Las dudas levantadas en torno a la veracidad de las cifras proporcionadas y el errático manejo del gobierno y el ministro Mañalich para llegar de forma oportuna con esta información esencial para la adopción de medidas, no solo lesionan la confianza de la ciudadanía en las autoridades, sino también, y eso tal vez lo más grave, reducen percepción de la población de la dimensión de los riesgos y por tanto de la necesidad de extremar sus cuidados, en uno país de los países que hoy registra uno de los mayores índices de contagios y de muertes por COVID-19 en el mundo, en razón de su cantidad de habitantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta a Estados Unidos como el país más atacado por la pandemia a nivel mundial. Sin embargo, tras conocerse el domingo recién pasado el informe del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del MINSAL, que actualiza el número de casos de fallecimientos por el virus en Chile, se registra un índice de muertos por millón de habitantes aún mayor que el de ese país.
En efecto, Estados Unidos, con una población de 329.871.071 habitantes al 29/06/2020 (census.gov) y una cifra de muertes por COVID-19 de 128.568 personas reportadas a ese mismo día (worldometers.info), presenta una relación de 389,8 muertes por millón de habitantes.
Chile, por su parte, posee 6.089 casos confirmados por examen de laboratorio, de acuerdo a lo que corrige el informe del DEIS (Informe Epidemiológico No.29, MINSAL 28/06/2020). A ello se agregan los casos de personas que fallecieron con síntomas similares, a los que no se les realizó el examen CPR correspondiente, y que se denominan oficialmente como “casos probables o sospechosos”. Estos casos, de acuerdo al DEIS, alcanzarían a las 2.846 personas, con lo que se elevaría a casi nueve mil el número de muertos por COVID-19 en Chile.
Considerando estos 6.089 casos confirmados y una población proyectada de 19.458.310 habitantes al 30/06/2020 (Instituto Nacional de Estadísticas, INE), tendríamos un índice de 312,9 muertes por millón de habitantes. Que al incluir a los 2.846 casos probables o sospechosos, llegando a una cifra de 8.935 fallecidos, eleva el índice a 459,2 muertes por millón de habitantes, siendo considerablemente superior al de Estados Unidos. Incluso, si consideramos solo poco más de la mitad de estos casos probables, igualaríamos el índice de ese país.
La cifra de fallecidos en Chile era, sin lugar a dudas, un tema de gran inquietud y debate estas últimas semanas, una incertidumbre que los informes del DEIS viene, tardíamente, a corregir. Por eso resulta altamente preocupante que a casi tres meses del primer caso reportado de COVID-19 en Chile, el pasado 03 de marzo, recién tengamos cifras que develan de modo más real la verdadera magnitud de la pandemia en el territorio nacional.
Es importante, además, consignar que la transparencia en el acceso a la información y la oportunidad de su entrega a la población, vienen siendo remarcadas de forma reciente por órganos de tratado internacionales de derechos humanos, como parte de las obligaciones de los estados esenciales en el contexto de la pandemia.
Por lo mismo, las dudas levantadas en torno a la veracidad de las cifras proporcionadas y el errático manejo del gobierno y del ministro Mañalich para llegar de forma oportuna con esta información fundamental para la adopción de medidas, no solo lesionan la confianza de la ciudadanía en las autoridades, sino también, y eso tal vez es lo más grave, reducen la percepción de la población de la dimensión de los riesgos y por tanto de la necesidad de extremar cuidados, en uno de los países que hoy registra uno de los mayores índices de contagios y de muertes por COVID-19 en el mundo, en razón de su cantidad de habitantes.