reconocer que uno vive y forma parte de una sociedad, y que por lo tanto debe tratar de generar acciones que vayan en orden de mejorar las condiciones de vida de esa sociedad en conjunto, y en ese sentido siempre he tenido un camino personal, pero siempre he pensado que ese camino personal debe ser capaz de hacer algo por los otros, y eso creo que ha marcado mucho mis decisiones profesionales, mi decisión de trabajar en una compañía constituida como un colectivo artístico, en el mejor momento de mi carrera televisiva decidir ser presidente de un sindicato, cuestión que para algunos resultaba absurdo, y me decían ‘pero hueón ¿Cómo vas a ser presidente de un sindicato si te está yendo bien?’ y les decía que precisamente por eso, porque ocupaba una posición que me permitía, en ese espacio, tener cierta capacidad de incidencia, cierta llegada. Eso creo que ha sido la historia de mi vida. Creo que he sido una persona aventurera que ha recorrido y viajado mucho, que se enamora y que hace mucho tiempo que tengo una pareja y que soy muy feliz junto a ella.
Después de recordar las buenas instancias y las cosas que le componen, llega la pregunta de rigor, esa que define si estaría dispuesto a quebrarlo todo en un parpadeo en pos de algo que trasciende lo individual.
¿Tú estarías dispuesto a morir por alguna convicción política?
—Respira profundamente. Aprieta los labios y asiente con la cabeza antes de soltar su respuesta definitiva. No le tomó más de tres segundos—Sí —dice tajante con los ojos entrecerrados.
¿Cuál?
-No te diría por una causa, propiamente tal, pero creo que si en algún minuto llegara un momento en que uno tiene que arriesgar su vida en defensa de la democracia, de la vida de otras personas, yo creo que no escaparía a esa responsabilidad. Por supuesto que protegería mi vida, pero estaría dispuesto a asumir riesgos importantes.
Si pensáramos el plano político actual como una gran obra de teatro ¿Cuáles serían los principales protagonistas y antagonistas y por qué?
-Yo creo que los principales protagonistas hoy día, vuelve a ser el sujeto Pueblo, pero es un sujeto distinto al que conocimos en el siglo XX, XIX, es otro tipo de pueblo, es un pueblo que no está alineado, necesariamente, con una ideología, sino que tiene causas, y que se vincula, más que en una pura idea de un proyecto total, como pudo haber sido la utopía socialista, se vincula más bien por experiencias de vida compartidas, y ese creo que es un protagonista. Y creo que el otro gran protagonista son las élites, y particularmente la élite oligárquica que opera como una suerte de antagonista, que está perdiendo terreno y que se aferra a lo que conoce, que es el poder de la fuerza, de la institucionalidad, lo que siempre ha dominado. Creo que estamos viviendo una obra teatral épica, en que, de alguna manera, está en disputa cómo se va a reorganizar el poder de la sociedad.
Es de esperar que el acto termine bien…
-Ojalá.