viernes, septiembre 13, 2024

Pánico moral: la estrategia que el Rechazo importó de Brasil y EEUU para demonizar la nueva Constitución

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La campaña del Rechazo encontró en las niñas y niños el nuevo blanco de su estrategia para demonizar a la nueva Constitución, a través de mentiras y exageraciones que sugieren que la carta magna propuesta por la Convención supuestamente busca exponerlos a una sexualización precoz en las escuelas.

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La difusión del miedo con fines políticos no es una novedad en Chile e incluso de puede encontrar fácilmente ejemplos de ello en el mundo entero a lo largo de la historia. Pero quien mejor conceptualizó ese fenómeno fue el sociólogo británico Stanley Cohen, en 1972, cuando describió el pánico moral en su libro “Folk Devils and Moral Panic” (o “Demonios Populares y Pánico Moral”, en traducción libre).

El pánico moral es la forma con la cual un grupo determinado trata de crear un enemigo social presentándolo como una enorme amenaza, a partir de exageraciones sobre los riesgos (muchas veces inventados o basados en distorsiones de la realidad) que ella representa para la orden y la seguridad de las personas.

Según Stanley Cohen, el pánico moral es un arma muy común de las fuerzas conservadoras, para atacar a todo lo que ese sector ve como una amenaza a su orden social y al orden social que pretende mantener en toda la sociedad. Antes de ganar ese nombre, fue usado durante la Inquisición para perseguir a las mujeres consideradas brujas. En la Alemania Nazi también se utilizó para demonizar a los judíos y otros grupos sociales considerados enemigos por el régimen.

En Chile, la derecha siempre utilizó mucho el tema de la delincuencia para promover el pánico moral, pero en la campaña para promover el Rechazo a la Nueva Constitución en el Plebiscito de 4 de Septiembre la retórica ultraconservadora trató de agregar s su discurso a un sujeto clave, que son los niños.

La estrategia no sorprende: los menores de edad, sobre todo los más pequeños, son las víctimas perfectas para alimentar el miedo a cualquier amenaza al orden social, porque se les presenta como aquellas personas que no tienen ninguna forma de defenderse ante esa supuesta amenaza.

Se puede ver claramente esa fórmula en algunos folletos que son distribuidos en las calles y que hablan de una supuesta “hipersexualización a la que pretenden exponer a los menores”, supuestamente promovidas por las clases de ESI (Educación Sexual Integral). También en dibujos difundidos en redes sociales donde una mamá llega a su casa y se encuentra con su hija con un pene de papel maché diciendo que es “la tarea de la escuela”.

Además, de las redes sociales, ambiente muy propicio para la difusión del pánico moral, este también suele ser muy utilizado por líderes populistas de derecha. De ahí la sospecha de que esta nueva fórmula de pánico moral direccionada a los niños pueda ser importada desde otros países donde ella eligió Presidentes, como Brasil y los Estados Unidos.

El caso de Brasil

En Brasil, Jair Bolsonaro fue elegido Presidente en 2018 abusando de teorías que buscaban instalar el pánico moral. Entre otras cosas, llegó a decir que el PT (partido de ‘Lula’ y de Fernando Haddad, su candidato presidencial en aquel entonces) pretendían distribuir un librito en las escuelas de niños de hasta seis años que les enseñaría a ser homosexuales, y bautizó la supuesta política como “kit gay”.

Otra mentira repetida por el que sería elegido mandatario de Brasil es que el PT iría a regalar mamaderas con formato de pene, también en las escuelas para niños más pequeños.

Curiosamente, la franja de edad indicada por Bolsonaro es la misma que fue mencionada enfáticamente un tiempo atrás en Chile por el empresario Juan Lehuedé, ligado al Partido Republicano, en un programa de Radio Agricultura conducido por el hoy diputado de esa misma colectividad, Gonzalo de la Carrera, y acompañado por el también republicano senador Rojo Ewards: “Quiero decir a quien va a votar en la cámara secreta que si él vota Apruebo estará permitiendo que gente extraña que él no conoce, en una sala de clases que él no va a estar, le enseñen (a sus hijos) estas aberraciones. Entonces llega un niñito o una niñita de seis años y le pide al papá que se compre un consolador para probar como se hace con el consolador”.

Esas teorías parecen absurdas, pero no se puede negar que en el caso de Brasil han convencido a mucha gente, sobre todo entre sectores cristianos, tanto evangélicos como católicos, y fueron una de las razones para la victoria electoral de Bolsonaro.

En las elecciones de este año, en la que busca su reelección, Bolsonaro ha tratado de impulsar una nueva teoría, ya no apelando a temas sexuales pero nuevamente apuntando a los niños: su campaña asegura que el ex Presidente ‘Lula’ da Silva, favorito según las encuestas, habría lanzado durante su mandato anterior un proyecto para estimular a los estudiantes a consumir pasta base en las escuelas, y que volvería a intentarlo en caso de que regrese al poder en el país.

Trump y el pánico a los inmigrantes

En los Estados Unidos, el discurso utilizado por Donald Trump en 2016 también usó el pánico moral como elemento, pero con la xenofobia como elemento difusor, con una retórica que apuntaba a los latinos (y sobre todo a los mexicanos) como delincuentes, violadores y ladrones de empleos.

Ese era el argumento por detrás de la famosa promesa de construir un muro en la frontera con México para supuestamente contener a la inmigración ilegal.

De hecho, este es otro clásico del discurso del pánico moral: las soluciones absurdas para enfrentar a las supuestas amenazas que dicen combatir, y que tuvo una versión chilena en las elecciones de 2021, cuando José Antonio Kast prometió construir zanjas en las fronteras del norte del país.

Pero en la campaña del plebiscito del 4 de septiembre, el discurso de la derecha prefiere demonizar a los pueblos originarios, con una serie de mentiras que buscan instalar el miedo a la división territorial del país o a supuestos privilegios de los que ellos gozarían en el nuevo sistema judicial.

Al igual que pasó en Brasil y en los Estados Unidos, el suceso de esa estrategia de fomentar el pánico moral podría transformarlo en una tendencia que llegó para quedarse, o al menos mientras los aparatos de fact cheking y otras iniciativas para desmentir las fake news no logren un resultado más efectivo para impedir que ciertas retóricas conspiratorias se instalen en el país.

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