Mario, entiendo que estés harto. Pero, quizás, en un ejercicio de autocrítica (sin esperar milagros de autoconciencia), podrías darte cuenta de que quienes están realmente hartos —y, peor aún, sufriendo un HOLOCAUSTO a la vista de todo el mundo— son los palestinos.
Tu “hartazgo” me recuerda al vecino que se queja de la música de la fiesta del edificio mientras él taladra paredes a las dos de la mañana. O al que reclama porque los perros del barrio usan su antejardín de baño, mientras él deja las cacas de su perro en cada esquina. Que, por cierto, se parece un poco a Israel reclamando “seguridad” mientras despliega bombardeos, drones y muros por doquier. La verdad, tu hartazgo, más que un mal chiste, parece un ejercicio olímpico de negación y falta de humanidad.
Por supuesto, al hablar del creciente antijudaísmo, vuelves a usar el clásico recurso de “todos están en mi contra”, apuntando al mundo entero como villano en tu propia película. Pero, Mario, los responsables de este odio no son el lado oscuro de la fuerza ni un complot de alienígenas contra ti.
Los responsables son aquellos que —como tú— han convertido el judaísmo en sinónimo de sionismo, una ideología fascista y colonial que ha renunciado a toda ética, humanidad y memoria histórica. De judíos, les queda poco; valores como justicia, igualdad y libertad quedaron hace rato extraviados en algún checkpoint camino a Cisjordania.
Así que, por favor, ahórrate las quejas de cansancio. Porque si algún día corremos algún riesgo por nuestra identidad judía, será porque personajes como tú han hecho un buen trabajo en instalar la imagen de un judaísmo asociado al fascismo, el militarismo, la ocupación, el apartheid y la opresión.
Si estás harto, Mario, hazte un favor y prueba hacer algo útil: guarda silencio en lugar de recitar un guión que ya nadie se cree. Y, si de verdad quieres honrar esos valores que un día fueron el corazón de la tradición judía, déjanos descansar un poco de tus fantasías conspirativas. Nos harías un favor a todos. Créeme, nos tienes hartos.
Grande Tania sin miedo.
Muy bien, Tania.
Steve
Maravilloso