La izquierda cultural del país ha caído en un sopor preocupante desde el punto de vista de la renovación imaginal de sus conceptos e imágenes.
GUILLERMO MACHUCA.
El Primer Mandatario y otras autoridades asociadas a la coalición de Gobierno se han ufanado de su ansiedad consumista por diversos sectores productivos del campo cultural. Muchos pensamos que un Presidente lector garantizaría un país más “humano”, y caerían como por arte de magia mejores oportunidades para quienes trabajamos en cultura.
“Habla muy bien” cuando se esmeran en lucir sus compras literarias, o se les ve ocasionalmente en galerías de arte; aunque solo se hayan dejado fotografiar en las que lucran con el trabajo ajeno, porque no se recuerdan sus pisadas por espacios autogestionados e independientes. La ecuación parece simple: si quienes ejercen el poder, poseen suficiente capital cultural para adquirir bienes de consumo en los mercados sectoriales del campo, la compraventa de decoración y libros debería beneficiar por ¨chorreo¨ a todos quienes trabajan en el nicho.
¡Los cálculos aplicados a la economía social de mercado no lo permiten!
El ¨chorreo¨ solo beneficia a las grandes empresas. Rara vez se le ofrece a artistas y escritores algo más que concretar posibilidad de venta, en un futuro condicional que muchas veces no llega. Esa tacañería se normaliza, a pesar de que cuentan con el orden jurídico a su favor: desde la Constitución, hasta las golosinas para el lucro cultural ofrecidas en la última cuenta pública. Así, solo se profundizaría la desigualdad laboral y de acceso, facilitada por Axel Schumacher cuando fue ministro de Don Piñi.
Si convocaron “progresistas” de vieja guarda entre sus funcionarios de alto rango ¿Por qué no hicieron lo mismo en Cultura? El argumento de la nostalgia por una “seguridad económica” en la Transición, les otorga garantías comunicacionales y políticas de gobernanza; podría haber sido coherente que, en una cartera con tanto berrinche gremial, se hicieran asesorar por alguien que tuvo que lidiar históricamente otras batallas.
Sorprende que el nombre de Nivia Palma no suene ni por si acaso en discursos institucionales, corporativos o gremiales; excepto cuando se pronuncia la palabra mágica, pero de grandes disputas: FONDART. Llega a ser agotador que pocos recuerden que su única posibilidad de financiamiento “concreto”, provenga en mayor parte de esa gestión, cuando Cultura dependía del MINEDUC.
Tal fue el interés genuino de Palma por las artes y sus agentes – enfermante es la frivolidad de la selfie– que presentó su renuncia indeclinable a Mariana Aylwin, cuando la hijita de su papito fue Ministra y torpemente le prohibió asistir a una obra teatral considerada “inmoral a la patria”, dentro del buen sentido del gusto.
No juzguemos a personas con patologías postraumáticas o a los pajarones. Inmoral es no tener memoria ni valores culturales en el orden de lo simbólico, cuando se usufructúa de ellos para bienes personales; tanto en patrimonio económico e imagen pública. Nada de inmoralidad hubo en: Ángeles Negros (Juan Pablo Sutherland, 1994), El Libertador Simón Bolívar (Juan Dávila, 1994), Prat (Manuela Infante, 2001) o las Fiestas SPANDEX organizadas por Daniel Palma.
1. Juan Dávila “El Libertador Simón Bolívar”
Ni con peras, manzanas o pescadas
Los conservadores de derecha, centro e izquierda, moralizaron la diversidad de lenguajes artísticos y a la disidencia cultural. Danny Reveco se los refregó en sus rostros ñuñoínos; el artista fue vetado hace poco de toda posibilidad de financiamiento estatal para trabajar en arte contemporáneo. ¿Título de la obra de la discordia?: El lenguaje no alcanza.
¡No alcanza cuando se les explica con peras, manzanas, pescadas y no entienden!
¡Están cimentando ira más que suficiente para que las bestias angelicales vuelvan a romper las cadenas!
Aunque son “progresistas” en lo social y económico, ahora son todavía más clasistas e ignorantes en lo estético y cultural que durante esos años de “abundancia”. Peso Pluma no es inmoral; los “cuma” fueron quienes le ofrecieron el país baratito a la cocaína, la pasta base y el tusi, para despolitizarnos como población e infantilizarnos como sociedad.
Cumas y frívolos coinciden en su excelente preparación académica, seguida de un insufrible desconocimiento de necesidades e intereses ajenos. Como en las Iglesias: todo el rebaño sabe lo que sería correcto por mandato divino, pero evita otras realidades igual de verosímiles. Temen dejar de creer en certezas que asumieron por la fuerza de imágenes sagradas, y no se abren a razones visibles; podrían verlas si se detuvieran a observar la relación entre Estética y Política.
Operaciones Cosméticas
Engordaron bastante después de inaugurar sus despachos y se pusieron a comprar manuales de ecología, feminismo, migración y políticas culturales por Buscalibre.cl. Más encima sus vecindarios transmitieron “Cocinando al lado del CEP”, conducido por un Justo Pastor. Con cueva, lo más nutritivo que se tragaron después de desayunar huevos –benedictinos de gallinas “libres”, sobre bollería de masa madre– fueron dos párrafos de la columna de Matamala; pero no pudieron leerla entera: ¡Salieron apurados al brunch decolonial contra el calentamiento global!
En el Cajón del Maipo conversaron sobre lo que ellos consideran “arte activista”: porque el Estallido Social ¿no fue la forma, compañeres? Y allí, decidieron patrocinar a un guailón de apellido gringo, quien manda a hacer unas instalaciones interactivas con cochayuyos electrónicos que cantan en lenguas muertas antes de nacer. El cochayuyo parlanchín promete –en sí mismo; más allá de la historia y la sociedad– hacer retroceder el antropoceno, el capitaloceno y el odioceno, al margen de que la hipotenusa deje que las Instituciones funcionen: ¡Como el Hermosillaceno!
