Palestina vuelve a estar en el centro de las noticias y quizá nunca como antes de manera tan controversial. En Chile la discusión se ha centrado en la búsqueda, por parte de la Comunidad Judía, del curioso embajador de Israel y de una parte importante de los académicos mediáticos y periodistas con intereses creados, de una condena explícita a los ataques de Hamas a los asentamientos israelíes apostados en las zonas fronterizas a Gaza.
Como si la condena sirviera en sí misma, en el mejor de los casos, para reafirmar que en este conflicto hay dos partes, o en el peor, que existe un grupo terrorista llamado Hamas que asola a los israelíes y no los deja vivir en paz. Incluso algunas voces han criticado un supuesto doble estándar de sectores de izquierda por relativizar la violencia y han dejado entrever que la causa palestina perdería legitimidad. Estos discursos que siempre se presentan bajo la forma de la buena moral pasan por alto la responsabilidad de Israel en esta escalada de violencia.
Hablemos primero de seguridad. Una serie de cuestionamientos se ha hecho en estos días al rol de los servicios de inteligencia israelíes. Las críticas apuntan a no haber previsto un plan que incluso podría haber tardado años en ser planificado y puesto en marcha. Al pensar la seguridad de Israel como un asunto técnico (la capacidad de la inteligencia) se ha pasado por alto el problema de la seguridad en términos políticos. Es decir, Israel ha creído en los últimos dieciséis años que estrangular a dos millones de personas en Gaza, controlando el suministro de alimentos, medicamentos, electricidad, contaminando sus aguas con metales pesados, restringiendo el acceso a altamar, controlando todas sus fronteras y bombardeando continuamente a la población civil, es la manera en que se mantiene seguro su Estado.
Israel ha creído que mantener una cárcel a cielo abierto es algo legítimo para su seguridad, pero de pronto se descubre que esta es una olla de presión que ha estallado. ¿De verdad pensaban los israelíes que los palestinos sometidos a este tipo de vejaciones tendrían una reacción pacífica al encontrarse cara a cara con los colonos? Tal vez esta es una idea que podría pensarse entre los intelectuales mediáticos chilenos, en la comodidad del hogar, pero no para Israel, primer responsable de cuidar a sus ciudadanos.
El derecho internacional ha insistido en que la seguridad de Israel pasa por el reconocimiento del legítimo derecho a la autodeterminación del pueblo palestino. No es algo que no hubiese estado sobre la mesa todos estos años. Sin embargo, Israel ha preferido crear un enorme campo de exterminio. En 2018 y 2019 los palestinos de Gaza, cansados de las humillaciones impuestas por Israel llevaron a cabo una manifestación pacífica conocida como la Marcha por el retorno ¿qué ocurrió? Según Naciones Unidas 195 palestinos fueron asesinados (41 niños y niñas) y cerca de 29.000 resultaron heridos. Israel enseñó a los gazatíes que la resistencia pacífica sólo trae consigo muerte y ningún resultado político ni humanitario. Gaza, por lo demás, siguió sitiada y cada vez más desesperada.
Lo que hicieron los palestinos de Gaza fue hablar en el idioma de Israel, infringiendo a israelíes, por un breve pero intenso momento, el mismo sufrimiento que para ellos se prolonga por 75 años. ¿75? Pues sí, porque la mayor cantidad de habitantes de la franja de Gaza son refugiados palestinos descendientes de aquellos expulsados por Israel en 1948. Desde entonces han vivido continuamente y bajo diversas formas la violencia de Israel y desde 1979 la abierta complicidad de Egipto. Esta es una experiencia compartida por todo el pueblo palestino que vive bien bajo el Apartheid de Cisjordania, como ciudadanos de segunda clase en Israel, en la cárcel de Gaza o bien en campamentos de refugiados en el mundo árabe. Y aquí no se trata de justificar ningún tipo de violencia, sino encontrar las responsabilidades de las que Israel quisiera salir indemne.
Desde hace algunos meses en Israel se vienen sucediendo protestas contra el gobierno de Benjamin Netanyahu a propósito de la aprobación de una ley que debilita al poder judicial. Frente a ello, muchos israelíes han comenzado a hablar de un gobierno fascista que debilita la democracia. Protestas en las que la cuestión palestina no apareció jamás en el horizonte de demandas. ¿Por qué? Porque Israel más allá de su extrema derecha en el poder, ha sido incapaz de ver a los palestinos como sujetos políticos y ha creído que era posible mantener una democracia sólo para judíos, ocupando a tres millones de personas en Cisjordania y dos millones en Gaza, sin darles ningún derecho civil o político.
La proliferación de asentamientos ilegales, la creación de carreteras segregadas, la construcción de un muro de separación es algo que ni siquiera ven los colonos, porque los asentamientos están conectados por esas carreteras a cualquier lugar de Israel y el muro se abre para que sus vehículos pasen mientras los automóviles palestinos quedan atrapados en circuitos desconectados. Los israelíes, desde el ahora alicaído laborismo hasta la extrema derecha, no ven a los palestinos. Son seres invisibles que aparecen en los noticiarios como potencial amenaza. Amenaza que los servicios de inteligencia controlaban, hasta ahora.
Hablemos ahora un poco de terrorismo, palabra tan usada por Israel y quienes toman el léxico de Estados Unidos como manual de interpretación de cualquier hecho que guarde relación con Oriente Medio. La estrategia de Israel durante décadas ha sido usar indiscriminadamente dos palabras: terrorismo y antisemitismo. Una es utilizada para cualquier acción de resistencia por parte de los palestinos. La otra, para cubrir toda crítica que se haga en el concierto internacional a las políticas genocidas de Israel.
Terrorismo era para Israel lo que hacían los combatientes de la OLP mucho antes de que Hamas existiera. Terroristas eran, para este Estado, los niños que durante la intifada lanzaban piedras a los tanques. Todo cuanto implique formas de resistencia contra la ocupación es designado con el mote de terrorista. Y bajo tal nombre Israel lleva a cabo operaciones militares de “combate al terrorismo” que le permite justificar cualquier tipo de violencia contra los palestinos. Con este argumento devastó Gaza en 2008, 2012, 2014 y 2021 dejando miles de palestinos muertos.
Asimismo, antisemita es el término que acalla a los críticos de Israel, cuestión que en Europa y Estados Unidos ha llevado incluso a la persecución del movimiento por el Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel (BDS), cuya premisa es totalmente pacífica en tanto busca abiertamente que se termine la ocupación de Palestina presionando a los gobiernos a no comerciar con este Estado mientras siga perpetrando sus crímenes hacia los palestinos. Incluso muchos judíos en el mundo que han apoyado la campaña y la resistencia palestina son tachados de “judíos que se odian a sí mismos”. De esta manera, sin aceptar críticas e incapaz de reconocer a los palestinos como sujetos políticos y ampliando constantemente los mecanismos de ocupación, limpieza étnica y Apartheid, Israel ha creído sentirse seguro y democrático.
Es muy probable que el no reconocimiento de los derechos políticos de los palestinos siga ampliando tanto la ocupación como la resistencia a ella. E Israel no puede esperar, como ninguna otra potencia ocupante, que sus oprimidos no se levanten con diferentes estrategias y maneras, incluyendo la violencia.
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