Creo que es necesario evitar un nuevo gobierno de derecha, cuyos candidatos (aunque ahora murmuren hermosas palabras) continuaran adelante con los procesos de restauración conservadora.
Como se sabe está próxima una elección presidencial. Los candidatos sobran, especialmente en la derecha, pero también los hay en la centro izquierda y en las izquierdas. En estas últimas semanas recién operando Boric y desde hace un tiempo Jadue; además hay una postulante del Partido Humanista, muchas de cuyas actuaciones son sorprendentes; entre ellas la ironía vanidosa con que se enfrenta a sus competidores.
En todo caso hay que decir que no da lo mismo quien nos gobierne. Una prueba de ello es esta segunda administración de Sebastián Piñera. Una que enfrentó el estallido social con políticas represivas que ocasionaron traumas oculares y violaciones a los derechos humanos.
Es real que estamos en un periodo histórico distópico, uno en la cual lo máximo que podemos aspirar es a seguir corrigiendo el modelo neoliberal impuesto por la dictadura y a moderar la mercantilización de la cultura.
Estamos lejos del hermoso sueño de la Unidad Popular y todavía vivimos atrapados por la constitución del 80, aunque está fue liberada de los senadores designados a fines del gobierno de Ricardo Lagos, mejorando con ello la situación, aunque sin ir más allá de una democracia representativa convencional
Pero a estos momentos anti utópicos y a las operaciones de corrección involucradas se les puede aplicar el viejo dicho popular: peor es nada.
Creo que es necesario evitar un nuevo gobierno de derecha, cuyos candidatos (aunque ahora murmuren hermosas palabras) continuaran adelante con los procesos de restauración conservadora.
El próximo gobierno además deberá enfrentar la elaboración de una nueva constitución. La situación ideal sería que esta reforzará los derechos humanos.
Ello significa que la elección próxima de convencionales constituyentes tiene una enorme importancia. Pero no debe olvidarse la presidencial del 2022.
Y la centro izquierda no lo hace. Eso explica las operaciones montadas por la antigua Concertación contra el candidato Daniel Jadue.
Este último debe ser juzgado por sus actuaciones alcaldicias, donde ha demostrado que se pueden aplicar políticas progresistas en una comuna de la metrópoli, sin que está entre en quiebra y ni siquiera en crisis.
Además, no es el primer candidato apoyado por el Partido Comunista en un evento presidencial. Antes lo fueron, además de Salvador Allende en cuatro oportunidades, antes de la dictadura; en el periodo post dictadura el sacerdote Eugenio Pizarro, Gladys Marín, Tomás Hirsch y Jorge Arrate. Como se desprende de esta enumeración tampoco es el primer militante del partido candidato a la presidencia.
En todo caso lo más lógico es que exista una primaria amplia de la oposición, en la cual los diferentes candidatos deban presentar sus programas para ser discutidos a fondo.
Esto significa que las actuales reticencias de algunos postulantes deben ser dejadas de lado, en función del bien común general, el cual es derrotar a la derecha.