Si insisten en patrocinar cochayuyos rehidratados, capaz que nos mamemos más candidatos subiéndose a arbolitos centenarios. Les podría costar caro en sus estadísticas electorales; eso si entienden, no el arte: no conocen su existencia.
Tener estilo propio: pluralismo y autonomía crítica
Ciertos sábados a la hora del crepúsculo, suelen inaugurarse tremendas exposiciones en algunos espacios independientes y autogestionados: como Instituto TeleArte en el barrio 10 de Julio y Galería Metropolitana en la comuna de Pedro Aguirre Cerda; se llenan de gente trabajadora.
Han recibido entrañables visitas ligadas a la izquierda utópica o disidente, y con sentido social de servicio al país; personas que han ejercido el poder de manera eficiente con los recursos públicos: en beneficio directo de la ciudadanía, sin “chorreo”. Es el caso de Roxana Pey –especialista en Educación Superior– y Manuel Riesco; economista muy respetuoso de las tradiciones campesinas.
Me consta que ambos conocen algo del trabajo artístico y literario activado desde las artes, además de fomentar pluralismo y diversidad en expresiones estéticas y políticas: más allá de sus decisiones o gustos personales. No me cabría en la cabeza que personas así facilitaran la censura; o la amnesia visual e histórica de quienes catalogan a las fotografías de Detenidos Desaparecidos como “carteles”.
2. Estreno “Mal de ojo” de Bernardo Oyarzún en Galería Metropolitana
En esos lugares pienso que a veces el arte es indesmentible: ocurre cuando el lenguaje de las palabras “no alcanza”. Recuerdo gratificantes momentos conversando con otros; sobre exposiciones de: Bernardo Oyarzún, Constanza Hermosilla, Rodrigo Vergara o colectivas como Las Honorarias y La Farmacéutica Nacional, entre muchas otras. Dichas obras coinciden en que el arte se vale de sistemas productivos de otros campos, fuera de esnobismos del nicho.
3. “Apumanque” de Rodrigo Vergara en Galería Metropolitana.
Ese arte ha recurrido a posibilidades creativas provenientes de: cultura ancestral y popular, diseño, arquitectura, planificación urbana, gastronomía, e industrias musical y audiovisual; todo desde América Latina, para desde allí pensar asuntos políticos con los que se podría concordar del todo, o no necesariamente. Eso hace que se les reconozca como A-R-T-I-S-T-A-S: ni publicistas, relacionadores públicos u operadores políticos. Son artistas porque tienen estilo: y desde allí, discurso.
Telenovelas de importación: exportadas, no reportadas
¡Nunca al revés! Hay quienes inventan comedias identitarias pegadas con chicle a unos mamarrachos poco apetitosos que están muy de moda en Berlín y Nueva York. Pero acá ya tuvieron su época: cuando había que disertar sobre lo que se quería ser cuando grande, ocupando papel kraft y cartón para hacer collages narcisistas.
4. Constanza Hermosilla en Instituto Tele Arte, fotografía de Felipe Ugalde.
Llegado ese punto, si “no entendieron nada”: No se preocupen; ¡Yo tampoco entiendo! Los curadores y académicos no siempre dicen la verdad, los curados y los niños si. Recuerdo a alguien bien lúcido, a pesar del estado etílico: ¨Cualquier día de estos vamos a tener gente de Venezuela haciéndose pasar por artista o poeta. Con tal de pecharle al Estado, y a nosotros mismos, son capaces”.
Quise inventar argumentos para rebatirle al socio, pero no pude. Dadas las circunstancias, no sería de extrañar que un día vengan de otro país, creyendo que en Chile llueve oro para quienes se disfracen con ropaje ajeno, narrando calamidades de una diáspora. Si quisieran trabajar, antes de intentar competir en el mal sentido con artistas de acá: ¿Porqué no fueron primero a las ONG?
5. Las Honorarias en Instituto Tele Arte, fotografía de Paulina Mellado.
¿La responsabilidad es de nuestro Estado que permite la charlatanería de papanatas y vivarachos en el fundo de las artes? También falta la autocrítica: en la medida de que no exista organización gremial suficiente, ni difusión con autonomía de la casta empresarial, el arte chileno actual va a seguir pareciendo salitrera de principios del siglo pasado.
6. La Farmaceútica Nacional en Galería Metropolitana, fotografía de Ash Aravena
Artistas y escritores no somos humanos. No existimos cuando se nos impide trabajar en condiciones equivalentes al resto de los trabajadores regulados por Ley, y quedamos a merced de la codicia de capitales extranjeros. No hay mucha diferencia con Pampa Ilusión (TVN, 2001). Los artistas financiaban su arte con otros oficios “normales”, mientras abundaba la mocha con gente de un país hermano.
Expresábamos odio, porque teníamos miedo
De no encontrar arte y trabajo, en un lugar sin amor
Por eso vivimos en la noche
Para no tener pesadillas en el día
1. Juan Dávila “El Libertador Simón Bolívar” (única imagen de artista disponible en web y liberada de propiedad intelectual).
2. Estreno “Mal de ojo” de Bernardo Oyarzún en Galería Metropolitana
3. “Apumanque” de Rodrigo Vergara en Galería Metropolitana.
4. Constanza Hermosilla en Instituto Tele Arte, fotografía de Felipe Ugalde.
5. Las Honorarias en Instituto Tele Arte, fotografía de Paulina Mellado.
6. La Farmaceútica Nacional en Galería Metropolitana, fotografía de Ash Aravena