“Diablada”, la película chilena basada en los asesinatos de niñas de Alto Hospicio

La película chilena es una historia de ficción basada en los terribles hechos ocurridos en Alto Hospicio, centrándose en un padre y su única hija, Nené, que termina siendo una víctima más de un sanguinario asesino. La joven un día no regresa a casa, y su padre presagiando lo peor, se embarca en una frenética búsqueda tras las pistas de las jóvenes desaparecidas. Colabora en esta tarea Rosaura (Catalina Saavedra), una policía muy singular que empatiza con la causa y decide unirse a la cruzada. “Diablada” tendrá su estreno vía streaming el próximo 8 de mayo


¿Porque los diablos tienen que ser hombres? La pregunta flota un instante en el aire cotidiano del desayuno que comparte un padre con su hija, en una casa que le ha quitado un trozo al desierto que todo lo abarca. Las diabladas son parte de una danza religiosa, donde los participantes bailan en honor a una santidad, premunidos de máscaras donde paradójicamente el Diablo Mayor es el primer bailarín.

La película chilena Diablada, que se subtitula “o no me fui, a mí me mataron”, se inspira en la alegría y rebeldía de jóvenes mujeres, que como en una procesión desgraciada van camino a la muerte en una historia de barbarie en el desierto más árido del mundo, ante la indiferencia de las máscaras de la discriminación social que jamás se quitan del todo.

Todas tenían algo en común: mujeres, pobres y vivían en los extramuros de la ciudad, en una desolada localidad en pleno desierto, en Molle Viejo, lugar de ficción, donde un hombre aprovechaba la desidia de las autoridades de turno y de la policía para violar, asesinar y hacer desaparecer a jóvenes mujeres, la mayoría de ellas aún adolescentes.

Una a una fueron desapareciendo, para desesperación de sus familiares que rechazaban la teoría de que habrían emigrado a Perú o Bolivia para prostituirse, en una búsqueda por salir de la miseria.

En la vida real, bastó el testimonio de una sobreviviente, que habría sido abandonada por su agresor tras pensar que estaba muerta. El pueblo se congeló y la esperanza de encontrar a las otras jóvenes con vida fue perdiendo fuerza. El culpable, Julio Pérez Silva, el “sicópata de Alto Hospicio”, un asesino en serie condenado a presidio perpetuo por violación y homicidio de 14 mujeres jóvenes, además de un homicidio frustrado.

La investigación realizada por la Productora Yestay duró dos años, entre 2015 y 2016, lo que implicó decenas de entrevistas con las familias de las víctimas.

Su director, Álvaro Muñoz, recrea la historia incorporando magistralmente la dureza de las vidas moldeadas por la inmensidad del desierto, con las esperanzas que nacen desde las familias que no se dan por vencidas en la búsqueda de sus seres queridos.

El cineasta destaca que la película no nació solo para mostrar lo que aconteció en Alto Hospicio, sino también para graficar el panorama de la violencia de género que ocurría y que ocurre en Latinoamérica. Además, agrega, estaba la “desidia de las policías e instituciones, en un contexto donde montones de políticos repetían que las instituciones funcionaban, pero había un subsuelo que era el machismo donde no funcionaba nada y todavía nada funciona”.

“Acepté la invitación de Yestay para que este tipo de historias no queden solo como crónicas policiales, sino porque también hay un tema ético como hombre de apoyar al feminismo, de erradicar malas prácticas que uno también como hombre que lleva cosas machistas. Evidentemente la película tiene aspectos de discriminación de género, en este caso bastante explícito en cómo las policías tratan a la gente, a las mujeres; también la discriminación económica, por ser pobres las personas tienen otro trato en este país, y también la discriminación a través de un personaje que quiere ser diablo en la diablada, pero no se le permite por ser mujer”.

Álvaro Muñoz
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