Por el año 2002, siendo estudiante universitaria, fui varias veces con un amigo a los salones de Teletrak -espacio donde se transmitían en vivo las carreras de caballos que tenían lugar en el Club Hípico-, a apostar con la intención de duplicar los pocos pesos que teníamos para comprar cervezas y algo de comer para acompañar el espumoso brebaje. No sabíamos nada de hípica. Nos acercabamos a las sucursales tratando de deducir por actitud y estilo de vestuario a algún estudioso caballero que pudiese orientarnos con el nombre del caballo al que había que apostar. Muchas veces dimos en el clavo con ese sensor y cumplimos nuestro cometido.

21 años después, el Club Hípico me recibe a todo sol, en una circunstancia totalmente diferente: luego de cuatro años de receso, la Fonda Permanente, la Popular, vuelve en gloria y majestad y recibe a su público ansioso de disfrutar de la magia que ocurre en el cuerpo con el ritmo de la cumbia, y yo estoy ahí para documentarlo. Mientras avanzo hacia el edificio principal construido en 1869, una bocanada de aroma a pasto y caballo me hace recordar que el lugar sigue vivo en su rol inicial y que, además, es el marco de extraordinarios sucesos como este.
Los asistentes son totalmente distintos entre sí, cruzan las puertas tras una revisión de seguridad, y se divisan pelolais, chiquillos urbanos, viejitos choros y lolitos fonderos. También hay rockeros, fieles reguetoneros, cumbiancheros de nacimiento y hipsters buenos para el baile, el melón con vino y el terremoto. También llegan los cabros y cabras del palo, con lienzos, llenos de carcajadas en los labios y pasos de baile en los pies.
Las bandas van llegando para actuar. Todos se han preparado para brindar a la gente una dosis de energía vibrante que los entretenga hasta la noche. A eso de las 15:30 horas comienzan a desfilar bandas como Hechizo, La Sonora Malecón desde Colombia y La Lira Libertaria con su propuesta social, todos grupos que cultivan el género tropical desde diferentes perspectivas. El público acoge, bebe, baila y aplaude. Luego es el turno de Agrupación Marilyn, banda argentina que incorporó a sus letras el discurso testimonial y que entrega un momento lleno de fiebre cumbiera gracias a sus ritmos y canciones que el público reconoce y corea.

El calor está instalado en el Club Hípico y parece que el termómetro no va a descender más. Suben al escenario los Tomo Como Rey, con una propuesta intensa, rockera y con varias sorpresas preparadas especialmente para la ocasión. Los acompaña Macumbita, MC del dúo de hip hop Mamis del Bronx, poniendo sobre la tarima un momento femenino junto a Amanda Varas, la saxofonista del grupo. El segundo regalo marca un antes y después durante la velada: entra a escena el reconocido tenor pehuenche Miguel Ángel Pellao, que interpreta junto a ellos “Arriba quemando el sol” de Violeta Parra, en una versión que combina cumbia, legado, patrimonio y canto lírico. La efervescencia en el recinto se detiene durante los minutos que dura la interpretación. Es una nota alta en el repertorio del grupo, pero también un quiebre dentro del evento; un momento sofisticado, fino, lleno de significancia, que el público sabe leer y que compensa con un aplauso profundo, mientras que, en la vida real, arriba del Club Hípico quemaba el sol.
¿Se habrán imaginado este momento los arquitectos que le dieron vida y forma a este recinto hace 154 años? Continúa La Gran Magia Tropical, que con sus metalizados atuendos invita a bailar hasta a los más tiesos pero cumbiancheros al ritmo del entrañable sound. El aire comienza a mover lentamente las hojas de los árboles, que bailan también al compás de sus ritmos, revolotean al viento mientras caen danzantes en la acera.

Sepamoya continúa con el festejo, el público está feliz y atento a lo que ocurre en el escenario. Ellos, con su propuesta escénica con elementos circenses, vuelven a atraer la atención del público.
Mientras se prepara Camiseta 22, el Dj Nico Tropikunche ambienta el intertanto con una versión cumbiera de “Ojalá” de Silvio Rodríguez. Ya es de noche, circulo entre la gente mientras los veo cantar y bailar. Le sigue “Estrechez de corazón” de Los Prisioneros, que todos, sin excepción, coreamos a todo pulmón. Las banderas al viento de Camiseta 22 se mezclan con algunas camisetas de viudos de Guachupé, mientras la banda formada por dos ex miembros del grupo surgido en el colegio Lastarria, encienden por completo la noche en el Club Hípico.

Movimiento Original, Sonora 5 Estrellas y Banda Conmoción son los encargados de cerrar la jornada, donde tuvieron protagonismo instrumentos como cencerros, guitarras, huiros y bronces, y los vestuarios florales, fluorescentes, metalizados, desfilaron latentes en un encuentro que el público extrañaba.
El día completo fue una intensa carrera, que partió bajo el sol ardiente con la magia de Hechizo y se extendió hasta la madrugada para terminar con Banda Conmoción, quienes emocionaron al público con su clásico “Mentira”.
Retomar este feliz encuentro en el Club Hípico fue una verdadera apuesta, como las carreras del Teletrak a las que fui cuando era estudiante y donde la gente, al igual que yo, pudo disfrutar con espumosas cervezas y lo mejor de la cumbia chilena en un solo lugar: la Fonda Permanente.