jueves, septiembre 19, 2024

Crítica Literaria| Un horror que viene de lejos

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Jesús Diamantino. Rural. Santiago: Planeta, 95 páginas.

El cruce entre terror y crítica social es la base de esta novela de Jesús Diamantino. Rural contiene intriga, elementos sobrenaturales, asesinato y un cuestionamiento implacable al horror en los regímenes autoritarios.

Julieta Valdés es la protagonista de esta narración. Enfermera y farmacóloga con posgrado, hija de una madre suicida y un padre mártir de carabineros. Un alto funcionario del régimen que conocía a su padre, le hace un ofrecimiento que Julieta acepta sin más. A partir de entonces, se convertirá en enfermera en el Cuartel Borgoño, centro de detención, tortura y asesinato de la dictadura. Tras un incidente en que Julieta es atacada en su hogar huye junto a su pequeño hijo. A instancias de un amigo se cobija en un fundo de propiedad de la familia Leyton. Bedelia Badanova, alemana, exagente nazi y ahora administradora del fundo, será la encargada de dictarle las normas de convivencia en aquel recóndito lugar.

Diamantino consigue ejecutar una historia que jamás baja su nivel de intensidad. La acción es permanente y bien equilibrada, ya que no se deja tentar por situaciones demasiado efectistas. La velocidad del relato se sustenta en una prosa más bien parca que rehúye los excesos.

El volumen presenta una protagonista en la que el mal y la conmoción por el daño ejecutado conviven de manera casi natural. Así ocurre con un torturado político a quien le toda curar sus heridas: “–¿Por qué tan callada? Me llamo José, ¿y tú? –preguntó mientras ella le aplicaba una crema antibiótica sobre una herida abierta–. Eres buena haciendo esto –dijo, divertido–, así no lograrán matarme nunca –el joven lanzó una carcajada que lo hizo retorcerse de dolor. /Ella no pudo evitar imitarlo. Cuando terminó, el frentista le dio las gracias y le confesó que esperaba verla al día siguiente. Julieta no lo expresó, aunque deseaba lo mismo”. Este carácter doble de la mujer, le otorga una enriquecedora dosis de extrañeza; ella no es sencillamente la encarnación del mal, por lo que su figura se aleja del estereotipo de una torturadora.

Sin embargo, lo más llamativo de la novela es la inclusión de lo sobrenatural como elemento central en la historia. Poco a poco, una fuerza desconocida se va apropiando de la trama a través de la presencia de una estatua milenaria. Esta habita el bosque aledaño al fundo donde se refugia Julieta junto a su hijo. Es precisamente el niño, el primero en trabar contacto con el “otro mundo”, aquel donde la figura, llamada Mutter, es una divinidad maldita: “El niño sigue el llamado de las voces y se adentra en el bosque de romerillos y pinos más allá de los corrales. Mientras avanza, el aroma dulce de los arbustos mojados se mezcla con un hedor nauseabundo, como agua estancada y comida podrida. El niño se introduce por un sendero rodeado de matorrales. Se detiene de repente. Escucha ahora ruidos disonantes cerca de él”.

La narración va y viene hacia el presente y pasado de Julia, Bedelia y la estatua. Tres personajes femeninos atravesados por una concepción del mal transhumano. Un mal de origen bíblico que se manifiesta en múltiples momentos de la historia. Este opera como una amenaza constante, siempre atisbando el momento preciso para materializarse y sembrar la muerte. Detenerlo es una acción transitoria, inútil.

Desgraciadamente en medio del relato sobre Julia surge una segunda línea narrativa centrada en un grupo de investigadores universitarios que realizan un viaje a un pueblo fantasma en Baviera a principios del siglo XX. Y aunque estos hechos están relacionados con el presente, el capítulo entero sobra sin excusas. Es más bien un exceso porque la información que contiene se puede deducir de la historia de Bedelia, la exagente nazi.

Más allá de este traspié, lo importante es que la totalidad de los personajes de este volumen están vinculados al crimen. La muerte parece reclamar su lugar protagónico, pero la explicación que la novela entrega sobre el mal es sobrenatural, barriendo así con cualquier origen de corte sociológico.

Hay horror en Rural y una trama atractiva que si bien pudo distorsionarse con el relato centrado en Baviera, logra retomar el rumbo. El cruce entre el género de terror con la crítica política contribuye de buena manera a otorgar peso a un género que ha venido en baja tanto en la literatura como en el cine.

Patricia Espinosa
Patricia Espinosa
Patricia Espinosa, académica y crítica literaria.

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