sábado, septiembre 14, 2024

La romantización de La Red

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Hace un par de semanas que el canal La Red se convirtió en una señal que pasa contenido envasado. La razón es económica: trabajadores impagos debido a caída de auspiciadores, lo que llevó, además, a la renuncia de su director ejecutivo, Víctor Gutiérrez.

Esta noticia, como siempre pasa, creó todo tipo de reacciones, opiniones, rabias y alegrías. Desde un mundo más ligado al Acontecimiento del 18 de octubre, ha sido casi trágico, devastador que un canal en el que se cumplían casi todas sus predicciones, suposiciones y teorías, haya terminado. Todos quienes aplaudían a Mónica González y a Alejandra Matus y sus declamaciones, hoy se sienten vacíos.

En la derecha, como era de esperar, hay felicidad, sensación de triunfo por creer que quienes se creían dueños de la verdad no lo eran, sino que son ellos los que tienen la última palabra. En esta lucha por la objetividad- en la que claramente no hay seres objetivos porque no existen- la derecha gritona y con mal gusto cree haber ganado una batalla.

Pero tal vez sería bueno preguntarnos por qué La Red está en la situación en la que está, más allá de los asuntos económicos. Aunque, si somos sinceros, todo tiene que ver precisamente con economía y modelos de negocio, siempre es importante meternos en las consideraciones políticas internas más que las externas, ya que éstas siempre estarán ahí, amenazantes y a la espera de dar el mordisco.

¿Qué pasó al interior de La Red? Simple, se vio la posibilidad de vivir del Acontecimiento ya mencionado de octubre del 2019. Era una oportunidad única para tomar lo que estaba disperso, lo que había reventado y se había esparcido por el suelo de las calles nacionales durante el estallido social.

Todas las particularidades y las grandes y pequeñas causas estaban presentes, reunidas en ese gran significante vacío que pretendía ser el canal para anidar las sensaciones y percepciones y encontrar respuestas a un malestar. Tanto así, que incluso se contrató a Checho Hirane y a todo su circo de panelistas e invitados para mostrar otra expresión del descontento con los llamados 30 años.

Con el tiempo, Hirane fue despedido por haber dicho en la radio las mismas cosas por las que había sido contratado, y el canal profundizó en esa línea editorial que pretendía mostrar lo que no se había mostrado y decir lo que no se había dicho.

Estaban tan inmersos en un ethos “estallista”, que olvidaron que las peleas, las luchas y todo lo que se pretende hacer, no debe ser jamás mirado desde la óptica carnavalesca, porque los carnavales tienen fecha de término, son momentos de catarsis que nunca son eternos. Después de que concluyen, viene la rutina; y si no puedes cambiar esa rutina, tu trabajo es un fracaso, un lindo recuerdo para quienes ven una virtud en la resistencia, aquella que siempre tiene como consuelo creerse incomprendido.

No hay consuelo más poco productivo que ver todos los problemas como causas externas y no repensarse. Es fácil, pero no supone ningún esfuerzo intelectual. Y si se quiere influir en el resto, claramente no es el camino. No hay nada romántico en el fracaso. No hay nada conmovedor ni realmente importante en enamorarse de lo que no resultó.

Me podrán decir que hablo poco de los empresarios, de las corporaciones que vieron con malos ojos la línea editorial del medio y lo dejaron de apoyar; pero meterse en esa pelea sería tratar de redescubrir una y otra vez la pólvora.  Lo que se requiere no es llorar sobre la leche derramada, sino sacar aprendizajes y no caer en el pensamiento mágico de que, bajo las lógicas estructurales y políticas que reinan en Chile durante décadas, el sólo hecho de creer tener la razón, te hará lograr algo.

Francisco Méndez
Francisco Méndez
Analista Político.

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