Domingo, Mayo 19, 2024

El Perro Matapacos: La izquierda frustrada y ensimismada

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Las declaraciones en que el Presidente Gabriel Boric dijo que nunca compartió lo que simbolizaba el Perro Matapaco, parte esencial de la iconografía estallista, han dado como resultado un sinfín de de reacciones; mientras desde la derecha no le creen, desde una parte de la izquierda se preguntan por qué tal símbolo trae consigo tanta discusión y exageración, y desde otra parte se cree que Boric los traicionó.

Como vemos, el debate no ha estado a la altura y ha sido más bien una reproducción de la altisonancia de la que hemos sido testigos hace bastante tiempo en torno a todo.

¿Pero qué es realmente el Perro Matapaco? ¿Qué significó para cierta gente imbuida en la algarabía del estallido? Para algunos, hoy, fue “sólo un perrito”, mientras que para otros fue algo así como la representación criminal del atentado ideológico y material en contra de las fuerzas policiales. Sin embargo, en los hechos, fue bastantes más cosas que resumen, a mi entender, el gran problema de una izquierda demasiado ensimismada.

¿A qué me refiero? A que la simbología estallista, entiéndase este perro o el rebautizo temporal de Plaza Baquedano en Plaza Dignidad, fueron gestos testimoniales de quienes creyeron que de la explosión de octubre del 2019 sólo saldría una fiesta eterna en la que, por arte de magia, debido a la voluntad escenificada, se llegaría a un paraíso en el que todas las controversias serían desbaratadas.

Como hemos visto, eso no es así. Como hemos entendido, una y otra vez, haber desplazado la política y su ejercicio para así correr a los brazos de la emocionalidad política (cosas que no son lo mismo), lo único que hizo fue lograr que un sector que se creía ganador de todo por algo así como la “voluntad divina del pueblo” se haya quedado con camisetas y figuras de un perro que hoy sus integrantes sólo se atreven a mostrar en sus casas y no así en la calle, como lo hacían antes tan orgullosamente.

Volvieron a perder porque creyeron que las victorias eran eternas; volvieron a frustrarse y a encontrar en esa frustración un lugar calentito, porque, al parecer, en el fondo, no querían hacer otra cosa que jugar a una revolución que no revolucionó nada. Convirtieron todo por lo que decían luchar en una moda de verano que hoy ven como si fueran esos amores pasajeros de las épocas estivales, mirando fotos de su participación en las marchas como un bonito recuerdo que, valga la redundancia, les recuerda que son buenas personas, que están de parte del bien y que nada, absolutamente nada de lo pasado fue responsabilidad suya, ni siquiera el derrumbe del sueño.

Eso, según, creo, simboliza el famoso Perro Matapaco y todos los íconos o símbolos que plagaron la rebeldía poco rebelde del 18 de octubre del 2019. Por ello, que Boric les diga nunca creyó mucho en esa figura no les parece una traición política, sino algo mucho peor: la ruptura de ese relato escatológico en el que, a pesar de todo, querían seguir inmersos.

Francisco Méndez
Francisco Méndez
Analista Político.

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